No todas las verdades encuentran oídos dispuestos, ni todas las historias interpelan a cualquier corazón. Sin embargo, el llamado de la literatura halló un eco profundo en William Stoner, el joven granjero protagonista de la novela Stoner, escrita por el texano John Williams. En esta obra, una vida aparentemente insignificante se convierte en un testimonio eterno del poder transformador de las palabras y de las elecciones que definen el destino humano.
Stoner, un joven de inicios del siglo XX atrapado en la rutina del trabajo rural y los silencios familiares, encuentra su vocación casi por azar. Inscripto en la recién inaugurada Facultad de Agronomía de la Universidad de Columbia, Stoner asiste a una clase obligatoria de literatura inglesa, donde un soneto de Shakespeare lo conmueve profundamente. Ese momento marca un antes y un después: “¿El señor Shakespeare le habla a usted a través de tres siglos, señor Stoner? ¿Usted lo oye?”, le pregunta su profesor. Y Stoner, en efecto, escucha.
El despertar de una vida literaria
Ese instante despierta en Stoner una autoconciencia hasta entonces dormida. A partir de allí, el joven descubre no solo el amor por la literatura, sino también las complejidades de su propio rostro y la soledad que lo acompaña. En los personajes de Homero, Dante y Shakespeare encuentra compañeros eternos, disponibles siempre a un libro de distancia.
Con el tiempo, Stoner se convierte en profesor universitario, enfrentando una de las contradicciones más grandes de su vida: la imposibilidad de transmitir con palabras el amor que las palabras han suscitado en él. Su existencia transcurre entre las tensiones maritales, un casamiento con una mujer distante y el telón de fondo de los grandes eventos históricos, como la Primera Guerra Mundial, la crisis del ’29 y la Segunda Guerra Mundial. A pesar de todo, Stoner avanza con dignidad, aceptando que, aunque la vida puede ser cíclica, siempre hay que enfrentarse a ella con la frente en alto.
Personajes secundarios de gran profundidad
Aunque la novela se centra en la figura de William Stoner, John Williams despliega un elenco de personajes secundarios inolvidables. Entre ellos destaca Edith, la esposa del protagonista, cuyo desarrollo psicológico complejo y tormentoso se revela paulatinamente. Los personajes no son reducidos a traumas infantiles ni simplificados por anécdotas del pasado; en cambio, se muestran como productos de entramados vitales ricos y profundos.
Un clásico que desafía las modas
Publicada en los años 60, Stoner desafía las tendencias literarias de su época. Sin interesarse en experimentos narrativos como el perspectivismo, el cut up o la reescritura, Williams apuesta por una narración clásica y sencilla. Su objetivo es contar, con honestidad y maestría, la vida de un “hombre común”.
El hecho de que esta novela se haya convertido en un clásico de culto, décadas después de su publicación, demuestra que la literatura todavía puede conmover de manera atemporal. Solo se necesita una buena historia, un personaje memorable y un autor con el talento y la valentía para darle vida.
El legado de Stoner
Lejos de las modas y los paradigmas contemporáneos, Stoner es un testimonio de que las historias simples, cuando son contadas con sinceridad, tienen el poder de hablar al corazón de los lectores. John Williams logró lo que parecía imposible: crear una novela que, anclada en lo más íntimo de un hombre ordinario, trasciende el tiempo y se convierte en un emblema de la humanidad compartida.