“Filosofía como nunca la viste” propone un recorrido accesible y visual por las grandes ideas del pensamiento occidental, en un mundo cada vez más ansioso, acelerado y saturado de estímulos.
Por Carlos Gustavo Motta
(Psicoanalista y cineasta. Conduce el programa MEGAPSINEPOLIS en Radio Amadeus FM 91.1, los martes a las 20 hs.)
En una época dominada por la fatiga mental, la hiperconectividad y la ansiedad colectiva, detenerse a pensar —realmente pensar— se ha vuelto un acto contracultural. En un mundo donde las redes sociales dictan el ritmo y donde lo nuevo se percibe como amenaza constante, el pensamiento se vuelve herramienta de resistencia. Hablamos con lo desconocido, nos relacionamos con imágenes que nos angustian y terminamos alienados en una comunicación sin cuerpo.
Frente a este panorama, la filosofía no es una terapia, pero sí una aliada. No calma a las mentes inquietas, pero ofrece herramientas para comprender lo que nos atraviesa. Responde, sí, pero sobre todo interroga.
Con esta premisa llega Filosofía como nunca la viste (2025, Editorial El Ateneo), una propuesta visualmente atractiva y conceptualmente sólida que revisita a los grandes pensadores de la historia en clave gráfica, con un diseño interior que remite al universo del cómic. Es una obra coral donde conviven profesores y licenciados en filosofía, historietistas, youtubers y hasta un magíster en dirección de empresas, convocados para acercar las ideas más potentes del pensamiento filosófico a lectores contemporáneos.
El libro recorre desde Platón y Aristóteles hasta Nietzsche, la Escuela de Chicago y Zygmunt Bauman, pasando por algunos de los pilares fundamentales del pensamiento occidental. Si bien no se detiene en figuras centrales del estructuralismo y posestructuralismo como Michel Foucault o Byung-Chul Han, su aporte reside en funcionar como una puerta de entrada eficaz para nuevos lectores, especialmente adolescentes o estudiantes iniciales.
Como ya lo hizo El mundo de Sofía (1991) —el best seller de Jostein Gaarder que utilizaba la narrativa como excusa para introducir nociones filosóficas— esta nueva propuesta busca dar forma visual a conceptos abstractos. La comparación es inevitable, aunque Filosofía como nunca la viste opta por un formato menos novelesco y más directo, sin renunciar al atractivo estético. Es, en cierto modo, una actualización pedagógica y lúdica de aquel clásico.
Su lectura ágil, ilustrada y fragmentaria —pero no superficial— permite reconocer la vigencia de preguntas fundamentales: ¿Qué es la justicia? ¿Qué nos hace humanos? ¿Qué significa vivir bien? ¿Cuál es el sentido del dolor, del lenguaje, de la muerte?
Foucault, en El discurso filosófico (2025, Siglo Veintiuno Editores), señala que a la filosofía se le ha atribuido hoy una función que antes no le era familiar: diagnosticar el presente. Detectar en las marcas invisibles de lo cotidiano aquello que persiste, eso que “no se oye porque estamos demasiado acostumbrados a él”. Hacer visible lo invisible. Nombrar lo que se calla. Eso es, para Foucault, pensar. Y pensar, hoy, es también una forma de resistir.
Filosofía como nunca la viste no es un manual ni un tratado. Es una invitación. Una guía para orientar el pensamiento en la hora gris en la que estamos inmersos. No promete certezas, pero ofrece mapas. No tranquiliza, pero abre caminos. Y eso, quizás, sea lo más necesario.
