El éxito y la pervivencia de la filosofía de Nietzsche 150 años después de ser expuesta se explica por conceptos como el eterno retorno que, desde entonces, ha sido reinterpretado por muchos filósofos posteriores, desde Heidegger a Vattimo, integrándose también en la cultura popular.
Pese a que esta idea central en el pensamiento nietzscheano también ha despertado debate por sus diferentes interpretaciones, en esencia, se trata de la radical afirmación de la vida, una revolucionaria postura moral que responde a las preguntas: ¿Qué harías si tu vida se repitiera infinitamente? Si la vida se repitiera eternamente, ¿cómo querrías que fuera?
Eterno retorno: esta vida pide otra

Pese a que Kant fue uno de los grandes “ídolos del pensamiento” a derribar por Nietzsche, ambos eran filósofos y, al fin y al cabo, trataban de responder a las mismas preguntas. El eterno retorno de Nietzsche está, en este sentido, en la misma línea del imperativo categórico kantiano. Trata de convertirse en la máxima del comportamiento humano, de su ética.
Si Kant nos preguntaba: ¿puede tu acto ser universalizable? ¿Tiene “categoría moral” para convertirse en ley universal?, Nietzsche nos sitúa ante un dilema similar:
Esta vida, tal como tú la vives y la has vivido tendrás que vivirla todavía otra vez y aun innumerables veces; y se te repetirá cada dolor, cada placer y cada pensamiento, cada suspiro y todo lo indeciblemente grande y pequeño de tu vida. Además, todo se repetirá en el mismo orden y sucesión… (…) El eterno reloj de arena de la existencia se le dará la vuelta siempre de nuevo (…) Frente a todo y en cada caso, la pregunta ¿quieres esto una vez e innumerables veces más?, ¡recaería sobre tu acto como la mayor gravedad!
Si “rechinas los dientes” ante este supuesto, si te da pavor, no solo va “algo mal en tu vida”, sino que la estás negando, no la quieres, quieres otra que no tienes porque tus actos no son radicales, puros y rotundos, no son “universalizables”, no haces, en suma, lo que debes, que diría Kant.
Si, al contrario, celebras la repetición de tu vida “en el mismo orden y sucesión”, no solo admitiendo, sino celebrando, cada dolor, cada placer, cada pensamiento y suspiro, cada grande y pequeño (instante), estarás afirmando tu vida, estarás celebrando la vida.
“Estás actuando de tal manera que la máxima de tu voluntad se pueda repetir infinito número de veces… sin que te cause ningún pesar”. En definitiva, estás haciendo lo que debes hacer y, por lo tanto, estás dejando atrás la negación, el nihilismo, para ser eterno… a través de la infinita suma de instantes.
El eterno retorno y la ‘enfermedad histórica’

En este artículo sobre el eterno retorno reinterpretado por Vattimo al que ya hemos acudido para exponer las diferentes facetas del nihilismo, el doctor en filosofía por la UNAM Bily López González habla del Ewige Wiederkunft des Gleichen o eterno retorno (de lo mismo) para considerarlo, no solo una “fórmula suprema de afirmación” como hemos visto, sino también como categoría existencial.
Porque, “la mera concepción de la posibilidad de la repetición infinita de «esta» vida tendría la posibilidad de lograr una transformación inmediata en la existencia: o bien la afirmamos, o bien la negamos… para poder cambiarla y afirmarla”.
Así, para Vattimo, no hay en el eterno retorno de Nietzsche una disyuntiva entre libertad y determinación, entre voluntad y fatalismo, sino una concepción de la temporalidad como categoría existencial. Porque la “más solitaria tribulación de la voluntad (…) es que el tiempo no camine hacia atrás: lo que fue, fue”.
Por lo tanto, “el dolor primordial en la existencia sería, en este sentido, no poder cambiar el pasado, tener que enfrentarse a él desde su petrificación inamovible”. Es lo que Nietzsche denomina la “enfermedad histórica”, el tiempo lineal que, en palabras de Vattimo, “sintetiza los males de nuestra civilización decadente: lo que fue, fue, no hay marcha atrás”. Cómo, por tanto, no inventar una venganza contra el pasado, si no podemos cambiarlo: “Es la aversión de la voluntad contra el tiempo y su «fue»”.
Y esta experiencia de temporalidad que origina la “enfermedad histórica” del ser humano, esta obsesión por presente, pasado y futuro, con la linealidad del tiempo, sería el origen de la “impotencia, resentimiento y deseo de venganza” de los que brota el nihilismo.
Ante el dilema entre pasado y futuro… elige instante

El eterno retorno de Nietzsche aspira a acabar con esa enfermedad al pasar del “así fue” al “así lo quise”, al “así lo quiero… y lo querré”. O en palabras de Vattimo “una transformación efectiva del pasado a través de una nueva construcción ontológica de la estructura misma de la temporalidad (…) caleidoscópica y vinculante que se crea y se re-crea a sí misma a cada momento”.
En esta concepción metafísica del tiempo como un eterno retorno, el instante es el lugar en el que convergen futuro y pasado, soldándose, de tal forma que “el instante en su eternidad se vuelve hacia sí mismo, (…) abriendo la posibilidad de intervenir con ello el pasado interviniendo el futuro, pues a cada nuevo instante, se genera la posibilidad de crear una nueva eternidad que regresará hacia sí en ese mismo instante (….): el futuro no deja de influir en el pasado, lo determina en la misma medida en que es determinado por él”.
Nietzsche no invita estrictamente a un carpe diem, pero vuelve a poner el foco en el ahora tras siglos de vivir en el pasado… o en el futuro, abriendo la posibilidad de la infinitud del tiempo a través de la infinitud de instantes, pero recordando que el individuo no está a merced del tiempo, al contrario, lo domina, “crea la existencia como el artista crea su obra” porque el eterno retorno es un hecho ineludible, pero, a la vez, una tarea a realizar: vivir.
Llegados al final, es hora de retornar al principio, y volver a preguntar ya, con otras palabras, que son las mismas: ¿quieres “esto” una vez e innumerables veces más? Si la respuesta es “no”… es que no estás haciendo lo que debes hacer.
Fuente: Psicología y mente