Debate y Convergencia

Estoicismo y la dicotomía del control

En el presente texto nos disponemos a reflexionar sobre cómo debemos pensar y comportarnos a la luz del estoicismo, con la finalidad de acercarnos a un estado de tranquilidad y felicidad.

Estimado lector, le invito a reflexionar. Cuando se habla de filosofía se suele pensar que únicamente el filósofo puede reflexionar las cosas importantes de la vida y el mundo en que nos encontramos, pero lo que a veces olvidamos es que la reflexión filosófica está al alcance de todos nosotros. La filosofía no siempre se trata de analizar concepciones metafísicas o estructuras racionales complejas, no siempre hemos de reflexionar sobre las capacidades y alcances del conocimiento humano, de la estructura del mundo, de la forma correcta de pensar, de las cualidades del ser, o de la esencia y fin del ser humano; a veces la reflexión filosófica nos lleva hacia un tema que, a mi consideración, debe ser el más valioso para todos y cada uno de nosotros. Nos referimos a la ética, al cómo debemos comportarnos para poder hacerle frente a la vida y a sus adversidades, así como para poder alcanzar aquello que para los antiguos filósofos helenístico debía ser el objetivo de toda persona: la felicidad.

Hoy hemos de disponernos a realizar una breve reflexión sobre cómo debemos de pensar y, por consiguiente, comportarnos para lograr acercarnos hacia un estado de tranquilidad y felicidad. Hoy no hablaremos de corrientes filosóficas importantes para la ética como el epicureísmo o el cinismo, hoy hablaremos de una de las corrientes filosóficas más influyentes en la historia de la humanidad. Hablemos del estoicismo y una de sus enseñanzas más relevantes.

¿Alguna vez ha reflexionado por qué nos es tan difícil enfrentarnos a la vida misma, con todo lo que esta conlleva?, ¿ha pensado por qué podemos llegar a sufrir tanto por cosas que están fuera de nuestro control y alcance?, ¿no ha considerado reflexionar qué podemos y qué no podemos controlar? Bueno, este tipo de preguntas son parecidas a las que alguna vez se realizó a sí mismo un filósofo estoico cuyas reflexiones siguen siendo al día de hoy más que importantes para la humanidad.

Epicteto, un esclavo convertido en filósofo, nos habla de la dicotomía del control, de la importancia de identificar aquello que está dentro de nuestro control y aquello que definitivamente no lo está y que muy probablemente nunca lo estará. Es importante establecer esta clasificación, ya que de ella emana la manera en que podemos hacerle frente a la vida, de ella depende nuestra tranquilidad y nuestra felicidad. De manera simple podemos decir que aquello que podemos controlar son nuestros juicios, impulsos y deseos; todo lo que es ajeno a estos son cosas que están fuera de nuestro control, como nuestros cuerpos, las posesiones materiales, nuestra reputación, etc. ¿Pero cómo es que nuestra felicidad está ligada a esta dicotomía? Sencillo, Epicteto, así como todo estoico, afirma que la infelicidad que experimentamos constantemente en nuestras vidas se debe a un error de juicio, a la errónea creencia de que podemos controlar todo lo que nos rodea, cuando en realidad son muy limitadas aquellas cosas y situaciones que podemos realmente controlar. Esto quiere decir que lo importante no es lo externo a nosotros o incluso lo interno en algunos temas, lo importante son nuestros juicios sobre todas estas cosas, como la manera en que las valoramos y la actitud que tomamos.

Entonces, las situaciones y las cosas externas no son buenas o malas en sí mismas, somos nosotros quienes, a partir de nuestros juicios de valor, indicamos si son buenas o malas para nosotros y qué tanto nos podrán afectar. Quien comprenda esto en su totalidad y que no se dedique a juzgar por juzgar, aceptará lo que suceda tal como es, sin creer que algo horrible ha sucedido.

Una manera muy sencilla de comprender la dicotomía del control es el ya muy conocido ejemplo expuesto por Antíprato, un estoico anterior a Epicteto, que consiste en comparar lo anterior con un arquero. El arquero tiene el control de su arco y de su flecha, pero al momento en que esta es disparada, otras fuerzas ajenas al arquero, como lo es el viento, pueden alterar la trayectoria de la flecha, así la flecha deja de estar bajo el control del arquero. ¿Cómo habría de comportarse el arquero si erra su objetivo? A la luz del estoicismo, el arquero tan solo tiene que aceptar lo sucedido y no entrar en la desesperación, enojo o decepción, ya que el recorrido de la flecha no se encontraba bajo su control. Y así sucede con todas las demás cosas y sucesos en nuestra vida. A veces, al igual que el arquero, tenemos un objetivo claro, como lo es el conseguir un trabajo, el tener buena salud, el tener éxito en los negocios, pero debemos tener siempre en cuenta que existen una gran cantidad de factores externos e internos que no podemos controlar y que por más que nos preparemos para la entrevista de trabajo puede que no lo consigamos, por más que comamos alimentos saludables y practiquemos ejercicio puede que nos enfermemos, y que por más que nos esforcemos en sacar adelante nuestra empresa puede que no se obtenga el éxito económico deseado; todo esto no porque no podamos conseguirlo, sino porque la consecución de esos objetivos no estaba completamente bajo nuestro control, y no debemos permitir que algo ajeno a nuestro control condicione nuestro estado emocional. Si hacemos que nuestra felicidad dependa directamente de alcanzar nuestros objetivos, estaremos condenados a vivir en el estrés, en la ansiedad, en la infelicidad; pero si nos enfocamos tan solo en hacer lo mejor que podamos, en enfocar en aquello sobre lo que sí tenemos control, podremos mantenernos en un estado de tranquilidad y felicidad.

Hemos de recordar que el estoicismo nos ha enseñado a valorar la racionalidad por encima de las pasiones. Todo estoico considera que la razón es aquello que nos separa de los animales y que alejarnos de la razón es alejarnos de nuestra naturaleza humana. Tenemos que estar en un constante razonar, en una constante reflexión sobre nuestros juicios, impulsos y deseos, pues es lo único que está bajo nuestro control. Aquello que no está bajo nuestro control debemos aceptarlo como tal. La aceptación de lo que nos es ajeno, de la naturaleza de las cosas, es primordial para el estoico.

Entonces, ¿considera que vive en un estado de tranquilidad o felicidad?, ¿se ha visto afectado constantemente por aquello que no puede controlar?, le invito a reflexionar, le invito a seguir el camino del estoico.

REFERENCIAS

Sellars, J. (2021). Lecciones de Estoicismo. Filosofía antigua para la vida moderna. (1.a ed.). Taurus.

Imagen | Pexels

Cita este artículo (APA): Martínez, B. (2022, 22 de diciembre). Estoicismo y la dicotomía del control. https://filosofiaenlared.com/2022/12/estoicismo-y-la-dicotomia-del-control/

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