La Paradoja del Cepo Cambiario: Intervencionismo y Liberalización en la Política Económica Actual

La economía argentina enfrenta un panorama complicado bajo las actuales políticas de control cambiario. El cepo al dólar ha llevado a los funcionarios a un punto en el que la intervención estatal, lejos de ser una medida de emergencia, se ha convertido en una herramienta adictiva. El intento de determinar el precio del dólar desde oficinas gubernamentales les otorga la capacidad de influir en otras variables críticas, como las tasas de interés, generando un círculo vicioso de intervencionismo.

El equipo de Javier Milei, aunque promueve una retórica de libertad de mercado, parece haber sucumbido a esta tentación. En lugar de acusarles de incoherencia ideológica, resulta más pertinente destacar cómo esta intervención constante está generando crecientes inconsistencias en la política económica, exponiendo al gobierno a riesgos políticos cada vez mayores.

El control de cambios, por un lado, actúa como un impuesto sobre las exportaciones, desalentando la oferta de divisas. Por otro, subsidia las importaciones, fomentando una demanda creciente de dólares que pone presión sobre las reservas del Banco Central. La reciente reducción del impuesto PAIS intensifica esta dinámica, aumentando el incentivo para importar y complicando aún más la balanza de pagos del país.

En este contexto, el contraste entre el intervencionismo cambiario y el librecambismo comercial resulta especialmente relevante. A diferencia de episodios anteriores en la historia argentina, donde las restricciones al dólar iban de la mano con limitaciones cuantitativas a las importaciones, la actual gestión permite una liberalización comercial que podría generar más desequilibrios.

La estrategia del gobierno de Caputo y Milei se centra en una drástica reducción de la inflación actual, pero esta meta está plagada de fragilidades que podrían desencadenar un rebrote inflacionario futuro. Mientras buscan desesperadamente dólares a través de diversas vías, incluyendo acuerdos internacionales y la seducción de inversiones mediante el RIGI, los desequilibrios subyacentes y la falta de confianza en la economía siguen siendo un obstáculo.

La incorporación de José Luis Daza al equipo económico podría ser un intento de rectificar el rumbo. Con una sólida formación en economía liberal, su llegada sugiere un posible enfoque más equilibrado en las políticas económicas. Sin embargo, la gran pregunta sigue siendo si estas medidas podrán mantener la estabilidad sin incurrir en nuevos conflictos o desencadenar mayores desequilibrios en el sistema.

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