Cuántas veces entramos en bucles de pensamientos autodestructivos que no nos hacen bien. La neurocientífica Nazareth Castellanos vuelve a revolucionar las redes tratando este universal tema, y, lo mejor de todo, ofreciento una solución: si tu mente no se detiene, entrégale palabras vacías. Lo explicó en una entrevista con Álex Fidalgo en su pódcast de YouTube, donde compartió técnicas mentales que pueden transformar la forma en que dormimos, gestionamos el estrés y enfrentamos la ansiedad.
“Dale lenguaje, pero no contenido”. Esta frase resume una estrategia basada en un hallazgo neurocientífico: el pensamiento necesita del lenguaje para activarse. Si la mente está sobrecargada, repitiendo una palabra sin sentido como “mesa” o “plan” se puede cortar ese ciclo de rumiación. Esta profesional defiende que el uso repetido de una palabra neutral —sin significado emocional ni simbólico— ocupa el canal lingüístico del cerebro y evita que se cuele el contenido que angustia. “No pienses en el problema, no luches contra él: repite una palabra”, explicó.
Una respiración más lenta activa zonas cerebrales que calman la ansiedad. Castellanos ha investigado durante años cómo la forma en que respiramos altera la actividad del cerebro. En su experimento, los participantes inspiraban en tres tiempos y exhalaban en seis, alargando progresivamente los ciclos. El simple hecho de tener que controlar esa respiración obliga a activar áreas que ralentizan el ritmo cerebral, conectadas directamente con las zonas que gestionan el estrés.
“La dulzura es gran parte de la cuna”, dijo la investigadora al hablar del insomnio y el cuidado de uno mismo. Para ella, relajarse no es solo un acto mecánico, sino también afectivo. Imitar el gesto de acunar a un niño puede trasladarse a uno mismo a través de la respiración pausada, la repetición amable de un mantra o incluso una postura corporal más recogida. La clave está en ayudar al cuerpo a ralentizarse para que el cerebro también lo haga.
Tumbado en la cama, pierdes control sobre tus pensamientos. Según la experta, al acostarnos, se desactiva el control cognitivo y aumenta la divagación mental. “Estás más tonto”, dijo sin rodeos. En ese estado, cualquier pensamiento obsesivo puede tomar el control, especialmente si se suma la oscuridad, la madrugada y un pico de cortisol. Por eso propone técnicas que corten ese automatismo mental, como la respiración lenta o el mantra, que actúan como “botones” invisibles para desconectar.