Su contundente exclamación con la que comienza uno de sus artículos en Institute of Art and Ideas sintetiza una de las búsquedas de la disciplina en la que se especializa. La Filosofía desde sus orígenes ha sido concebida como una vía para entender la existencia humana. A través de autores clásicos y desde la perspectiva del mundo capitalista actual, Hoinski se pregunta «¿Por qué tener lo que deseamos no nos hace felices?«.
¿el deseo surge de la carencia?
«Gran parte de nuestra vida la pasamos persiguiendo lo que deseamos. Creemos que satisfacer nuestros deseos, alcanzar nuestros sueños, ganar dinero o encontrar una pareja nos hará felices. Pero con demasiada frecuencia, cuando conseguimos lo que creemos querer, nos aburrimos y ya no lo queremos o nuestro deseo por ello se ve reemplazado por el temor de perderlo», escribe.

Noelia Freire
Con esto, Hoinski parece contradecir a la frase inicial de que la felicidad humana está vinculada al deseo. La respuesta sobre si el deseo nos acerca o nos aleja de la felicidad, la busca en grandes filósofos.
Para Baruch Spinoza, cita el autor, el deseo es la esencia de la humanidad, que está tan arraigado a uno mismo que no sabemos dónde acaba y dónde empezamos nosotros. Tiempo después, Arthur Schoppenhauer en el siglo XIX, tuvo una visión opuesta al concebir a la vida humana como un sufrimiento sin sentido interrumpido por pequeños momentos de felicidad.
«El deseo en sí puede parecer complejo y aparecer en primer lugar junto a otros fenómenos como el apetito, el impulso y el anhelo», dice Hoinski. Si bien podrían parecer todos sinónimos de «querer algo que no tenemos», el autor los diferencia. El anhelo es esperar algo por fuera de nuestro poder; el apetito está vinculado a una percepción sensorial (hambre, sed, etcétera) de nuestra parte «animal»; y el impulso freudiano, un sentimiento que experimentamos desde lo interno.
“El supermercado de commodities en el que muchos vivimos es un testamento de la promiscuidad del deseo, sin mencionar el ‘infinito mal’ al que somos propensos. Podemos ser guiados por la publicidad, el marketing y nuestra propia falta de autocontrol para comprar indefinidamente cosas que no necesitamos: baratijas de plástico, gadgets y dispositivos que dejan de satisfacernos casi de inmediato tras adquirirlos», señala Hoinski.
El deseo no es infelicidad, según Platón
La teoría de Platón, predecesora a la sociedad capitalista, no pierde vigencia. Según cita el autor, sus argumentos eran a favor de limitar los deseos de nuestra parte apetitiva para dejar espacio a que se satisfagan los otros. «Sin necesidad de las innumerables superfluidades producidas por un sistema económico global cada vez más absurdo. Después de todo, cuanto más sentimos que carecemos, más sufrimos y menos felices somos», escribe.
En la teoría del autor griego, el eros es un concepto central, como el deseo más profundo hacia lo bueno, lo bello y lo eterno alimentando las tres partes del alma: la apetitiva, la irascible (el honor o el reconocimiento de pares) y la racional (el conocimiento o la comprensión). En diferentes medidas, las tres necesitan alimentarse. Pero para que esa búsqueda no lleve al sufrimiento, Hoinski destaca un aspecto de la visión de Platón:
«Si la felicidad es imposible para los seres humanos, Platón pensó claramente que el deseo y la búsqueda de sabiduría eran lo mejor a lo que podíamos aspirar», concluye.
Fuente:
ne Científico comió especímenes Virgen Fátima Málaga Esqueleto monja siglo V Madrid capital Playa escondida Mallorca