El Gobierno de Javier Milei inició la semana con tres desafíos fundamentales para el futuro de su gestión: restaurar el control en las calles tras los disturbios frente al Congreso, avanzar en el acuerdo con el FMI en medio de la volatilidad financiera, y definir su relación con el PRO en el marco de las primeras maniobras electorales.
Tras semanas de incertidumbre y desorden, la administración libertaria logró sortear las tensiones con ajustes estratégicos y el respaldo de aliados clave. Un dirigente cercano al Presidente, al finalizar la semana, lo resumió así: “Milei esperaba un escenario complejo, pero ahora está aliviado; es otra persona”. La decisión de suspender su viaje a Israel, una cita simbólicamente importante para él, evidenció la gravedad con la que encaraba estos frentes.
Control en las calles: un operativo ajustado
El primer reto fue contener las manifestaciones. El Gobierno rediseñó el dispositivo de seguridad para la marcha de jubilados frente al Congreso, buscando evitar las imágenes de caos que dominaron la protesta anterior. Se realizaron dos reuniones claves: una el viernes pasado para evaluar fallos previos y otra el martes para pulir la estrategia. El nuevo operativo incluyó un acceso limitado a la Plaza del Congreso y el repliegue de los efectivos detrás de las vallas para evitar enfrentamientos directos con los manifestantes.
Aunque hubo interpretaciones de que el operativo le fue intervenido a Patricia Bullrich por la participación de la SIDE, el Ministerio de Justicia y el gobierno porteño, desde la Casa Rosada afirman que la ministra de Seguridad fue quien impulsó las reuniones y los cambios.
Uno de los principales logros que se le atribuyen a Bullrich fue haber expuesto el presunto rol de intendentes bonaerenses en la organización de grupos de choque. La ausencia de estos actores más radicalizados y su reemplazo por sindicatos y movimientos sociales más estructurados contribuyó a moderar la protesta.
El acuerdo con el FMI: tensiones y urgencias
En paralelo, el Gobierno necesitaba avanzar con el acuerdo con el FMI para calmar los mercados. La sesión parlamentaria, aunque marcada por el histrionismo de los legisladores libertarios, expuso las tensiones internas. La urgencia por aprobar el DNU con el acuerdo tropezó con un problema administrativo: el mandato del presidente de la comisión que revisa estos decretos, Juan Carlos Pagotto, había caducado. Fue necesario un acuerdo de último minuto, impulsado por Cristian Ritondo y el asesor presidencial Santiago Caputo, para destrabar la situación.
Finalmente, el decreto fue aprobado por un ajustado margen de 129 votos. Para garantizar el resultado, el Gobierno debió recurrir a alianzas estratégicas e incluso ceder el control del Establecimiento Minero Capillitas en Catamarca al gobernador Raúl Jalil a cambio de su apoyo.
El trasfondo económico de la negociación con el FMI se complicó por la presión del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Originalmente, el Gobierno buscaba un acuerdo transitorio con desembolsos parciales que le permitieran mantener el esquema actual hasta las elecciones. Sin embargo, el Tesoro presionó por una solución más estructural que incluya una flotación controlada del tipo de cambio.
La tensión con el PRO: un pacto que no llega
El tercer foco de tensión fue la relación con el PRO, especialmente en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. A pesar de los intentos de Jorge Macri por sellar una alianza en el distrito porteño, las negociaciones fracasaron. Desde La Libertad Avanza argumentan que no buscan un acuerdo formal con el PRO, sino atraer dirigentes individuales que puedan sumar a su proyecto.
En la provincia de Buenos Aires, el acercamiento fue más evidente. Una reunión el lunes entre Ritondo, Diego Santilli y dirigentes libertarios exhibió la voluntad de ambos sectores por avanzar en una confluencia electoral. Sin embargo, persisten las desconfianzas entre Milei y Mauricio Macri, cuya comunicación está completamente rota.
Detrás de la tensión subyace el temor a un mal resultado electoral en la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante del país. Ambos sectores comprenden que una derrota allí podría abrir el camino al regreso del kirchnerismo, pero las diferencias estratégicas y personales dificultan un pacto formal.
Un equilibrio frágil
Aunque el Gobierno logró superar esta semana crítica, el equilibrio es frágil. La tensión en las calles, las presiones del FMI y las pugnas con el PRO delinean un panorama inestable. Milei, fiel a su estilo, sigue apostando a la audacia y al riesgo, pero los desafíos políticos y económicos no dan tregua.