Este lunes, en la víspera de un nuevo Día del Periodista, se presentó en el Auditorio de la Cámara de Diputados el “Informe socioeconómico sobre periodistas y trabajadores de prensa”, confeccionado por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), acompañado por otros sindicatos agrupados en la Federación Argentina de Trabajadorxs de Prensa (Fatpren).
En la presentación estuvieron, entre otros, los diputados Nicolás del Caño (PTS-FITU), Pablo Carro (FdT) y Mónica Macha (FdT), legisladores porteños como Gabriel Solano (PO-FITU) y María Bielli (FdT), la secretaria general de UTE Angélica Graciano, el secretario adjunto de la Federación Gráfica Bonaerense Matías Velázquez, dirigentes de los sindicatos de prensa de Viedma (Río Negro) y Salta y académicas y académicos de las comunicaciones.
Te puede interesar: ¿Por qué el 7 de junio es el Día del Periodista en Argentina?
La presentación (podés verla completa abajo) estuvo a cargo de Agustín Lecchi, secretario general del SiPreBA, y Francisco Rabini, secretario gremial. El “Informe socioeconómico sobre periodistas y trabajadores de prensa” se basa en una encuesta realizada sobre una población de mil “periodistas, comunicadores, trabajadores y trabajadoras de prensa de la Ciudad de Buenos Aires y el AMBA”, que se puede ver en detalle haciendo clic acá. Sus resultados están discriminados bajo los ítems “Salarios”, “Pluriempleo”, “Colaboradores freelance”, “Eje socioeconómico”, “Género”, “Juventud”, “Teletrabajo”, “Problemas recurrentes al interior del ámbito laboral” y “Libertad de prensa”.
Como marco general, el informe remarca que mientras en 2016 el salario inicial para el puesto de redactor o redactora “estaba 30 puntos por encima de la canasta básica”, desde 2019 dejó de alcanzar ese piso elemental. Además del mazazo ejecutado por el macrismo (más de 4.500 despidos en el sector), “con la pandemia se distorsionaron las relaciones laborales, extendiéndose el teletrabajo, modalidad que parcialmente aún persiste en algunos sectores”. Y si bien en la postpandemia se recuperó parte del empleo, fue “con niveles de precariedad muy altos, en muchos casos con contratos por fuera de nuestros convenios colectivos de trabajo y el Estatuto del Periodista, y con salarios cada vez más depreciados”.
En ese marco, se asegura que “las condiciones laborales en las que se ejerce el periodismo sin dudas afectan derechos como la libertad de expresión y, más importante y colectivo, el derecho de la ciudadanía a la información”.
Como el informe se refiere básicamente a lo que sucede en el AMBA (y muy especialmente en la Ciudad de Buenos Aires), vale pensar que en el resto del país la situación puede ser peor. Hay regiones en las que el mapa de medios es menos diversificado y a la vez los medios existentes suelen estar concentrados en pocas manos. Eso, combinado con los vínculos entre empresarios, poder político y direcciones sindicales burocráticas, deriva en más precarización aún.
Salario, pluriempleo y teletrabajo
El relevamiento del SiPreBA logró establecer que, para abril de este año, “casi la mitad de les trabajadores de prensa de la Ciudad de Buenos Aires (47 %) cobró sueldos por debajo de la canasta básica total del Indec que determina la línea de pobreza”. Ese porcentaje se eleva al 74,44 % en el caso de trabajadoras y trabajadores de menos de treinta años de edad. Si se toma de ejemplo el puesto de redactora o redactor, ese porcentaje llega al 65 %, es decir que casi siete de cada diez compañeras y compañeros que llenan de contenido escrito los diarios, las revistas y los portales son pobres, al menos si dependieran sólo de ese ingreso.
En el caso de los puestos laborales en televisión, el porcentaje de asalariadas y asalariados bajo la línea de la pobreza se reduce al 12 %. Para el SiPreBA esta “mejora relativa” de la TV respecto a la prensa escrita “se explica en gran medida por la fuerte organización interna que se cristaliza en los resultados de las negociaciones salariales por empresa, y principalmente por la ausencia de la regresiva paritaria de la Utpba en las mismas (organización que en prensa oral y escrita negocia paritarias a la baja año tras año)”.
La situación de la TV se replica en parte en los medios públicos (la TV Pública, la Agencia Télam y Radio Nacional), donde hay un relativamente bajo nivel de trabajadoras y trabajadores pobres.
Semejante situación salarial se traduce en penurias cotidianas. Más de la mitad del gremio no tiene posibilidades de acceso a una vivienda propia, siendo esa misma proporción la que tiene hijas, hijos y/o familiares a cargo. Siete de cada diez encuestadas y encuestados que alquilan para vivir, desembolsan mes a mes “más de $ 30.000 entre alquiler y expensas”.
Esa realidad de tantas y tantos periodistas y laburantes de otras áreas de medios obliga a gran parte a mantener dos o tres empleos para poder obtener un ingreso que permita comer, vestirse, mantener a una familia, capacitarse, etc. Según la encuesta del SiPreBA, la mitad (50,2 %) “afirmó tener dos o más trabajos remunerados” y más de un tercio (34,8 %) “afirmó que durante el último año se incorporó a un trabajo nuevo además del/los que ya tenía”.
Obviamente la peor situación se la llevan las colaboradoras y colaboradores llamados freelance , quienes trabajan en varios empleos por una menor paga. “Entre los trabajadores de prensa más precarizados, mal llamados ‘freelance’, el 68,3 % ‘colabora’ (trabaja) con 2 o más medios”, dice el SiPreBA. Y agrega que nueve de cada diez encuestades “afirmó que durante el último semestre su volumen de trabajo se mantuvo igual o aumentó, pero al mismo tiempo un 60 % afirmó que en el mismo período de tiempo sus ingresos no aumentaron” y “casi la totalidad del 40 % restante tuvo recomposiciones inferiores a la inflación”.
Además, a un tercio las patronales les empezaron a pagar por sus notas con más demora de lo habitual, lo que lleva en parte a que un 54,8 % tenga “otros trabajos fuera de prensa, obligado por la urgente situación económica del sector”.
Como se dijo, el teletrabajo fue una de las “novedades” que trajo la pandemia y se extendió en el gremio, al punto que “un 68,7 % de los trabajadores de prensa de la ciudad de Buenos Aires está trabajando en forma remota” (permanentemente o por algunos días) y sólo un 15,1 % de ellos “recibe algún tipo pago del extra”, pese a estar regulado por ley desde hace dos años. Un 67,5 % “en el año tuvo que hacer alguna inversión extra para trabajar desde su casa”.
Casi la totalidad de quienes hicieron o hacen teletrabajo (96 %) “afirma haber sufrido patologías vinculadas” a esta modalidad, “sin las herramientas ni el entorno adecuado, en el siguiente orden: dolores musculares, cansancio en la vista, estrés, dolor de cabeza, depresión”.
Género, edad y tareas de cuidado
Si bien entre 2021 y 2022 el porcentaje de mujeres en el gremio pasó de 38,59 % a 43,8 %, “se repite la misma tendencia según la cual la presencia de mujeres tiende a ser escasa en las ramas con mejores condiciones laborales, y a aumentar entre aquellas donde hay mayor precariedad”. Por su parte, las disidencias representan el 0,7 % del total del personal de prensa en la Ciudad de Buenos Aires.
Respecto a las tareas de cuidado, entre quienes tienen hijas e hijos “la percepción de cuánto les afectan” cambia según el género. El 49 % de las mujeres en esa condición se ve muy afectado por las tareas de cuidado, mientras que en el caso de los varones ese porcentaje baja al 33 %. Y vale tener en cuenta que el 97,7 % de las mujeres y disidencias le dedica más de una hora por día a las tareas de cuidado, en tanto que en el caso de varones l
o hace el 89,1 %.
Ante la consulta por situaciones de violencia, tanto en el hogar como en el trabajo, “el 13,7 % del total de mujeres y disidencias afirmó haberlas sufrido” y, de ellas, “un 18,5 % manifestó haber sufrido violencia de género en su hogar y el 77,7 % afirmó haber sufrido violencia en el trabajo”.
Hay un dato nada menor: sólo el 12,67 % de las trabajadoras y los trabajadores de prensa encuestados es menor de treinta años. Y en ese universo son mayoría las mujeres y disidencias (54,3 %), más que la media (“se condice con la feminización de la precariedad que caracteriza al gremio”). Las y los jóvenes “se encuentran en los puestos más precarios, y por lo tanto si bien su presencia laboral es muy baja, es mayor en empresas privadas donde reinan los bajos salarios y las peores condiciones laborales, que en medios públicos”.
Ámbito laboral complejo
El informe del SiPreBA afirma que “entre las y los trabajadores de prensa encuestados se repiten una serie de problemas recurrentes sufridos durante el último año relevado”. Esos problemas son los “cambios en el tiempo o condiciones de trabajo” impuestas por las patronales sin consentimiento (38,2 %), el maltrato laboral de jefes y superiores (19,4 %), las presiones por los contenidos periodísticos (16 %), discriminación (5,8%), estrés (51%), ansiedad (33,8 %), depresión (15,4%) y violencia psicológica (9,2%). “Sólo un 26 % afirma no haber sufrido ninguno de estos problemas”, concluye.
Muchos de esos problemas sufridos en el gremio se conjugan con agresiones y amenazas que se sufren (“online y offline) por el hecho de ser periodista o trabajadora o trabajador de prensa. Del total de encuestades, un 13,9 % dijo que recibió o tal vez haya recibido algún tipo de ataque por su trabajo durante el último año. De ese universo, casi la mitad (45,7 %) dice que los ataques provinieron de “trolls de internet en redes sociales”.
“Esta problemática creciente a escala global conocida como violencia digital es algo que muchas veces suele ser soslayado pero es de gran relevancia para el ejercicio de la libertad de prensa. En muchos casos los ataques sistemáticos provocan el cierre de redes sociales, lo que a su vez atenta contra la propia fuente de trabajo de los trabajadores de prensa agredidos”, sintetiza el informe.
La mayoría (55 %) de los agravios provinieron de personas desconocidas y un 14,2 % de personas conocidas. También de colegas (15 %), de miembros de fuerzas de seguridad (12,6 %), de funcionarios de gobierno (8,7 %), de políticos (7,9 %) y de empresarios (3,9 %). Un 10,2 % del total incluyó agresiones físicas. Un 70 % fueron por internet y un 14,2 % por teléfono.
“Van desde agravios e insultos online y en la calle por su condición de periodista, críticas por el medio en el que trabaja, comentarios agresivos y amenazas vinculadas a notas que escribió, a balas de goma, gases y demás agresiones por parte de fuerzas represivas. En todos los casos debemos evidenciarlas y repudiarlas ya que el trabajo de la prensa es indispensable para construir una sociedad más informada y más justa”, dice el SiPreBA. Hay que recordar que gran parte de esas agresiones no son conocidas a través de las empresas periodísticas sino de la red de medios cooperativos, comunitarios y populares.
Fuente: La Izquierda Diaria, Argentina