Análisis de privilegio y opresión
La Universidad de Indiana enfrenta críticas tras ofrecer un curso titulado “Comprender la diversidad en una sociedad pluralista”, donde se enseña que los hombres heterosexuales, blancos y cristianos forman parte de un grupo “privilegiado” responsable de la “opresión social” hacia otros colectivos en Estados Unidos, como personas de color, mujeres, y la comunidad LGBTQ+. La controversia surge por las asignaciones y conceptos del curso, según reportes de The Washington Free Beacon.
La tarea final: reflexionar sobre identidades
El curso, de ocho semanas, tiene como evaluación principal un trabajo que representa el 26 % de la nota final. Los estudiantes deben escribir una reflexión profunda sobre dos aspectos de su identidad: uno que represente una “identidad dominante” y otro una “identidad subordinada”, con el objetivo de abordar las dinámicas de opresión social.
Para ello, los alumnos utilizan una guía que clasifica las “manifestaciones de opresión social” (como el racismo, clasismo y heterosexismo) y proporciona ejemplos de identidades dominantes y subordinadas. Por ejemplo, un hombre blanco heterosexual, cristiano y de clase media se identifica como dominante, mientras que las mujeres, personas LGBTQ+, individuos de color, con discapacidades o de otras religiones son categorizados como subordinados.
Críticas de los estudiantes
Un estudiante anónimo expresó su descontento con el enfoque del curso, afirmando que tuvo que “inventar algo” para cumplir con la tarea. “Es irónico que en una clase donde se supone que debemos explorar nuestra identidad, me vea obligado a suprimir la mía porque soy catalogado como privilegiado y opresor, a pesar de haber crecido enfrentando dificultades como la falta de comida”, dijo.
Polémica en el debate académico
El curso ha desatado un debate sobre los límites entre la educación sobre diversidad y la imposición de marcos ideológicos. Mientras algunos consideran que fomenta una reflexión necesaria sobre desigualdades sociales, otros argumentan que perpetúa estereotipos y puede silenciar voces al etiquetar identidades como inherentemente opresoras o subordinadas.
Este caso refleja las tensiones en las universidades estadounidenses sobre cómo abordar temas de diversidad, identidad y privilegio en un contexto educativo.