Tras semanas de presión en el mercado cambiario, el Banco Central logró un respiro: luego de haber vendido u$s1.796 millones en apenas dos semanas, el inicio de abril trajo un cambio de rumbo con una compra de u$s53 millones. Para los analistas del mercado, este giro no fue casualidad, sino que coincidió con una caída masiva en las cotizaciones del mercado de futuros.
La clave de esta dinámica radica en la tasa implícita: con la baja de las cotizaciones, la rentabilidad de apostar contra el peso se reduce, volviendo menos atractivo el arbitraje cambiario frente a las tasas que ofrecen los títulos del Tesoro. Para Toto Caputo, esto abre la posibilidad de rearmar el “carry trade” y sostener su esquema de crawling peg al 1% sin comprometer aún más las reservas del BCRA. Sin embargo, la gran incógnita es si este movimiento marca un cambio de tendencia real o si solo se trató de un ajuste puntual por el inicio de mes.
Números que reflejan el cambio
El impacto de este fenómeno se vio reflejado en los contratos de futuros. La posición de abril cerró en $1.115, cayendo desde los $1.129 del lunes y alejándose del pico de $1.174 registrado en plena turbulencia. Además, a diferencia del lunes, cuando solo retrocedieron las posiciones más cortas, esta vez la caída afectó a toda la curva, incluyendo los contratos posteriores a las elecciones legislativas de octubre.
El contrato de mayo descendió a $1.156, lo que representa un 5,47% por encima del tipo de cambio oficial previsto por la “tablita” de Caputo, con una tasa mensual implícita del 2,7%. Para octubre, el precio se ubicó en $1.341,50, con un sobreprecio del 16% y una tasa mensualizada del 2,3%.
¿Intervención oficial en el mercado de futuros?
Las fuertes caídas en los contratos de futuros alimentaron sospechas sobre una posible intervención del gobierno. Si bien las operaciones en futuros son anónimas, los analistas creen que hubo una mano oficial detrás del desplome de las cotizaciones. Esto se suma a la fuerte venta de contratos que se observó el lunes, tras un arranque alcista en medio del pánico del mercado.
Si bien los ajustes de posiciones son habituales a fin de mes, el volumen de lo ocurrido sugiere que no se trató solo de movimientos naturales del mercado. De hecho, algunos economistas venían reclamando que el BCRA interviniera en futuros para moderar las expectativas de devaluación sin comprometer reservas, dado que estas operaciones se liquidan en pesos.
Los efectos de la intervención
La estrategia de intervención tiene un objetivo claro: alinear las tasas implícitas de los futuros con las tasas de los bonos del Tesoro para frenar la corrida contra el dólar y estabilizar el mercado. Este esquema funcionó entre octubre y febrero gracias al ingreso de divisas por el blanqueo de capitales, que permitió al BCRA fortalecer su posición.
Durante ese período, los inversores aprovecharon la “tasa sintética”, combinando la colocación de pesos en Lecap con la compra de contratos de dólar futuro para cubrirse ante una devaluación. Sin embargo, el temor a un cambio en la política cambiaria tras el acuerdo con el FMI revirtió la tendencia, elevando las tasas implícitas de los futuros por encima de las de los bonos.
El intento de Caputo de revertir esta dinámica con bonos “dólar linked” no tuvo el impacto esperado, por lo que la intervención en futuros parece haber sido el siguiente paso en su estrategia.
¿Cambio de tendencia o espejismo?
La gran pregunta es si este movimiento marcará un punto de inflexión en la dinámica cambiaria o si solo se trata de una corrección temporal. Aunque el desembolso de u$s8.000 millones por parte del FMI genera alivio, el verdadero desafío es revertir el flujo negativo de capitales y restaurar la confianza en el mercado.
Los datos oficiales reflejan un contexto desafiante: febrero registró el noveno déficit consecutivo de cuenta corriente, y las consultoras ya estiman un rojo del 1,5% del PBI. Además, la caída en los depósitos en dólares -que pasaron de u$s34.600 millones en octubre a u$s29.484 millones- y los rumores sobre retiros masivos generan preocupación.
Pero el mayor temor es un posible desarme de plazos fijos en pesos, lo que podría transformar la corrida cambiaria en una corrida bancaria. Hasta el momento, los depósitos en pesos siguen creciendo a un ritmo del 11% mensual en términos reales, pero cualquier deterioro en las expectativas podría cambiar el panorama rápidamente.
En este escenario, Caputo y el BCRA enfrentan un dilema: ¿lograrán consolidar este aparente cambio de tendencia o se trata solo de una tregua momentánea? La respuesta, como siempre, estará en los próximos movimientos del mercado.