La sesión convocada para este jueves en el Senado promete convertirse en un escenario de alta tensión política. La Cámara alta debatirá la posible expulsión o suspensión del senador peronista disidente Edgardo Kueider, detenido la semana pasada en Paraguay con más de USD 200.000 sin declarar. Pero el oficialismo, liderado por La Libertad Avanza, ha añadido un nuevo elemento a la discusión al solicitar la suspensión del cristinista Oscar Parrilli, quien enfrenta una causa judicial abierta.
Expulsión, suspensión o estancamiento: un Senado en el límite
El kirchnerismo empuja con fuerza la expulsión de Kueider, una medida que contrasta con la propuesta de suspensión temporal que impulsan sectores dialoguistas del oficialismo y de la oposición. Sin embargo, las tres opciones —expulsión, suspensión de Kueider o suspensión de Parrilli— requieren dos tercios de los votos para ser habilitadas y aprobadas, un umbral difícil de alcanzar en un Senado dividido.
El orden de los temas será crucial. Si se prioriza la expulsión de Kueider, las bancadas oficialistas y opositoras podrían quedar expuestas al no llegar a un consenso para iniciar el debate. En caso de que esa moción fracase, la alternativa de suspender al senador entrerriano hasta el 1 de marzo quedaría igualmente en riesgo, ya que el kirchnerismo podría bloquearla. Esto, a su vez, impactaría sobre la posibilidad de debatir la suspensión de Parrilli, generando un potencial callejón sin salida.
La disputa por el reemplazo: el trasfondo político de la expulsión
El interés del kirchnerismo por la expulsión inmediata de Kueider tiene un trasfondo político evidente. Su salida permitiría que su banca sea ocupada por Stefanía Cora, una diputada provincial cercana a La Cámpora, fortaleciendo al bloque cristinista en el Senado al sumar un legislador y acercarse al quórum propio.
En cambio, la suspensión de Kueider retrasaría este escenario, dando tiempo hasta el 1 de marzo, cuando el presidente Javier Milei abrirá las sesiones ordinarias en el Congreso. Mientras tanto, la oposición dialoguista y sectores críticos del oficialismo ven en esta opción una salida transitoria para evitar un choque frontal en el recinto.
Escenarios inciertos y una olla a presión política
La sesión de mañana podría derivar en un desenlace incierto, con el riesgo de que ninguna de las propuestas prospere y el Senado quede sumido en un nuevo escándalo institucional. En un contexto de fragmentación política, el caso Kueider ha exacerbado las divisiones entre los distintos sectores del oficialismo y de la oposición, mientras que la inclusión del caso Parrilli complica aún más el panorama.
Con un oficialismo debilitado, una oposición dividida y los libertarios sumando presión, la jornada se perfila como una prueba de fuego para la estabilidad del Senado y, por extensión, para el equilibrio político en el Congreso.
Una disputa de largo alcance
Más allá del resultado de la sesión, la controversia sobre Kueider y Parrilli pone de manifiesto las tensiones latentes en el sistema político argentino. Lo que ocurre en el Senado esta semana podría marcar un precedente significativo para futuras disputas en un contexto de creciente polarización y dificultades para construir consensos.