El memorando con el FMI deja traslucir varias inconsistencias. Por ejemplo, el 2021 terminó con un déficit fiscal de 3% del PIB y se negoció reducciones a 2,5% para 2022, 1,9% el año que viene y 0,9% del PIB en el 2024. Luego, en el memorando de acuerdo el Gobierno establece que el gasto público crecerá en términos reales, o sea, por encima de la inflación. Reducir el déficit aumentando el gasto significa que hay que aumentar sensiblemente los ingresos públicos.
Cuando se alude a las medidas para aumentar los ingresos se señala que será por mejoras en la gestión de la AFIP (0,3% del PIB) y en la recaudación de Bienes Personales (0,1%) debido a una mejor valuación de los inmuebles. Hasta aquí, no sólo que el aumento de los ingresos parece tímido para bajar el déficit con el gasto subiendo, sino que además la valuación de los inmuebles es una función provincial por lo que la meta depende de la buena voluntad, eficacia y velocidad en la gestión de las provincias. Se ve difícil.
Los subsidios a la energía eran otro de los temas sensibles para el FMI. En un párrafo del documento se señala que bajarán en 0,6% del PIB en 2022 (en 2021 fueron de 2,3% del PIB, según datos de la Secretaría de Hacienda). Si bien el Gobierno estableció que el gasto público total tiene que subir en términos reales, se señala que los subsidios a la energía bajarán para liberar recursos y asignarlos a prioridades más importantes. }
Cuando se procede a contar cómo se bajarán los subsidios energéticos, se dice que se los eliminará para el 10% de los usuarios de mayor capacidad de pago lo que generará un ahorro de 0,06% del PIB. Infimo. Para los usuarios con tarifa social se les ajustará en un 40% de la variación salarial y a los que no entran en ninguna de estas dos categorías se les ajustará en un 80% de la variación salarial. Si bien el documento no lo aclara, en el caso de la luz está hablando solamente de los usuarios del Area Metrolitana de Buenos Aires (AMBA).
Si al 90% de los usuarios de luz del AMBA se les ajusta la tarifa por debajo de los salarios, que se mueven casi como la inflación, significa que los subsidios económicos van a crecer por encima de la inflación. De hecho, ya lo vienen haciendo porque en el 2021 crecieron 76% interanual. Esto no es congruente con el objetivo declarado de bajar en 0,6% del PIB los subsidios a la energía en el 2022. Esto es todavía sin poner sobre la mesa la variable Ucrania.
Obviamente que este es el resultado de la necesidad del Gobierno de mantener el relato de que es el “primer acuerdo en la historia del FMI sin ajuste” para condescenderse con su electorado y, fundamentalmente, con el ala dura de la coalición gobernante. En otras palabras, no es fácil ser técnicamente consistente con un Gobierno que es políticamente inconsistente en el objetivo de ordenar el Estado.
En fin, parecería que los técnicos del FMI, posiblemente agotados de las idas y vueltas y las incongruencias, y urgidos por sus propias autoridades políticas, decidieron cortar por lo sano. Le colocaron al país la meta de déficit fiscal y de emisión monetaria para el 2022 en pesos nominales, no en términos del PIB.
De hecho, la negociación fue que el déficit fiscal sería de 2,5% y la emisión de 1% del PIB. Pero en la tabla “Argentina: Criterios cuantitativos de ejecución y metas indicativas” del memorando se estipula para el 2022 que el déficit primario no debe ser superior a $1.759 mil millones (sic) y el de emisión monetaria a $705.000 millones (sic). Ambos montos representan 2,5% y 1% del PIB. Pero están expresados en pesos.
Así, va a ser muy fácil para los técnicos del FMI explicitar el incumplimiento. A fin de año se observará si el déficit fiscal está por encima o por debajo de $1.759 y la emisión del BCRA al Tesoro por encima o por debajo de $705.000 millones.
Es como que los técnicos del FMI dijeron: “Escriban en el memorando lo que quieran y apliquen las políticas que quieran”. A fin de año vemos si las metas de déficit y emisión se cumplieron en términos de pesos. Es más, hasta se estipuló en el memorando que la “deuda flotante” (esto es, la diferencia entre el gasto devengado y el pagado) no puede ser superior a $535.000 millones. Esto se puso para limitar la “avivada” de demorar pagos a fin de cumplir con la meta nominal.
Con la poca voluntad política que hay para ordenar el gasto público es muy difícil que se cumpla con las metas expresadas de esta forma. Lo que terminará sucediendo es que Argentina se ufanará de tener “el primer acuerdo en la historia del FMI sin ajuste”, los técnicos del FMI se habrán sacado de encima la responsabilidad dejando claramente explicitado el incumplimiento y será el Directorio del FMI el que tenga que dar los “perdones”.
Serán dos años de una fastidiosa novela en torno a los incumplimientos de Argentina y las “patrióticas gestiones geopolíticas” para conseguir que el Directorio le perdone.
Fuente: El Economista, Argentina.