Debate y Convergencia

Nuestros sueños no entran en tus urnas

Con escepticismo y dudas, la población se prepara para acudir a las urnas, pero las esperanzas y sueños parecen no estar depositados en ese proceso electoral. El nivel de ausentismo refleja la desconfianza que los ciudadanos tienen tanto en los políticos como en el sistema de representación vigente. Fuera de los militantes con intereses personales, la mayoría ve el acto de votar como un trámite, desligado de expectativas de cambio o mejora en sus vidas.

Una frase que hace años se encuentra pintada en un paredón del ferrocarril Roca, a la altura de la estación de Lanús, resume este sentir: “Mis sueños no caben en tus urnas”. Aunque con reminiscencias anarquistas, esta expresión ilustra acertadamente la situación actual del país. Los argentinos tienen sueños y anhelos, pero también se sienten frustrados y decepcionados con la realidad institucional. Mientras la política parece seguir su propio ritmo y espacio, desconectada de los ciudadanos, estos se sienten lejanos a la posibilidad de que un futuro gobierno pueda concretar sus aspiraciones.

Nadie parece dispuesto a depositar sus sueños en un sistema representativo donde el soberano emite su voluntad para determinar el futuro del país. Los argentinos desean vivir dignamente, estudiar, trabajar, criar a sus hijos y ser felices. Pero, ¿es posible creer que un futuro gobierno pueda cumplir estas expectativas? Algunos mantienen cierta esperanza, pero muchos dudan y vacilan ante los candidatos que aparecen en los medios, desplegando gestos y promesas que parecen artificiales y alejados de la realidad.

Es cierto que la política es el arte de lo posible y la herramienta para el cambio, pero los candidatos han perdido credibilidad ante la sociedad. Una vez que la contienda electoral termine, muchos volverán a sus privilegios y actitudes distantes con el pueblo.

La política debe recuperar la esperanza y atraer a los hombres más capacitados y honestos para lograrlo. Es necesario cambiar la forma de hacer política, castigar la mentira y la corrupción, y demostrar que las instituciones pueden cumplir con su función de respetar las leyes y ser austeras y transparentes. Los argentinos tienen la capacidad y voluntad para cambiar su destino, pero esto solo será posible con un recambio en la forma de gobernar.

La frase “Mis sueños no entran en sus urnas” es un sentimiento compartido por todos. A pesar de que el pueblo respeta la democracia, la disyuntiva es si alguien será capaz de revalorizar la política y las instituciones, y recuperar la confianza ciudadana. El futuro de Argentina está en juego, pero el desafío es enorme y el optimismo escaso. Parece que cada vez más cuesta creer en la posibilidad de un cambio real.”

Osvaldo González Iglesias – Editor

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