Durante el último mes y medio, las conversaciones entre el Ministerio de Economía y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se tornaron conflictivas. El FMI exigía a la Argentina ajustar el precio del dólar y elevar la tasa de interés para acceder a un desembolso en junio, aunque no se hubieran cumplido las metas del primer trimestre. A pesar de la negativa de Sergio Massa, el organismo insistía en su requerimiento, incluso respaldándolo con informes sobre la atrasada cotización del tipo de cambio. Mientras, una delegación de Economía negociaba en Washington sin lograr avances.

Finalmente, el ministro logró un acuerdo técnico sin devaluar, garantizando una reunión con el Board para la semana próxima. En dicha reunión se aprobaría un desembolso de dos tramos (junio y septiembre), sumando un total de US$ 7.500 millones. Sin embargo, el acuerdo insinuaba la necesidad de una “secuencia” de medidas, sugiriendo una corrección del atraso cambiario que requería más que una simple devaluación fiscal.

Massa, enfocado en las elecciones, mantenía su postura en contra de la devaluación. El Gobierno creía que su estrategia era continuar con la misma política tras las elecciones primarias, respaldado por un resultado favorable. Sin embargo, el plan de Massa falló cuando el FMI anunció su intención de dialogar con Javier Milei y Patricia Bullrich, una práctica común para evaluar la dirección futura de los programas en caso de cambios en las autoridades.

El FMI incorporó a Milei a la conversación y después del próximo desembolso, programado para la próxima semana, se espera otro en diciembre. Ante la amenaza de perder el desembolso y enfrentar a la oposición en la mesa del FMI, Massa reaccionó y decidió viajar a Estados Unidos.

Sin embargo, esta decisión no está exenta de costos. De los US$ 7.500 millones, el ministro tendrá que destinar importantes sumas para realizar pagos a diversos acreedores, dejando apenas US$ 1.000 millones en las reservas. Ante esta situación, surge la pregunta sobre si estos esfuerzos valen la pena en relación con la inflación del 20% en dos meses y si se trata de una mala gestión por parte de Massa o del FMI.