Un señor muy importante de Silicon Valley se levanta a las cinco de la mañana y se echa hielo por encima. Otro, decide dormir en una cama sin almohada, totalmente dura y sigue las enseñanzas de Diógenes y otros señores que murieron hace mucho tiempo. Son las personas más ricas del mundo y aseguran ser estoicas para librarse del apego, como en su día sucedió con el budismo: hay que mantener el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones que perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón del carácter personal.
La doctrina filosófica estoica (fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo III a.C) opinaba que no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre estos eventos” en vez de imaginar una sociedad ideal falsamente positiva. Habría que aceptar el momento tal como se presenta, sin dejarse dominar por el deseo y el placer, pues la mejor manera de conocer a una persona no es por sus palabras, sino por sus hechos. En otras palabras, hay que librarse de todo para evitar el sufrimiento, algo muy parecido a lo que dicen las doctrinas budistas que también se pusieron de moda en Occidente en otro tiempo.
El estoico no está exento de emociones, sino, idealmente, sin emociones dolorosas o inútiles como la ira, la envidia y la codicia
Pero, ¿realmente se entiende bien? Si echamos un vistazo, la filosofía estoica (igual que muchas otras escuelas) todavía sigue presente en nuestra vida, aunque bien es cierto que poco tiene que ver con lo que predican esos extraterrestres que son los ricos que viven en Silicon Valley. Pero el estoicismo contemporáneo (como se conoce a la corriente que empezó a tener fama a partir de 2012), que se basa en los dogmas de Zenón de Citio y sus congéneres, si ha servido para cosas que nos atañen en nuestra vida actual. En psicoterapia, por ejemplo, la terapia cognitivo-conductual se basa en sus principios. Aunque también ha servido para cosas más prosaicas: según muchos expertos, el movimiento del estoicismo moderno se basa en gran medida en las redes sociales globales y las comunidades en línea.
“Hoy en día, la concepción del estoicismo de la mayoría de las personas está coloreada por el estoicismo moderno, es decir, la simple supresión o encerramiento de las emociones. Esta derivación moderna engañosa se originó en el siglo XVI y no debe confundirse con el movimiento filosófico mucho más antiguo. El estoico no está exento de emociones, sino, idealmente, sin emociones dolorosas o inútiles como la ira, la envidia y la codicia”, indica Neel Burton en ‘Psychology Today’.
Las mejores lecciones estoicas para enseñar a tus hijos a superar las dificultades
Enrique Zamorano
Según Burton, estar sin emoción, si eso fuera posible, sería reducirse al estado inanimado de un árbol o una roca, mientras que el estoico busca, por el contrario, existir y sobresalir como ser humano. “Por lo tanto, los estoicos invitaron a emociones positivas y prosociales como la compasión, la amistad y la gratitud, que brotan de las Meditaciones de Marco Aurelio. Ya en el libro 1, Marco elogia a su tutor Sexto de Queronea por estar ‘libre de pasión y, sin embargo, lleno de amor’. Hoy en día, aquellos familiarizados con el estoicismo a menudo recurren a él en una crisis, pero pronto descubrieron que se trata de mucho más que de combatir incendios o incluso de desarrollar resiliencia a más largo plazo”.
El estoicismo moderno se trata de mantener un labio superior rígido, mientras que el estoicismo antiguo se trata de tratar de mantener la perspectiva última sobre todo
El psicólogo lo resume así: “El estoicismo moderno se trata de mantener un labio superior rígido, mientras que el estoicismo antiguo se trata de tratar de mantener la perspectiva última sobre todo, lo que plantea muchas preguntas interesantes. A diferencia de muchas intervenciones modernas, el estoicismo no se trata simplemente de sentirse mejor, sino de ser mejor, que es, a fin de cuentas, la forma más segura de sentirse mejor, y no solo mejor, sino mejor que nunca”.