La idea de que el universo podría no ser lo que aparenta —una construcción real y tangible— cobró gran popularidad con el estreno de The Matrix en 1999. Sin embargo, las hermanas Wachowski, creadoras del filme protagonizado por Keanu Reeves, se inspiraron en conceptos filosóficos previos, especialmente en el libro Simulacro y simulación del pensador francés Jean Baudrillard. En esa obra, Baudrillard proponía que vivimos inmersos en una ilusión producida por el sistema capitalista, de la cual no podemos escapar.
Con el paso del tiempo, esta teoría fue adoptada y reformulada por científicos, tecnólogos y pensadores influyentes. Alan Guth, del MIT, y Ray Kurzweil, referente en inteligencia artificial, han llegado a sugerir que nuestro universo podría ser un experimento diseñado por una civilización superior, incluso por un estudiante de otro universo.
En 2024, el matemático británico Marcus du Sautoy, profesor en la Universidad de Oxford, retomó esta línea de pensamiento en su artículo Is the Universe a Game? publicado en New Scientist. Allí plantea que el universo podría ser, literalmente, un juego.
Du Sautoy compara las leyes físicas con las reglas que rigen los juegos: sistemas cerrados con dinámicas específicas, condicionadas por elementos como la incertidumbre y la libertad. Recupera ideas del físico Richard Feynman, quien alguna vez escribió: “El mundo es algo así como un gran juego de ajedrez jugado por los dioses, y nosotros somos meros observadores”.
Inspirado por el teórico francés Roger Caillois, Du Sautoy aplica los cinco elementos esenciales del juego —incertidumbre, improductividad, separación, imaginación y libertad— al funcionamiento del universo. En particular, destaca cómo la física cuántica y la teoría del caos reintrodujeron la imprevisibilidad en un cosmos que Newton había vuelto completamente determinista.
En cuanto a la “improductividad” del universo, Du Sautoy afirma: “Salvo que uno crea en un poder superior, toda la evidencia indica que el universo no tiene un propósito. Simplemente es”. Este carácter improductivo lo acerca más a una simulación o juego que a una creación con sentido o dirección.
Por su parte, el físico Melvin M. Vopson, de la Universidad de Portsmouth, aportó en 2025 un nuevo argumento en esta dirección. En su estudio Is gravity evidence of a computational universe?, publicado en AIP Advances, sugiere que la gravedad podría ser una manifestación de un universo que funciona como una supercomputadora.
Vopson propone que la estructura del espacio-tiempo estaría compuesta por “píxeles” elementales que actúan como unidades de almacenamiento de información, de forma similar a un entorno digital. “Esto es lo mismo que sucede en el diseño de videojuegos o simulaciones de realidad virtual”, asegura. Según su hipótesis, la gravedad no sería una fuerza en sí misma, sino una consecuencia del esfuerzo del universo por optimizar su organización.
Ambos científicos coinciden en que no hay pruebas concluyentes, pero las similitudes entre las reglas del universo y las lógicas del diseño computacional son lo suficientemente provocadoras como para mantener la pregunta abierta: ¿y si realmente estamos viviendo en una simulación?