Elon Musk demandó a OpenAI, fabricante de ChatGPT, y a su presidente ejecutivo, Sam Altman, entre otros, alegando que habían abandonado la misión original de la empresa de desarrollar inteligencia artificial (IA) en beneficio de la humanidad y no con fines lucrativos.
Elon Musk demandó a OpenAI, fabricante de ChatGPT, y a su presidente ejecutivo, Sam Altman, entre otros, alegando que habían abandonado la misión original de la empresa de desarrollar inteligencia artificial (IA) en beneficio de la humanidad y no con fines lucrativos.
Según la demanda presentada a última hora del jueves, Altman y el cofundador de OpenAI, Greg Brockman, propusieron a Musk crear una empresa de código abierto sin ánimo de lucro.
El hecho de que la empresa, respaldada por Microsoft, se centrara en ganar dinero incumplió ese contrato, según afirman los abogados de Musk en la demanda presentada en San Francisco.
Añadieron que la empresa había mantenido el diseño de GPT-4, su modelo de IA más avanzado, “en completo secreto”.
OpenAI, Microsoft y Musk no respondieron de inmediato a las solicitudes de Reuters para hacer comentarios.
Musk cofundó OpenAI en 2015, pero abandonó su directorio en 2018. También dirige el fabricante de vehículos eléctricos Tesla y el fabricante de cohetes SpaceX, y compró Twitter por 44,000 millones de dólares en octubre de 2022.
El año pasado, Altman fue despedido por la antigua dirección de OpenAI, que dijo que estaba tratando de defender la misión de la compañía de desarrollar IA que beneficie a la humanidad. Pocos días después, volvió a la empresa.
OpenAI tiene previsto nombrar a varios nuevos miembros del consejo directivo en marzo, según informó el jueves The Washington Post.
ChatGPT, el chatbot de OpenAI, se convirtió en la aplicación de software de mayor crecimiento en el mundo a los seis meses de su lanzamiento en noviembre de 2022. También provocó el lanzamiento de chatbots rivales de Microsoft, Alphabet y un grupo de empresas emergentes que aprovecharon el revuelo para conseguir miles de millones en financiación.
Fuente: El Economista, Mexico