No al miedo de los que nos quieren pobres y sumisos

La sorpresa fue mayúscula tras los resultados electorales del pasado domingo 19 de noviembre. Los medios, inmediatamente, se abocaron a analizar el fenómeno Milei. Sin embargo, más allá de este enfoque, es crucial interpretar la voluntad popular expresada en el voto.

¿Por qué Javier Milei se convirtió en el candidato más votado en la historia democrática argentina? El desenlace de la campaña electoral reveló una ciudadanía exhausta, lidiando con problemas económicos y de seguridad, y urgida de un horizonte esperanzador que ha sido restringido por la ineptitud de una sucesión de políticos a lo largo de más de veinte años.

¿Qué movilizó a la gente para una respuesta tan contundente? Por su parte, Sergio Massa, desde el oficialismo, intentó encubrir con una fachada de simulación su representación en un gobierno evaluado como el peor en la historia argentina. Se desvinculó de la situación económica y social catastrófica, de la corrupción en la Provincia de Buenos Aires, donde miembros de su círculo están involucrados.

Massa, abusando del poder y los recursos estatales, orquestó una campaña con maniobras ilegales, fraude al estado y violaciones a las leyes electorales, hechos penales que, hasta el momento, ningún juez parece dispuesto a investigar. Condicionó y adquirió voluntades mediante promesas y subsidios, mientras muchos sectores corporativos se alinearon a su favor, lanzando amenazas y proclamas de respaldo a su candidatura.

Aun así, algunos medios, ante esta coyuntura, se desdibujaron en su independencia, desaconsejando abiertamente la elección de Milei, asociándolo a épocas autoritarias y ejerciendo presión sobre el voto ciudadano.

La campaña de Massa buscó imponer su imagen en todos los ámbitos públicos, como si la repetición constante pudiera persuadir por simple saturación visual. No obstante, el clímax de su estrategia fue el miedo, utilizando tácticas propias del fascismo para infundir temor sistemático en la población.

El electorado, especialmente el más vulnerable, al límite de la desesperación, no cayó en este juego. La campaña de miedo no caló y las mentiras fueron desveladas. La corrupción y el engaño quedaron expuestos, y la razón prevaleció. La lógica imperante era clara: no se podía seguir así, queriéndonos pobres, asustados e ignorantes.

El pueblo argentino dio un salto firme y seguro, dejando en claro que no se podía ser subestimado. Dos de cada cinco chicos carecen de dos comidas diarias, una realidad que resuena y duele en la conciencia colectiva. La voluntad popular se manifestó en las urnas, un grito de dignidad, de cambio, de rechazo a las manipulaciones y la corrupción.

Osvaldo Gonzalez Iglesias – Editor – Escritor

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