En medio del eco triunfal por la victoria en el Mundial de Fútbol en Catar, encabezado por Lionel Messi, la Argentina vuelve a sumergirse en su continua búsqueda de un líder que la rescate de sus problemas, aunque este proceso sea un desafío. Cansada de la retórica política de una dirigencia marcada por el idealismo y alejada del pragmatismo, la población encuentra un atisbo de esperanza en figuras como Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa, a quienes se aferra de manera casi religiosa. Pero, ¿por qué? Esto se debe a que uno carece de un enfoque sustancial y los otros dos apenas exhiben deseos que no reflejan adecuadamente sus gestiones pasadas.

Entre las primeras decisiones que tomaría en caso de ser elegido presidente, Javier Milei considera cambiar la sede de la representación argentina de Tel Aviv a Jerusalén, respaldando así la aspiración israelí de que Jerusalén sea su capital indivisible. Además, ha anunciado su intención de visitar oficialmente Israel en su primer viaje presidencial. A pesar de esta postura, no se puede ignorar la creciente conexión espiritual de Milei con el judaísmo, que se ha expresado en referencias a la Torá y otros textos sagrados a lo largo de su campaña.

En esta contienda, la figura de Mauricio Macri se muestra en un papel ambiguo y enigmático. Aun así, Milei propone incorporar a Macri en su gobierno como una especie de “canciller supranacional”, lo que ha generado controversia y desacuerdo dentro de la coalición Juntos por el Cambio. Mientras tanto, el candidato Sergio Massa enfrenta desafíos en el campo económico, que dificultan su posición en las elecciones primarias.

En cuanto a la relación con Israel, Milei busca estrechar vínculos tanto con Estados Unidos como con Israel, y ha recibido el reconocimiento del representante israelí en Argentina. Sin embargo, sus propuestas también han generado cierta polarización en el espectro político argentino.

En resumen, Argentina se encuentra en busca de un líder redentor en medio de una política marcada por la retórica y la falta de resultados concretos. Las propuestas y enfoques de los principales candidatos reflejan esta búsqueda, mientras que los vínculos y las posturas internacionales añaden otro nivel de complejidad a la contienda electoral.