Debate y Convergencia

¿Para qué sirve la literatura?

¿Cuál es la utilidad de la filosofía?, ¿Hay alguna relación entre literatura y filosofía? ¿Cuál es el horizonte de reconciliación de ambas?

ara avizorar la utilidad de la literatura, primeramente, debemos definirle: esta suele ser considerada una bella arte. La literatura también suele servir para ahogar los lamentos y los gritos desesperados en un par de parágrafos. Y como olvidar que sin el uso de la palabra escrita nosotros no tendríamos historia.

Ha sido una herramienta que ha acompañado al ser humano desde el hontanar de su historia. Por ejemplo: los poemas de Gilgamesh, que sirvieron de inspiración y texto base para futuras religiones. La literatura obligatoriamente está acompañada del lenguaje, aquel simulacro Baudrillardiano de la realidad.

La literatura y el conocimiento también han tejido lazos estrechos. La literatura en conjunto con diferentes mecanismos ha servido para almacenarle, ya que hablar de literatura también se refiere al conjunto de obras que versan sobre determinado tema. Así tenemos desde los poemas malditos de Baudelaire, las ficciones de Borges, el óctuple sendero de Gautama1, o las propuestas de energía alterna de Tesla. ¿Y qué dicen los sabios en relación con la literatura? Borges dijo:

Soy todos los escritores que he leído.

¿Y las personas que solamente leen filosofía?, ¿son la copia de sus pensadores favoritos? Emil Cioran afirmó en el Breviario de Podredumbre (1949), que es imposible no decir nada, por ello la cantidad de libros existentes; él también aseguró en la misma obra que escribir es siempre una confesión.

¿Y escribir es siempre una confesión?, o ¿es una confesión a medias? Si le preguntáramos a la escuela posmoderna y en específico a Louis Althusser, probablemente él nos dirá que la vida es querida en tanto a que no se sabe describir la esclavitud que conlleva tenerla.2

La literatura, también, nos sirve como un orden. No un orden normalizador Foucaultiano, más bien un orden de ideas, una correcta escritura, belleza léxica y redacción. Todo ello en conjunto con la abstracción, aquella herramienta, que la literatura pide prestada de la filosofía.

¿Qué pasa cuando combinas el orden de ideas, la correcta escritura, y la belleza léxica? Obtienes una carta de amor al pensamiento humano, obtienes una Fenomenología del espíritu o una Crítica a la razón pura.

Dentro de la filosofía existen diferencias que parecen irreconciliables, ¿eres continental o analítico?, ¿eres fenomenólogo o filosofo de la ciencia? Es ahí donde la literatura entra y se entroniza como la reconciliadora de las tradiciones del pensamiento. Seas devoto del existencialismo francés o alumno de la escuela de Viena, ambas tradiciones pertenecen a la literatura filosófica.

La literatura, obligatoriamente, depende de un lenguaje y al mismo tiempo cada literatura produce conceptos propios, es así que palabras como noúmeno3 o multiplicidad4 no tendrían sentido en un libro de química. O si se emplea el concepto “metafísica”, dependería el tipo de libro donde se leyó para contextualizar el significado.

De esta forma, Schopenhauer criticaba a sus contemporáneos de germanizar conceptos filosóficos, en lugar de respetar los inolvidables conceptos que nos heredó la tradición greco-latina5. Por el contrario, Julio Cortázar no buscaba pelearse con la literatura latinoamericana, sino desarrollar una literatura en compromiso de ella.

La literatura también ha sido la encargada de tatuar en las paredes de la historia las enseñanzas de grandes maestros. Por ejemplo: Jesucristo y Sócrates, que fueron conocidos a través de sus seguidores.

Hasta este punto parecería que los asiáticos no han figurado en la historia de la literatura, pero nadie puede ignorar al maestro Akutagawa, maestro indispensable para entender la obra de Ozamu Dasai6 o mejor conocido como el hombre que es indigno de ser humano. Asiáticos que no tienen nada que envidiar del pesimismo alemán.

Para hacer literatura no hace falta seguir un plan prefijado, basta con tener una temática para producir una pieza literaria, una antología, un poemario, un breviario, u otro, tu producción no necesariamente pertenecerá al bello arte, ya que son pocos los que han alcanzado la celestialidad desde su pluma.

Tenemos a la literatura como la encargada de ser la emisaria de las grandes mentes, ser una de las bellas artes más antiguas y almacenar lo que han querido decir algunos de los humanos más ilustres a través del tiempo, e incluso de inspirar propuestas científicas o avances tecnológicos.

Isaac Asimov ya vislumbraba la posibilidad de la educación en línea en su cuento «Como se divertían», o Borges ya tenía los primeros indicios de lo que en el futuro sería una propuesta más formal ante multidimensionalidad del universo con «El jardín de los senderos que se bifurcan», Jorge Luis también ejemplificó, de manera metafórica, la posibilidad de una Wikipedia con «La biblioteca de Babel». Huxley y Orwell7 hicieron lo propio, al plasmar su visión a través de la metáfora, de lo que ellos creían que sería la sociedad del futuro.

En la actualidad hay autores como Slavoj Zizek que invitan a la transgresión de normas establecidas en materia literaria o filosófica. Invita a romper con las tradiciones académicas de las instituciones, romper con el lenguaje teórico y combinarlo con el lenguaje cotidiano, aunque Zizek ignora que al menos dos de los más grandes escritores de la historia ni siquiera fueron a la universidad: Jorge Luis Borges y Ernest Hemingway.

Este ensayo tiene la intención de exponer ciertos aspectos o utilidades de la literatura. Podemos resaltar la posibilidad del almacenamiento de información, la exaltación del espíritu de la mano de los propios autores, quizás de algún lector que haga suyas ciertas palabras.

Otra utilidad (aunque pocas veces se cumple) es la de la rentabilidad. Algunas literaturas son más capitalizables que otras; al estar inmersos en el mercado coaccionados por la oferta y la demanda, ciertos autores han visto imposible vivir de sus propios textos, otros han recurrido a ser escritores fantasmas, editores de otros autores, correctores de estilo, más un largo etcétera.

La literatura tiene otra utilidad o mejor dicho otra capacidad: la potencialidad. En tanto que la literatura puede servir como una creadora de mundos, de forma metafórica, como los mundos de terror cósmico de Lovecraft, tanto de forma literal como las inspiraciones que han surgido a través de la palabra escrita, son los casos de la revolución francesa iniciada principalmente por los textos kantianos, o las revoluciones comunistas inspiradas en Marx.

En el mismo sendero de la potencialidad, la literatura puede superar épocas, es así que los textos de Buda inspiraron el pesimismo de Schopenhauer; la literatura anarquista de Kropotkin y la de Mijail Bakunin a un mexicano de nombre Enrique Flores Magón.

¿Cuál es el precio que pagas a las musas por la iluminación o la trascendencia? Borges quizás pagó con su vista, Hemingway quizás con su propia carne, Cioran con su propia mente y Lovecraft tal vez con sus intestinos. Ellos pagaron con un aspecto de su persona a cambio de la inmortalidad de sus letras.

Aunque obviamente yo no tengo la respuesta del verdadero precio con el que le pagas a las musas, lo que sí puedo comentar son las cosas necesarias para hacer literatura: la primera es un lenguaje; la segunda es tener las ganas de confesarse.

Fuente: Filosofia en la red,

Jesus Aguiluz

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