El jefe de La Cámpora volvió al centro de la escena política y su nombre suena tanto para encabezar la boleta nacional del peronismo como para liderar la lista en el conurbano sur. El kirchnerismo debate su estrategia en medio del hermetismo y la tensión interna.
Cámpora, su aparición en el balcón de la casa de Cristina en Constitución, saludando a la militancia, fue leída como una señal. Esa escena fue reforzada horas más tarde con su participación en una entrevista en el canal C5N, su primera aparición televisiva en mucho tiempo.
En medio del hermetismo que caracteriza al espacio, distintas fuentes coinciden en que una posible postulación de Máximo funciona como una forma simbólica de recoger el guante: ocupar el lugar que el fallo de la Corte le impidió a su madre. La mística militante haría de esa candidatura una reacción política con carga épica frente a lo que consideran una “proscripción” judicial.
La estrategia que se perfila, aún sin definiciones oficiales, buscaría consolidar un frente amplio del peronismo. Algunos sectores proponen cederle al gobernador Axel Kicillof el armado de las listas seccionales, como forma de sostener la unidad. En los municipios donde el peronismo es oposición, el objetivo sería equilibrar la representación con aval de la conducción bonaerense, mientras que en los distritos oficialistas se respetarían las decisiones de cada intendente.
En paralelo, las tensiones internas comenzaron a manifestarse de manera más explícita. Máximo, sin confirmar su candidatura, dejó frases sugestivas: “Hay algunas personas que pueden pensar que si no estamos nosotros, tienen una oportunidad de crecer”. La declaración coincidió con la advertencia que lanzó más temprano la senadora Anabel Fernández Sagasti, mano derecha de Cristina, quien cuestionó a quienes —según ella— celebran en silencio la inhabilitación política de la ex presidenta: “Van a fingir que están tristes, pero van a pensar que ahora es su tiempo”.
El fallo de la Corte también dejó en suspenso una mesa de coordinación entre los distintos sectores del peronismo que Cristina y Kicillof habían empezado a tejer días atrás, con vistas a una estrategia conjunta. La irrupción del conflicto judicial y su impacto político obligan ahora a repensar el esquema, con Máximo Kirchner como posible figura de consenso o, al menos, como pieza clave en el relato de resistencia.
“En 2014 dije que no había apellidos milagrosos. Ni el mío ni ninguno. Tiene que haber vocación de trabajo”, dijo el diputado en la entrevista, en tono medido, evitando confirmaciones. Pero su exposición mediática —inusual en él— y su proximidad simbólica con Cristina parecen haber reactivado un operativo clamor que busca reposicionarlo.
Por ahora, el kirchnerismo navega entre el silencio estratégico y los gestos elocuentes. La eventual candidatura de Máximo Kirchner podría ser, a la vez, un movimiento defensivo frente al revés judicial y un intento de mantener viva la centralidad política del apellido que aún domina el corazón del conurbano.