El año comenzó con el ansiado cambio de hogar de cinco hermanos del DF. Después de cuatro años de esperar a que una familia los acogiera, encontraron un nuevo hogar en los Estados Unidos. El proceso de adopción internacional estuvo a cargo de la Comisión Distrital de Adopciones Judiciales del TJDFT (CDJA), que también contó con la participación de la organización internacional Lifeline Children’s Services.
Los niños estaban en la Casa da Criança Batuíra. Según la trabajadora social y secretaria ejecutiva del CDJA, Thais Botelho, el proceso suele involucrar a parejas sin hijos. “Sin embargo, en este caso, la pareja ya tenía otros cuatro hijos, y aún entonces no había dudas sobre su participación en el proceso de adopción”, dice.
Según ella, en cuanto se presentó el caso de los hermanos, la familia se ofreció a adoptarlos. Sin embargo, como la pareja aún estaba en proceso de calificar para la adopción en los EE. UU., y la licencia en Brasil solo puede ocurrir después de que se otorgue la solicitud en el país de origen de los adoptantes, hubo una espera de casi diez meses para finalizar. la licencia brasileña. Todo el proceso siguió las disposiciones del Estatuto del Niño y del Adolescente.
“Observamos que la experiencia previa de maternidad y paternidad parece haber hecho más fácil y natural el establecimiento de vínculos. La pareja demostró capacidad para atender las diferentes demandas que surgieron y también para realizar las tareas cotidianas, siempre de manera afectiva y disponible para acercarse y vincularse con los niños”, evalúa Thaís. Dice que a la etapa de convivencia también llegó uno de los hijos de 22 años de la pareja. “Y su participación fue muy positiva y contribuyó al éxito del proyecto de acogida”, dice.
Preparación
El secretario ejecutivo de CDJA enfatiza la importancia de preparar a los niños para la transición del cuidado institucional al vínculo con una nueva familia. “Primero hay que crear un vínculo de confianza y cariño, y eso requiere trabajo, presencia, atención. Los niños necesitan un espacio de escucha para compartir sus angustias, miedos, fantasías y sueños”, explica Thaís. Agrega que invertir en preparación también es esencial para los adoptantes. “El tiempo de espera del niño debe ser un momento de reflexión y autoconocimiento, para facilitar la adaptación entre las partes involucradas”, pondera.
Según la CDJA, en el proceso de adopción de los cinco hermanos se realizaron 14 reuniones de preparación antes de la llegada de los adoptantes y otras 10 durante la etapa de convivencia familiar en Brasil. El equipo tiene el compromiso de dedicarse semanalmente a construir el vínculo entre los involucrados, ya que las reuniones de preparación son semanales. “Este es un período muy intenso que requiere dedicación del equipo técnico”, observa Thais Botelho.
Nuevo camino
Los hermanos, tres niños, de 9, 10 y 13 años, y dos niñas, de 5 y 7 años, ahora están en un nuevo camino, trayendo gratitud, amor y recuerdos como un pastel de queso a media tarde. Esta historia de un tiempo de espera y esperanza inspiró la escritura del cuento infantil Segui em Frente, de Thais Botelho con ilustraciones de Érika Duarte, obsequiado a los hermanos y su nueva familia como recuerdo de sus experiencias en Brasil. A partir de ahora, los niños construirán nuevos recuerdos familiares, con padre, madre y más hermanos, en Tennessee, EE. UU.
Sigamos con los testimonios de los adoptados:
Michele dos Santos Souza
La adopcion es tan importante en la vida de una persona, como me duele saber que muchas madres dan en adopcion a sus propios hijos, y que feliz me da saber que no importa el color, a donde hayan ido, no importa absolutamente nada, ese niño es adoptado y tiene todo el cariño y todo el amor.
Esta no es mi historia, esta es la historia de muchos niños. La mia es, yo era solo un bebe en el centro de brasil, cuando aun era un bebe me alimentaban ratas, enferma terminé en el hospital Souza Aguiar, Flordelis, una gran madre me ayudo, me adopto y me dio todo el amor, ser adoptado por ella es como si no lo fuera, es como si ella me hubiera engendrado, tiene tanto amor dentro de ella, pude haber muerto, no podría estar aquí hoy con 28 años que tengo con ella, en 1993 nació este amor por ella, y hasta de bebé pude sentirlo y lo sentí y lo siento, para los que no saben tengo una hermana de sangre que sobrevivió a la masacre de Candelária.
Hoy vivimos juntas y ella es mayor que yo, tiene una bala alojada en el hígado, porque en la madrugada estaban disparando y ella gracias a Dios sobrevivió y yo también, paré en el hospital Souza Aguiar y ella fue al refugio, mi madre Flordelis luchó por nosotros, gracias a Dios y a ella, estamos sanos, estamos bien, cuidamos a nuestros hermanos adoptivos y es importante adoptar, hoy yo no estaría aquí y mis hermanos tampoco hermana, pero somos firmes y fuertes gracias a esta gran madre, tratamos de transmitir a los niños un poco de todo lo que ella es, todo cuidado, todo amor, todo cariño y sobre todo respeto y para los que conocieron esa época de Candelária saben , pocos sobrevivientes y hoy ver a mi hermana con una hija maravillosa y hoy puedo verme en el espejo todos los días, puedo agradecer a Dios y a esta madre, super madre Flordelis.
Llegue al punto de tener varias heridas de raton, y ella me cuido con todo amor, no se como devolverle la mitad de lo que hizo por mi, mi amor por ella es inconmensurable, me dio un hogar , una familia bendecida, un hermano amigo que yo era tan pegajoso, se convirtió en mi padre, André Luiz, mi amor, mi pareja y sobre todo mi amigo, amo a este hermano mío papá, es difícil para ellos entender porque crecí llamándolo padre, y decían que es mi hermano, pero el amor paterno era tan grande que decidió aceptarme como su hija y hoy tenemos este amor, este respeto, Mi padre André es el hombre más sensacional que se pueda conocer, el teniendo 5 hijos, 4 grandes, decidio amarme y llamarme hija, quiero que sepa que mi vida, dentro de mi el es por siempre mi pareja, te amo padre.
Esta es mi vida, esta soy yo, llena de salud, gracias a Dios, mi nombre es Michelle dos Santos Souza.
Pedro Paulo
o Pedro Paulo, tengo 17 años y 11 meses, me acogieron cuando tenía 11 años (no recuerdo bien), fui a un albergue y mis 4 hermanos también porque mi madre biológica no cuidarnos y solo quería quedarse en la calle haciendo estupideces. Iba a la escuela solo a comer porque ella no pensaba en nosotros, nos golpeaba violentamente y todavía tengo cicatrices en el cuerpo, iba a la escuela pero era analfabeta. Mi vida era muy mala porque también mis tíos me pegaban mucho y entonces me quedaba todo el día en la calle para que no me pegaran mucho, también corría detrás del dinero, recogiendo latas para comer. Tenía mucha hambre y mi hermana mayor denunció a mi mamá al consejo de tutela y cada uno se fue a un albergue diferente, pero yo logré quedarme en el mismo albergue que mi hermano. Me escapé de varios albergues porque quería estar con mi madre biológica pero ella no quería estar conmigo y siempre me devolvía.
En el último albergue encontré a mi hermano ya una hermana y allí me quedé hasta casi los 13 años. Conocí a mi madre Solange que fue mi madrina afectiva y luego mi familia de acogida y luego me adoptó cuando tenía 14 años. Mi familia somos yo y mi madre Solange y todos sus parientes que ahora son míos también.
Aprendí a leer y escribir a los 13 años cuando mi madre era mi familia adoptiva. Con ella conocí una escuela de verdad e hice muchos amigos, me enseñó lo que está bien y lo que está mal y me apoya en todo. Tengo un tutor todos los días, estudio en una escuela privada, hago terapia para conocer y controlar mis emociones porque a veces siento mucha rabia, hago estimulación neurocognitiva y peleo jiu-jitsu.
Odio las reglas, pero estoy aprendiendo a respetarlas y comprenderlas. La adopción me enseñó lo que es una verdadera familia, me trajo felicidad y seguridad. Hoy sé hablar, expresarme, sé ir a restaurantes y comer bien, viajo y hago recorridos que nunca pude tener con mi madre biológica. Me siento mucho más inteligente. Mi madre adoptiva siempre me prometió que iría con mis hermanas adoptivas y hasta el día de hoy mantiene esa promesa. Mi mamá es mi mejor amiga y me enseña todo. Quiero ser pedagoga y mi madre dice que puedo ser lo que quiera.
Vania da Concepción
Ser adoptado o acogido supone, en cambio, un acto humano y mucho amor. Significa traer a tu vida a alguien que no conoces, no sabes su origen y que no fue generado por ti.
Tuve la suerte de ser querido por Flordelis y otras personas maravillosas, tengo hermanos que se que nunca me abandonarán, de esos que te dan una “patada” y dicen sigue, eres bueno en esto, no te pierdas el oportunidad, explora tu potencial, no te quedes quieto, levanta la cabeza. Me impulsan a no dejar que nadie diga que no puedo y siempre me están metiendo en la cabeza que puedo hacer mucho más de lo que imagino.
La realidad demostró que mi familia no era perfecta, pero estoy agradecido por todo lo que tuve con ellos, de hecho estoy inmensamente agradecido de haber sido salvado.