La polarización en Argentina persiste, pero ya no gira en torno a Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Ahora, el presidente Javier Milei ha tomado el lugar de su aliado en la contienda electoral hacia 2025. Aquellos que rechazan la figura de CFK y están cansados de los líderes que gobernaron en los últimos años han delegado en el libertario la conducción del país. El peronismo-kirchnerismo sigue siendo la principal oposición, mientras que la llamada “tercera vía electoral” aún no tiene una conformación definida. Por ello, figuras como Horacio Rodríguez Larreta y Emilio Monzó han comenzado a dialogar sobre posibles alternativas al presidente y los dos polos del arco político.
Ambos líderes, que anteriormente formaron parte de Cambiemos, están en la búsqueda de nuevas propuestas. Larreta, tras sufrir una dura derrota electoral que le afectó emocionalmente, se ha dedicado a comprender las demandas de la sociedad y a acercarse a Monzó, quien se alejó de Milei tras el nombramiento de Patricia Bullrich en su Gabinete.
“Ni con Cristina ni con Milei”, es el mantra que ambos repiten, abogando por una postura mesurada ante la violencia discursiva de Milei, de la que han sido objeto. Comparten la convicción de que la discusión actual se centra en el dilema entre “sistema o antisistema”, confiando en que eventualmente la sensatez y la valoración de la gestión regresarán.
Larreta, aunque activo en redes sociales, ha evitado dar entrevistas, mientras que Monzó, quien ha criticado la falta de debate de ideas en el gobierno actual, ha calificado a Milei como “tóxico para la democracia”. Ambos coinciden en que aún no hay una alternativa política viable al gobierno de Milei, aunque creen que esta surgirá de las demandas sociales.
Además, Larreta ha estado recorriendo la Ciudad y algunas provincias, asesorando a gobernadores e intendentes sobre gestión a través de su fundación Movimiento al Desarrollo (MAD). En este contexto, tiene prevista una reunión con Dani Rodrik, un economista de Harvard que comparte una visión similar sobre la necesidad de vincular el sector público y privado para implementar políticas desarrollistas, algo que Milei desaprueba.