En su ya acostumbrada rueda de prensa semanal, la portavoz presidencial Gabriela Cerruti, una vez más demostró ser la principal defensora de las políticas gubernamentales, dejando en claro que el Gobierno sigue adelante con su proyecto, sin importar las consecuencias para el pueblo argentino.

La primera noticia que Cerruti anunció fue la salida del presidente Alberto Fernández hacia la Antártida. Pero, ¿en qué momento de crisis económica y social se encuentra el país que el presidente se puede dar el lujo de visitar la Antártida? Es una clara muestra de su desconexión con la realidad y de su falta de preocupación por los problemas de los ciudadanos.

Luego, Cerruti habló sobre la reunión de la mesa política del Frente de Todos, destacando la “unidad” de la coalición. Pero, ¿realmente existe unidad en el Frente de Todos cuando se sabe que hay diferencias irreconciliables entre los distintos sectores que lo conforman? Una vez más, el Gobierno intenta vender una imagen que no es real, tratando de tapar las divisiones internas con un discurso vacío.

Cerruti también hizo referencia a los cortes de luz que se registraron en varios barrios de la Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, pero en lugar de buscar soluciones para este problema que afecta a la calidad de vida de la población, se limitó a justificarlo con argumentos técnicos.

Además, la portavoz del Gobierno se refirió al resultado de la inflación de enero, que superó el 4%, pero en lugar de reconocer la responsabilidad del Gobierno en esta situación, se limitó a culpar a la oposición y a los medios de comunicación.

Finalmente, Cerruti lanzó una fuerte crítica a Juntos por el Cambio, asegurando que “no van a gobernar”. Pero, ¿quién puede asegurar que el Gobierno actual esté gobernando de manera efectiva? La realidad es que los ciudadanos están cansados de promesas vacías y de un Gobierno que no puede resolver los problemas más básicos de la sociedad.

En resumen, la rueda de prensa de Gabriela Cerruti fue una muestra más de la falta de empatía y responsabilidad del Gobierno frente a los problemas de la sociedad, y una clara muestra de que, lejos de buscar soluciones, se limita a culpar a otros por su propia incompetencia.