Debate y Convergencia

Nutrición y Alimentación Consciente – por Márcia Bruno Lobo, Intercambio con diario Tribuna de Prensa Libre, Brasil

Por Marcia Bruno Lobo –

Creo mucho en una nutrición que trabaje la escucha, la empatía, que aborde los cambios de comportamiento y que fomente la buena relación con la comida y la importancia del placer en la mesa.

La nutrición va mucho más allá de medir la grasa corporal y prescribir dietas. Mi objetivo es siempre escuchar las necesidades de mis pacientes, y también ayudarles a descubrir y recuperar el placer de la comida y demostrar que todo es cuestión de equilibrio. No soy partidario de que se prohíban las tartas de cumpleaños o los manjares familiares. Por lo contrario. Creo en el viejo dicho de que toda restricción engendra compulsión. Así que cualquier cosa puede, siempre que haya un equilibrio.

La alimentación consciente, comer con toda la atención, proviene de la atención plena, una práctica utilizada durante siglos que se centra en los pensamientos, las emociones y las sensaciones físicas que estamos sintiendo en nuestro cuerpo en ese momento. Esta práctica nos enseña a conectarnos más con nosotros mismos, en lugar de reaccionar ante ciertas emociones o situaciones que quizás no nos gusten, como las emociones “negativas”.

El problema de etiquetar las emociones como negativas o positivas es que terminamos tratando de evitar emociones como la tristeza, la ira, el miedo o la ansiedad. De hecho, todas las emociones juegan un papel súper importante en nuestras vidas.

Del mismo modo, la alimentación consciente se centra en nuestra experiencia con un alimento o comida específica. Esta práctica nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos en relación a la comida, ya sea en la preparación de la misma o en el acto mismo de comer. Ella nos enseña a estar enfocados a la hora de elegir lo que vamos a comer, señales físicas internas y externas (como señales de hambre y saciedad) y cómo reaccionamos ante estas señales.

Cuando estamos comiendo, ¿te detienes a pensar de dónde viene esa comida? ¿Tratas de observar si, de hecho, tienes hambre? ¿Puedes dejar de comer cuando estás lleno? ¿Presta atención a la decoración del plato, la belleza de los colores de la gama de alimentos frescos que tenemos aquí en Brasil, como nuestras frutas y verduras? ¿Ha intentado notar cómo se siente al comienzo de la comida y comparar cómo se siente al final? Todas estas preguntas suelen pasar desapercibidas, ya que muchas veces comemos en el famoso piloto automático.

La alimentación consciente nos ayuda a conectar más con estos momentos especiales.

Uno de los pilares de la alimentación consciente es honrar nuestra hambre. Saber reconocerlo es un factor muy importante en un proceso de reeducación alimentaria. Sepa cuándo parar también. Podemos escuchar a nuestro cuerpo sin miedo, porque sabe lo que necesita. El objetivo en esta área de la nutrición es no hacer dietas restrictivas, porque cuando comemos muy poco, nuestro metabolismo se ralentiza y esto contribuye al aumento de peso. El efecto se invierte. Así que confíe en sus señales internas de hambre y saciedad. A tu cuerpo le puede tomar un tiempo acostumbrarse a estar nuevamente a cargo, y puede ser difícil al principio. Pero poco a poco podrás reconocer estos signos innatos.

Otro gran pilar se centra en comer despacio y masticar despacio, apreciar la comida y dedicarse exclusivamente a ella. No estoy hablando de salir a cenar con amigos y familiares. Al contrario: estos momentos son muy importantes. Pero, ¿ha notado que cuando come, por ejemplo mientras conduce, la tendencia es comer más o terminar la comida y ni siquiera notar el sabor? Es en este sentido que digo dedícate exclusivamente: ser capaz de prestar atención a los bocados, al sabor y olor de la comida.

Uno de mis pilares favoritos sugiere no saltarse las comidas. Esta pregunta es una de las que más surgen en mi consultorio, ya que los pacientes creen que, al saltarse las comidas, pueden perder más peso y más rápido. Esto puede ser cierto incluso a corto plazo pero, como decíamos anteriormente, nuestro metabolismo se ralentiza y acabamos recuperando el peso perdido, sin haber hecho una reeducación nutricional que podamos llevar toda la vida.

Cuando aprendemos a escuchar mejor a nuestro cuerpo y a respetarlo, sin bloquear las emociones, sin intentar sortear los signos del hambre y la saciedad, y permitiéndonos, de vez en cuando, comer lo que nos da placer, nos ponemos mucho mejor, de forma duradera. resultados. y más saludables, tanto física como emocionalmente.

Puede que tarde un poco más en llegar, pero la reeducación alimentaria no es una píldora mágica que soluciona todo de la noche a la mañana, sino un cambio saludable y gratificante que hay que llevar por el resto de la vida.

MÁRCIA BRUNO LOBO – Nutricionista y columnista del diario Tribuna da Imprensa Livre
@nutrimarciabrunolobo / marcia.brunolobo@outlook.com

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