Los bombardeos vuelven a ensañarse con los civiles. Cuando la guerra de Putin contra Ucrania cumple su undécimo día, el Ejército ruso, que avanza más lento de lo planeado y ha intensificado su ofensiva, ha vuelto a poner en la diana infraestructuras civiles, barrios residenciales y rutas de evacuación por las que personas desesperadas tratan de escapar de la violencia. Mariupol, la estratégica ciudad portuaria asediada y bombardeada por las tropas del Kremlin, se asomaba este domingo al desastre después del fracaso del segundo intento de alto fuego consecutivo para evacuar a cientos de miles de personas atrapadas en lo que un día fue una pujante localidad industrial y que se ha convertido en una ratonera.
A medida que el Ejército ucranio y la sociedad civil se enroca en la resistencia, las fuerzas rusas redoblan su ofensiva contra Kiev, el corazón de Ucrania, y sus alrededores. Los soldados de Putin han lanzado intensos ataques de artillería contra Irpin, una ciudad dormitorio a 25 kilómetros de la capital, en plena evacuación. El bombardeo ha matado al menos a tres miembros de una familia.Más información
Moscú, que habla de ataques “quirúrgicos” y asegura que la ofensiva va según lo planeado, insiste en que no ataca civiles, pero los bombardeos en Járkov, Kiev, Mariupol, Chernihiv, Sumi, Irpin, Kramatorsk y otras muchas ciudades asediadas y al borde de la desesperación, muestra que la estrategia de Putin pasa por atemorizar a la población para forzar al Gobierno a claudicar; también para acelerar el éxodo y encontrar menos freno en la ocupación. Alrededor de 1,5 millones de personas han huido de Ucrania, el país más grande de Europa, de 44 millones de habitantes, forzados por la guerra en diez días; la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en el Viejo Continente desde la Segunda Guerra Mundial.
Los planes para establecer un corredor para evacuar a miles de personas de la pequeña localidad sureña de Volnovaja y de Mariúpol, en el Mar de Azov, ha vuelto a descarrilar este domingo cuando los ataques a lo largo de la que debía ser la ruta de paso han roto el alto el fuego temporal acordado por Kiev y Moscú, que se acusan mutuamente de impedir la evacuación. Las autoridades ucranias estiman que unas 200.000 personas en la portuaria Mariupol saldrían en los corredores humanitarios en varias fases. La situación en la ciudad, ha denunciado Médicos Sin Fronteras (MSF), es crítica: no hay alimentos, prácticamente no hay agua y hace días que está privada de electricidad y calefacción.
“No hay agua potable en toda la ciudad. Solo hay un punto de recogida. Hemos visto incluso a gente en un bloque de pisos que trataba de conseguir agua del sistema de calefacción, que no funciona”, explica Oleksandr, un trabajador de MSF en la ciudad en una grabación que ha podido escuchar EL PAÍS, en la que relata cómo la ciudad está plagada de rastros de explosiones y ruinas de inmuebles residenciales. “No hay forma de encontrar pan, las tiendas y las farmacias están cerradas hace días y la gente ha tenido que romper los cristales y las puertas para poder conseguir algo”, cuenta el sanitario, que recalca que las necesidades más básicas no están cubiertas y que la ciudad está, además, prácticamente aislada: solo funcionan los mensajes de texto de un operador y solo en algunos puntos, pero sin suministro eléctrico para cargar los móviles, la ciudadanía tampoco sabe qué sucede fuera de su círculo.
Esta mañana las autoridades locales había pedido a los residentes que acudiesen a tres puntos de recogida para unirse al convoy de evacuación, que iba a estar encabezado por la Cruz Roja. Las autoridades ucranias aseguran que los bombardeos empezaron desde que los vehículos llegaron para la recogida. “Es extremadamente peligroso sacar a la gente en tales condiciones”, ha recalcado el Ayuntamiento en un comunicado. Los vecinos de Mariupol hablan de edificios incendiados, cadáveres en las calles sin poder recuperarse por los constantes ataques, supermercados y farmacias vacíos.