La guerra ya está declarada. La belicosidad viene acumulándose desde hace años. Pero la orden la impartió el lunes la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando puso en el blanco de sus críticas públicas al Movimiento Evita por el manejo de los planes. Rápidamente reapareció ayer el vocero duro de La Cámpora, Andrés “El Cuervo” Larroque para ratificar, por si quedaron dudas, el malestar K con la organización que lideran Emilio Pérsico y Fernando “El Chino” Navarro, alineada con el presidente Alberto Fernández. El ministro de Desarrollo Social bonaerense acusó al Evita de actuar en complicidad con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para “bancar el ajuste” del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pérsico y Navarro emitieron un comunicado respondiéndole indirectamente a la vicepresidenta y acusándola de impulsar “una campaña de estigmatización de las organizaciones sociales”. Pero más allá del intercambio de agresiones, esta pelea va mucho más allá del calor de la interna entre albertistas y
cristinistas. Para Cristina, Pérsico y Navarro son enemigos desde la derrota electoral de 2015. “Estos se fueron en el peor momento para arreglar con el macrismo, Carolina Stanley y María Eugenia Vidal les dieron fortunas, por eso en 2017 jugaron con Florencio (por Randazzo) contra Cristina, fueron absolutamente funcionales a Cambiemos”, comenta un vocero del cristinismo, quien además no se olvida que en esa movida estaba también el presidente.
Y como si eso fuera poco, la vicepresidenta sigue insistiendo en privado que Pérsico fue el autor intelectual de los piedrazos que rompieron los vidrios de su despacho en el Senado. En medio de este contexto de conflictividad ya se pronostican duras internas el año que viene por el control de varios municipios de la provincia de Buenos Aires, donde el camporismo se verá obligado a jugar en algunos casos con los Barones del Gran Buenos Aires para intentar frenar las aspiraciones del Evita.
Evidentemente la pelea más estratégica se va a jugar en La Matanza, donde la diputada provincial Patricia Cubría, esposa de Pérsico, ya se lanzó como candidata a suceder a Fernando Espinoza en ese municipio. La legisladora provincial intentó el año pasado competir contra la lista de concejales del intendente, pero la Junta Electoral decidió bajarle la lista.
Ahora Pérsico y su esposa, quienes viven en la casa que fue de Mario Firmenich en ese distrito, van por la revancha y quieren quedarse con el control del territorio más populoso del conurbano. Si bien Espinoza no es muy querido por el cristinismo y muchos de sus colegas, nadie quiere que esa organización social termine gobernando el bastión histórico del peronismo. Pérsico y Navarro van por más municipios, sobre todo en el segundo y tercer cordón donde tienen candidatos y muchos militantes gracias a la cantidad de planes que manejan. Quieren multiplicar la experiencia de Mariel Fernández en Moreno, distrito populoso que manejan desde 2019. Ellos aseguran que tienen “más militantes y mejores cuadros que La Cámpora y vamos a seguir creciendo en los territorios”.
Fuente: MDZ, Argentina