Debate y Convergencia

Revisión crítica de la situación política y social en Argentina: Reflexiones sobre cambios, derechos y justicia

Como venimos expresando, incluso antes de las elecciones, se vislumbraba en el país un período de cambios, una transformación que podría llevar al país hacia un rumbo diferente, casi opuesto al que se ha seguido hasta ahora. La sociedad, aunque pacífica y resignada, estaba cansada de los enredos conceptuales que caracterizaron la gestión anterior. Estos conceptos, tal vez no tan profundos en su significado, se refieren al establecimiento de consignas y postulados casi universales sobre cómo deberían ser las cosas, sin considerar otras posibilidades. Aquellos que se atrevían a discrepar eran denostados y considerados enemigos, antipopulares, a pesar de que el pueblo era el que más sufría bajo esas imposiciones, como lo demuestran las alarmantes cifras de pobreza y marginación.7


Quizás nos vemos impulsados, casi por fuerzas físicas, a adoptar posiciones extremas y a menospreciar el pasado para abrazar rápidamente nuevas consignas, nuevas posturas, que, aunque contrarias a las anteriores, no dejan de tener cierto tono mesiánico que caracterizó al Kirchnerismo y que anuló el debate y la crítica. Las posturas actuales deben ajustarse a la lógica de los hechos y buscar las soluciones más adecuadas, sin caer en el absolutismo que considera que solo un lado tiene la verdad y que lo contrario es malo. Una sociedad que no sabe disentir, debatir y llegar consensos no puede crecer. Es necesario que lo mejor prevalezca como solución a los problemas del país, sin imposiciones ni concepciones absolutas.


La reivindicación de las Fuerzas Armadas como un patrimonio que antecede a la Nación, el cambio en el papel del Estado para enfocarse en resolver los problemas de la gente en lugar de servir de recurso político para militantes, los problemas en las Empresas Públicas donde una casta de empleados, gerentes y directores percibe sueldos millonarios sin considerar su capacidad y eficiencia, y la seguridad, maltratada por ideas de causas sociales sin aplicar la represión del delito, son solo algunos ejemplos de lo que se está discutiendo.

El garantismo, aunque enaltece a nuestra nación y nos sitúa en los pilares de la democracia, no debe obviar las sanciones, la represión y la imputabilidad de los delitos. Fue falso todo eso, como también lo fue parcelar los derechos humanos, priorizando unos sobre otros, y condicionar la condición humana a pensamientos políticos o adhesiones partidarias. No profundizaremos en esto, ya que es ampliamente conocido, pero es importante destacar que ningún movimiento de derechos humanos se pronunció contra aberrantes crímenes, como el caso de la mujer descuartizada en el Chaco.

Desafíos y Transformaciones: Rumbo hacia una Nueva Era

Es evidente que existen trabas. Cada uno atiende su juego, para ellos disimulan su preocupación, pero en el fondo defienden sus privilegios. Nunca se vio tanta disquisición y puritanismo a la hora de evaluar las leyes. Los diputados se aferran a sus bancas y es evidente que no quieren perder protagonismo cuando perciben que los acontecimientos los devoran. Las acciones del gobierno son avasallantes y ellos necesitan tiempo, como si el país no estuviera al borde de la catástrofe y el tiempo pasara a ser una variable muy costosa.


La sociedad cree en los cambios y espera, a pesar de los golpes que significa para su bolsillo la licuación de su salario. Pero ve algo de luz al final del túnel, quizás muestra de ello sea la caída sistemática de la inflación. Sin embargo, es necesario atender las urgencias. Los derechos no están en cuántos contratados quedan sin trabajo, cuántos nudos de corrupción se desatan, ni qué entramado mafioso se descubre día a día de quienes decían defender al pueblo y solo lo hambrearón, que decían defender los Derechos Humanos y sumieron a miles de niños en la pobreza más extrema, la ignorancia y la marginación.


Cuando decimos que vivimos una era visagra, en donde los cambios son abruptos y evidentes, es que comenzaron a cambiar los paradigmas. Revalorizar las ideas, renovar los conceptos, a partir de considerar las cosas como son en realidad. Derechos Humanos para todos, Justicia Social y Derechos para todos, redistribución de los recursos con equidad, inversión y crecimiento. Gastar para el desarrollo y para conformar parámetros reales de igualdad, comercio y competencia. Generación de trabajo legítimo, disminución del empleo público dando opción a los emprendedores, enfrentar a un mundo en permanente transformación y acoplarnos a la tercera revolución de la virtualidad y la informática.

Osvaldo Gonzalez Iglesias – Editor – Escritor

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