Meses de tensiones y de diálogos diplomáticos fallidos desembocaron en el resultado que se temía desde hace tiempo: una invasión militar a Ucrania por parte de la Rusia de Vladimir Putin.
El mandatario ruso justificó la operación puesta en marcha este jueves en una supuesta petición de los líderes de las regiones rebeldes de Donetsk y Luhansk, dos territorios de Ucrania controlados desde 2014 por grupos separatistas prorrusos y que este semana fueron reconocidos por el Kremlin como estados “independientes”.
“Tomé la decisión de llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo será defender a las personas que durante ocho años sufren persecución y genocidio por parte del régimen de Kiev”, señaló Putin en una afirmación que no está sustentada por ninguna evidencia.
Aseguró además que buscaba la “desmilitarización y desnazificación de Ucrania”, a lo que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, respondió recordando que él es judío. “¿Cómo podría yo ser nazi?”, preguntó.
Y aunque el mandatario ruso afirmó que sus planes “no incluyen una ocupación del territorio ucraniano”, pronto quedó claro, que la operación militar rusa no se limitaría a “proteger” a los rebeldes de Donetsk y Luhansk, sino que abarca todo el país.
Esta operación también tendría para Moscú objetivos que irían más allá de Ucrania, según señala Gerald Toal, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Virginia Tech en EE.UU.
“Desde la perspectiva geopolítica, Putin quiere desafiar el dominio unipolar estadounidense, por lo que se trata de una jugada que coincide con el objetivo general de China de retar ese orden internacional”, dice Toal a BBC Mundo.
“En términos de seguridad europea, está buscando destrozarla para demostrar que Rusia está de vuelta, que es una potencia importante a la que deben prestar atención. [Su mensaje es que] la OTAN no puede seguir expandiéndose sin escuchar las preocupaciones de seguridad de Rusia”, apunta.
El modelo Lukashenko
Adriano Bosoni sostiene que el escenario ideal para Moscú sería lograr que Ucrania siga el ejemplo de Bielorrusia, “que es prácticamente un estado títere, totalmente dependiente de Rusia, con [Alexander] Lukashenko como dictador perpetuo”.
Esta estrategia de forzar un cambio de régimen en Ucrania para imponer un nuevo gobierno “amistoso” es considerada como “muy arriesgada” por Gerard Toal, quien durante años ha hecho estudios sobre la opinión pública en Ucrania y cree que es muy difícil que Rusia tenga éxito por esa ruta.
“La violencia polariza la situación y la hace muy tóxica por lo que cualquier gobierno distinto al actual en Ucrania va a ser visto como una capitulación ante Rusia, como un títere de Rusia, por lo que creo que una mayoría de la población se movilizará en su contra y no veo cómo podría tener éxito”, señala.
El experto indica que en los estudios de opinión pública en Ucrania hechos en años recientes en torno a 73% de los encuestados manifestaban no tener confianza en Vladimir Putin, mientras que el resto se dividía entre gente que no quería responder y una parte de personas que sí confiaban aunque fuera un poco en el mandatario ruso.
Toal asegura que aunque indudablemente hay sitios de Ucrania donde las tropas rusas serán bienvenidas, no cree que haya ningún lugar donde la mayoría de la población lo haga.
Más allá de las dificultades para instalar en Kiev un gobierno que le sea favorable, Zeihan cree que Moscú enfrentará grandes desafíos para controlar el territorio ucraniano tanto por la resistencia de la población como por tratarse de un país que sigue siendo en gran medida rural.
“Una de las grandes consecuencias de las previas invasiones de Rusia a Ucrania en los últimos ocho años fue que los rusos han logrado convencer a todo el mundo por sus acciones allí que Rusia ya no es un estado amigo”, dice.
Y agrega: “Por eso, si esto hubiera ocurrido hace una década, quizá habrías encontrado colaboración por parte de un tercio de la población de Ucrania, pero ese tiempo pasó. Ahora probablemente menos de 5% de las personas pueden contarse como colaboracionistas, todos los demás van a resistir“, asegura.
Zeihan compara esta situación con la planteada con la invasión estadounidense de Irak en 2003, donde la gran mayoría de la población estaba en contra de Saddam Hussein, lo que permitió que durante el primer año de la ocupación Estados Unidos no enfrentara grandes dificultades porque una parte sustancial de los habitantes eran neutrales hacia las tropas estadounidenses.
“Eso no va a ocurrir aquí. El territorio es más grande, la población es más grande y más hostil. Además, se trata de un país en el que puedes estar en el campo.
“A diferencia de Irak, donde un tercio del país es desierto, Ucrania es un país agrícola y es distinto perseguir a la gente en el desierto, donde puedes encontrarlos con instrumentos de visión nocturna, que hacerlo en un lugar donde pueden desaparecer en los campos. Esto va a ser un camino duro a casa”, señala Zeihan.
Pero el hecho de que las perspectivas de la ocupación de Ucrania y de la sustitución del gobierno de Zelensky no luzcan fáciles para Rusia, no significa que Putin se quede sin opciones.
Un país dividido
“Si por cuestiones de resistencia, violencia, lucha, los ucranianos muestran tener mejores capacidades defensivas de lo que los rusos esperaban, yo no descartaría el escenario de una cierta partición de Ucrania, en la cual Rusia, a través de una República de nulo reconocimiento internacional, quede controlando la parte este del país, donde hay mayor concentración de gente qué habla ruso y que es prorrusa, mientras que lo que sobreviva de Ucrania se mantenga en la parte oeste del país, que es la que más habla ucraniano y la más pro occidental”, afirma Adriano Bosoni, de Rane.
Esta operación también tendría para Moscú objetivos que irían más allá de Ucrania, según señala Gerald Toal, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Virginia Tech en EE.UU.
“Desde la perspectiva geopolítica, Putin quiere desafiar el dominio unipolar estadounidense, por lo que se trata de una jugada que coincide con el objetivo general de China de retar ese orden internacional”, dice Toal a BBC Mundo.
“En términos de seguridad europea, está buscando destrozarla para demostrar que Rusia está de vuelta, que es una potencia importante a la que deben prestar atención. [Su mensaje es que] la OTAN no puede seguir expandiéndose sin escuchar las preocupaciones de seguridad de Rusia”, apunta.
El modelo Lukashenko
Adriano Bosoni sostiene que el escenario ideal para Moscú sería lograr que Ucrania siga el ejemplo de Bielorrusia, “que es prácticamente un estado títere, totalmente dependiente de Rusia, con [Alexander] Lukashenko como dictador perpetuo”.
Esta estrategia de forzar un cambio de régimen en Ucrania para imponer un nuevo gobierno “amistoso” es considerada como “muy arriesgada” por Gerard Toal, quien durante años ha hecho estudios sobre la opinión pública en Ucrania y cree que es muy difícil que Rusia tenga éxito por esa ruta.
“La violencia polariza la situación y la hace muy tóxica por lo que cualquier gobierno distinto al actual en Ucrania va a ser visto como una capitulación ante Rusia, como un títere de Rusia, por lo que creo que una mayoría de la población se movilizará en su contra y no veo cómo podría tener éxito”, señala.
El experto indica que en los estudios de opinión pública en Ucrania hechos en años recientes en torno a 73% de los encuestados manifestaban no tener confianza en Vladimir Putin, mientras que el resto se dividía entre gente que no quería responder y una parte de personas que sí confiaban aunque fuera un poco en el mandatario ruso.
Toal asegura que aunque indudablemente hay sitios de Ucrania donde las tropas rusas serán bienvenidas, no cree que haya ningún lugar donde la mayoría de la población lo haga.
Más allá de las dificultades para instalar en Kiev un gobierno que le sea favorable, Zeihan cree que Moscú enfrentará grandes desafíos para controlar el territorio ucraniano tanto por la resistencia de la población como por tratarse de un país que sigue siendo en gran medida rural.
“Una de las grandes consecuencias de las previas invasiones de Rusia a Ucrania en los últimos ocho años fue que los rusos han logrado convencer a todo el mundo por sus acciones allí que Rusia ya no es un estado amigo”, dice.
Y agrega: “Por eso, si esto hubiera ocurrido hace una década, quizá habrías encontrado colaboración por parte de un tercio de la población de Ucrania, pero ese tiempo pasó. Ahora probablemente menos de 5% de las personas pueden contarse como colaboracionistas, todos los demás van a resistir“, asegura.
Zeihan compara esta situación con la planteada con la invasión estadounidense de Irak en 2003, donde la gran mayoría de la población estaba en contra de Saddam Hussein, lo que permitió que durante el primer año de la ocupación Estados Unidos no enfrentara grandes dificultades porque una parte sustancial de los habitantes eran neutrales hacia las tropas estadounidenses.
“Eso no va a ocurrir aquí. El territorio es más grande, la población es más grande y más hostil. Además, se trata de un país en el que puedes estar en el campo.
“A diferencia de Irak, donde un tercio del país es desierto, Ucrania es un país agrícola y es distinto perseguir a la gente en el desierto, donde puedes encontrarlos con instrumentos de visión nocturna, que hacerlo en un lugar donde pueden desaparecer en los campos. Esto va a ser un camino duro a casa”, señala Zeihan.
Pero el hecho de que las perspectivas de la ocupación de Ucrania y de la sustitución del gobierno de Zelensky no luzcan fáciles para Rusia, no significa que Putin se quede sin opciones.
Un país dividido
“Si por cuestiones de resistencia, violencia, lucha, los ucranianos muestran tener mejores capacidades defensivas de lo que los rusos esperaban, yo no descartaría el escenario de una cierta partición de Ucrania, en la cual Rusia, a través de una República de nulo reconocimiento internacional, quede controlando la parte este del país, donde hay mayor concentración de gente qué habla ruso y que es prorrusa, mientras que lo que sobreviva de Ucrania se mantenga en la parte oeste del país, que es la que más habla ucraniano y la más pro occidental”, afirma Adriano Bosoni, de Rane.
Este sería para Gerard Toal un “escenario oscuro” que podría funcionar para Rusia y que implicaría el desplazamiento de la población de tal forma que quienes se queden en esas zonas sean prorrusos, mientras que los que se oponen a la acción de Putin son derrotados.
“Eso es en esencia lo que tienes en la región de Donbas [región que abarca a Donetsk y Luhansk]. Allí los partidarios de una Ucrania europea están en el occidente. Entonces, Rusia haría una campana de ‘limpieza’, de desplazamientos forzados, de tal forma que quienes se quedan sean aquellos que de una u otra manera apoyan a Moscú”, afirma Toal.
“Eso en teoría podría funcionar, pero hacer que se mantenga, acabar con la guerra, generar desarrollo económico, construir legitimidad y tener un estado capaz… esas son tareas enormes, muy difíciles de llevar adelante por parte de un ejército de ocupación. Por eso yo creo que esto va a fracasar y va a ser una herida en Europa. Una herida que durara por algún tiempo, lamentablemente”,
Fuente: BBC, Londres