Debate y Convergencia

“Pier Paolo Pasolini

En su vida, Pasolini consideró abandonar Italia, y esta misma intención parece dominar toda su obra. En una entrevista de Eugenia Wolfowicz en 1975, Pasolini reflexionó sobre la relación de su obra con la sociedad de consumo y cómo había destruido Sicilia.

La sociedad de consumo había llevado a que todos los jóvenes emigraran a Alemania, Francia o al norte de Italia, donde llevan un tipo de vida totalmente alienante que destruye su sistema de valores. Sus películas reflejan esta nueva y horrible realidad italiana, aunque él intentó luchar en contra de esto recurriendo a valores tradicionales. Toda la obra de Pasolini podría entenderse como una progresiva disidencia de Italia, aunque solo fuera porque toda la obra de Pasolini está tramada alrededor de los dialectos entendidos como lenguas menores. Para Pasolini, el tercer mundo es, antes que un lugar determinado, un espacio indeterminado para el pensamiento y la imaginación.

La idea de Pasolini fue regresar al comienzo de la poesía, la novela, el cine y la política, como si la historia no hubiera sucedido, como si se tratara de un ser recién expulsado del Paraíso. En su obra, la realidad es entendida como una realidad “encantada”, es decir, que debe permanecer encantada, y el arte es lo que contribuye a sostener el “encantamiento del mundo”.

Frente a una modernidad donde se verifica una progresiva pérdida de valores, Pasolini afirma un mundo de valores puros e indeterminados, relacionándolo con lugares y procesos de nominación. La estética adecuada para una realidad así pensada podría describirse, en términos de representación, como una suerte de “realismo figural” al estilo del realismo de la Edad Media, y en términos de enunciación, el uso del dialecto como vectores de desterritorialización, tanto en la poesía como en el cine.

La “actitud Pasolini” tiene que ver con esa suspensión de los límites y una negación radical de la autonomía de la literatura, al mismo tiempo que se afirma un rechazo total del presente, dominado por una “catástrofe biopolítica”. La sinceridad y la necesidad de lo que debe decirse son lo que importa, y Pasolini no se arrepiente de haber filmado sus películas, que forman parte de ese protocolo de sinceridad y necesidad. La protesta de Pasolini contra el mundo es una protesta contra la irrealidad de una ideología y de un aparato cultural, así como una protesta contra la noción de compromiso sartreano.

“La situación del poeta, podríamos decir (ya que siempre es lo mismo: Kafka), es nuevamente la del estar ante la ley y el deseo de ponerse fuera de la ley. La experiencia kafkiana y la experiencia pasoliniana coinciden como los Quijotes de Cervantes y Menard, y si Pasolini es un momento de repetición de lo menor, es sólo en el sentido en que puede decirse que Beckett es un momento de repetición de la vanguardia. ¿Leer? Sólo como protocolo de una experiencia existencial, sólo como protocolo de un acto cuyo resultado se desconoce”.

El pasaje analiza la obra de Pier Paolo Pasolini y su deseo de romper con las convenciones literarias establecidas. El autor compara las experiencias de Pasolini con las de los protagonistas de Franz Kafka, atrapados entre la ley y el deseo de salir de ella. El autor señala que el trabajo de Pasolini se centra en los márgenes de la sociedad, el tercer mundo y los marginados, y es un intento de dar voz a las experiencias de aquellos que a menudo son ignorados por la literatura dominante. La obra de Pasolini no es académica ni vanguardista, sino una aproximación experimental a la literatura que refleja sus propias experiencias y luchas. El autor argumenta que la obra de Pasolini debe leerse como un protocolo de una experiencia existencial, un acto cuyo desenlace se desconoce, y que su objetivo era romper con las formas literarias establecidas y crear un espacio para experiencias indeterminadas.

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