En el seno de Juntos por el Cambio, aún hay un tema pendiente que podría generar tensiones internas. Mientras la discusión sobre la inclusión de candidatos peronistas genera ruido mediático, la verdadera fisura en la coalición opositora se encuentra en otra divergencia de índole económica: qué hacer con el cepo cambiario en caso de ganar las elecciones.
Aunque todavía no se ha planteado abiertamente, esta controversia inevitablemente saldrá a la superficie durante la campaña de cara a las PASO. Los primeros indicios sugieren que existen importantes diferencias conceptuales sobre un tema crucial para la economía en 2024.
En una entrevista televisiva, Patricia Bullrich afirmó con absoluta certeza que el cepo se eliminaría el primer día de asumir. Ante la pregunta sobre si eso implicaría un riesgo inflacionario, respondió que no sucedería debido a la implementación de un esquema bimonetario, donde una disminución en la demanda de pesos se resolvería mediante la compra de dólares en un mercado cambiario libre.
Si bien Bullrich expresó su idea de manera confusa, recibió críticas desde varios sectores. No obstante, esa es la idea que su principal asesor económico y potencial ministro, Luciano Laspina, ha sostenido. Frente al debate sobre la dolarización impulsado por Javier Milei, Laspina estableció la posición de los “halcones” de JxC: “Ni cepo cambiario ni dolarización. Moneda nacional convertible (que no es tipo de cambio fijo sino tipo de cambio único) y libre elección de monedas. Eso es libertad y no populismo. No hay que cambiar de collar, hay que dejar de ser perros”.
Específicamente sobre el cepo, Laspina fue contundente al afirmar que “Argentina no puede crecer con cepo cambiario, tenemos que salir cuanto antes para que haya inversiones. Con el cepo, el Estado te somete”.
Si bien no se ha aclarado la postura de Carlos Melconian, otro economista con un diálogo fluido con Bullrich y también un posible candidato para el ministerio, es relevante mencionar que Melconian fue crítico con la forma en que se levantó el cepo en 2015.
La experiencia previa de la eliminación del cepo al comienzo del gobierno de Macri es un dato incómodo para los economistas de JxC, y el fantasma de una rápida escalada inflacionaria se cuela en cada discusión sobre el tema.
En ese momento, se evidenció un problema de diagnóstico: el entonces ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay, argumentaba que prácticamente todos los precios de la economía estaban indexados al valor del dólar paralelo, por lo que el levantamiento del cepo sería un “sinceramiento” de algo que la población ya había aceptado de facto.
Sin embargo, el pronóstico de Prat-Gay de que la inflación en 2016 sería del 20% y que disminuiría a partir de entonces contrastó fuertemente con la realidad. La inflación en 2016 fue el doble de
lo proyectado y, al finalizar el mandato de Macri, el IPC alcanzaba un preocupante 53,8%. Esta disparidad entre las predicciones y los resultados ha convertido la cuestión del cepo en el tema más espinoso del debate económico interno.
Es comprensible que la facción más “moderada” de la coalición muestre cautela. Hernán Lacunza, uno de los posibles ministros de Economía, afirmó que antes de levantar el cepo, es necesario generar ciertas condiciones: “Primero debemos revertir las causas de la fuga de capitales y generar confianza. También es importante aumentar las reservas y establecer condiciones para retener los dólares en el sistema financiero argentino”.
Lacunza, quien enfrentó críticas por haber reinstaurado el cepo al final del gobierno de Macri para proteger las reservas del Banco Central en un contexto de alta volatilidad, insinuó que su plan implica una liberación gradual del tipo de cambio, con tiempos diferenciados según los sectores de la economía.
En medio de estas discrepancias internas, Horacio Rodríguez Larreta dejó una frase sugestiva y polémica al afirmar: “Quien diga que el 10 de diciembre se levantará el cepo es un charlatán; no hay soluciones fáciles ni mágicas”.
Con la discusión sobre el futuro del cepo cambiario en Juntos por el Cambio, aún queda por resolver un punto crucial que podría definir la política económica en el caso de que ganen las elecciones. Las diferentes visiones sobre este tema espinoso podrían marcar un desafío interno para la coalición opositora mientras se prepara para competir en las próximas elecciones.