El siguiente texto es una entrevista en la que el entrevistado narra su reunión con el Papa Francisco. El Papa le concedió una hora de su tiempo y tuvieron una conversación sobre la situación de la Argentina y del mundo. El entrevistado le explicó cómo el mercantilismo ha sometido a la Argentina a una degradación de las ganancias y a una experiencia de exclusión que ha dejado a casi la mitad de la sociedad en la pobreza. El entrevistado también
habló sobre la religión y su papel como límite al mercantilismo. Se destacó la importancia de la figura papal entre los judíos y se habló sobre la integración de la comunidad judía en la Argentina. El Papa Francisco no se involucra en la política pero está interesado en escuchar la visión de la Argentina y del mundo de quienes lo visitan. El entrevistado consideró que el Papa Francisco es una limitación para quienes conciben la ganancia como la única forma de triunfar y que su prédica ha permitido una mayor integración entre las diferentes comunidades religiosas en la Argentina.
Recorriendo distintas expresiones de patriotismo, también abordamos el fútbol, una pasión colectiva, y recordamos viejas militancias. Durante nuestra conversación, el Papa Francisco recibió agradecido el regalo de mi libro A la intemperie, una larga entrevista a Jorge Rulli propuesta por tres jóvenes escritores.
Recordamos el encuentro de las tres grandes religiones durante una lectura en el Muro de los Lamentos, con la presencia y el abrazo de un judío y un musulmán, un hecho histórico muy importante aún en continuo diálogo. En ese momento, me dijo: “¿Por qué será que no se puede lograr esto mismo en la política, la unidad de los hombres, el respeto, el encuentro?”.
Durante nuestra charla, hablamos de muchos temas. A él le interesa mi mirada sobre la realidad, quizá porque sabe que estoy equidistante del gobierno y de la oposición, al igual que él. Y con esa humildad única, llena de inmensa sabiduría, me reveló: “Yo suelo hacerme leer notas, por ejemplo las suyas”.
Le mencioné la importancia de una nota que se realizó desde Hungría, en la que alguien lo interrogó acerca del caso de los sacerdotes y de su lugar en la dictadura. Allí le recordé que algunos personajes católicos cayeron en el error de pedirle explicaciones a la Iglesia acerca de lo que antes deberían haberle exigido a la guerrilla. Si alguien tiene algo que explicar, precisamente, es la guerrilla. ¿Por qué están los tres jefes de Montoneros vivos y ninguno dice nada? Esa guerrilla intenta mezclar dictadura con democracia y lo que en dictadura era heroico en democracia era traición a la Patria.
Hablamos también sobre la bronca que Néstor Kirchner le tenía. Buscamos las razones y las causas, tanto en eso como en los rencores actuales, porque ser “anti” es, al menos, raro, independientemente de ser católico o ateo. Mi idea es que en esa experiencia del mercantilismo se formaron cuadros que odian todo lo que no sea el consumo. La destrucción del Humanismo es clave para convertir al ciudadano en consumidor. Esta Roma eterna es como el antídoto de la sociedad de las vidrieras. Se consumen arte, exquisitas comidas y también se compran rosarios. Estas son palabras mías. Hay una idea de la humanidad en Roma que no está en Miami.
En presencia de Francisco, observando su atención, vitalidad, lucidez, inmensa y generosa espiritualidad de siempre, uno sabe y siente que está ante un ser especial. Fue la experiencia de volver a percibir con asombro su inteligencia y su relación con la vida, fue sentir una vez más cómo brota la esperanza.
Al salir, uno ve esas multitudes intentando su bendición lejana y agradece a Dios este regalo de la vida, esta bendición cercana que es poder estar junto a él. Es uno de los sabios del presente, de los pocos, como dice Fray Luis de León: “La escondida senda por donde han ido los pocos sabios que del mundo