En los primeros días de junio, el plan de China de construir un puerto multipropósito en Río Grande, capital de la provincia de Tierra del Fuego, Argentina, saltó a los titulares. Los planes habían sido ratificados primero por un decreto del gobernador de esa provincia, Gustavo Melella, que cuenta con el apoyo del peronista Frente de Todos, el 31 de mayo. La polémica comenzó cuando el gobernador hizo llegar a la Legislatura provincial un Memorándum de Entendimiento con la empresa china Shaanxi Chemical Group, la cual invertiría 1.250 millones de dólares en la provincia para la construcción de una planta industrial con una capacidad anual de 600.000 toneladas de amoníaco sintético, 900.000 toneladas de urea y 100.000 toneladas de glifosato.
Esos datos preocuparon a ambientalistas. “Cuando se manejan este tipo de productos en un puerto puede haber derrames, y deben establecerse medidas para evitarlo. En el caso de que ocurra, es necesario que haya un protocolo de reparación y mitigación”, advierte Michelle Carrere, periodista especializada en medioambiente de Mongabay Latam, en entrevista con DW.
Diputados opositores denunciaron a Melella por delitos contra la seguridad nacional. Y más tarde, el jefe de Gabinete nacional, Agustín Rossi, confirmó que el proyecto no se concretaría.
No es la primera vez que China planea construir un puerto en Tierra del Fuego. En 2009, la entonces gobernadora Fabiana Ríos ratificó un convenio con Pekín para un polo petroquímico y un puerto multiuso, también en Río Grande. Y este fue rescindido por falta de informes sobre el impacto ambiental y la factibilidad del proyecto.
Argentina, tironeada entre dos rivales sistémicos
Que la presión de Estados Unidos, que se disputa la hegemonía global con China, jugó un fuerte papel en la retirada actual de Argentina del proyecto del puerto chino, es un secreto a voces. El embajador estadounidense en Argentina, Marc Stanley, advirtió a Melella sobre el disgusto de la Casa Blanca, e incluso viajó a la isla.
Aparentemente, en Washington no estarían interesados en asumir la construcción del puerto. Pero China sí lo está. “En caso de un conflicto en el que EE. UU. bloqueara el canal de Panamá, por ejemplo, el acceso bioceánico sería clave para los chinos”, dice a DW Eduardo Daniel Oviedo, investigador del CONICET y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.
Pero el que piense que China es el único país presente con puertos concesionados en Argentina, se equivoca. “Tanto en el norte como en el sur de la ciudad de Rosario, en una franja de 60 kilómetros, tenemos una gran cantidad de puertos concesionados a la multinacional francesa Dreyfus, a la estadounidense Cargill, o al grupo Nidera, de capitales holandeses y argentinos, cuyo 51 % fue adquirido por la estatal china de compra de granos Cofco”, puntualiza Oviedo. “No veo el proyecto del puerto con capitales chinos como algo controvertido. Lo que sí es preocupante son las consecuencias futuras”, agrega, “ya que, como ha pasado con otros puertos, cuando los países endeudados no pueden pagarle, China empieza a exigir ciertas condiciones, como, por ejemplo, concesiones a 99 años, y eso sí afectaría la soberanía nacional”.
Según Bloomberg Línea, al tiempo que se firma el memorándum con China, la empresa Mirgor, de capitales argentinos, uno de los principales fabricantes de productos electrónicos, planeaba ya la construcción de un puerto multipropósito por U$S 380 millones. Un puerto de uso público y con estudios ambientales aprobados, clave para la industria del hidrógeno en Tierra del Fuego.
Investigación científica y pesca ilegal
El intercambio entre China y Argentina no es solo comercial, sino tecnológico y de investigación científica. “Muchos avances chinos en Argentina tienen que ver con bases de investigación, como la Estación de Espacio Lejano, en Bajada del Agrio, Neuquén”, señala Oviedo, autor del libro ´Relaciones internacionales en tiempos de auge chino y declive argentino´. La base de Neuquén, en el sur argentino, ocupa 200 hectáreas y reporta directamente al Ejército Popular Chino, lo cual genera dudas y polémica. “Los intereses de China en los últimos años van desde la pesca hasta la construcción de cuatro bases en la Antártida”, añade Oviedo.
“Tener una salida desde el puerto hacia la Antártida le daría a China un posicionamiento geopolítico importante”, añade Oviedo. China también está enfocada en la pesca en mares distantes: “Los chinos plantean la necesidad de construir bases logísticas para la explotación pesquera”, señala. “Además de la cooperación oficial con barcos pesqueros chinos dentro de la zona económica exclusiva, hay otros barcos que pescan más allá de las 200 millas marinas. “Se habla de una flota de unos 300 a 400 barcos. Eso genera un gran impacto ecológico, más allá de otras prácticas ilegales de los barcos chinos en alta mar”, alerta.
“Esa flota opera a partir de la milla 201 pescando calamar gigante”, explica Michelle Carrere. “Es la misma que opera frente a la zona económica exclusiva de Galápagos, en el Pacífico. Se traslada desde el Atlántico hacia el Pacífico cruzando el Estrecho de Magallanes. El conflicto ahí es que tiene cientos de barcos, y por lo tanto el riesgo de sobreexplotación es alto”.
Y agrega que también se han identificado casos de pesca ilegal en el Mar Argentino. Pero esa “presión pesquera” de China, dice la editora de temas sobre océanos, no afecta solo a Argentina: China ya accede a otros países de América del Sur, y el principal puerto es Montevideo.
Además del puerto que se planeaba en Río Grande, Pekín tiene intereses múltiples en otros sectores de la infraestructura argentina: participar en el dragado de la Vía Navegable Troncal (conocida como Hidrovía), la construcción de Atucha III, la cuarta central nuclear del país, la construcción de represas en Río Gallegos y seis iniciativas para la explotación de litio en el norte, además de decenas de obras de infraestructura.
“Estados Unidos y China sostienen desde 2006 un diálogo bilateral sobre América Latina”, subraya Eduardo Oviedo. En ellos tratan de deslindar sus intereses. “Por eso, la presencia cada vez mayor de China en América Latina le sirve a China para negociar tal vez otras cosas con Estados Unidos, una suerte de intercambio de figuritas”, concluye.
(ers)
Fuente: DW, Akemania