“Hay que correr al gobierno por derecha”, afirmó Mauricio Macri el lunes en una reunión en sus oficinas de la avenida Libertador, cerca de la quinta de Olivos, ante una decena de jóvenes dirigentes de La Generación, una agrupación del PRO encabezada por el diputado Martín Yeza. Macri criticó la gestión actual por no cerrar el INADI y por trasladar el Ministerio de las Mujeres a Justicia, instando a ser creativos y a diferenciarse por la derecha.
Macri, quien había expresado su apoyo macro al gobierno de Javier Milei, esperó la aprobación del paquete fiscal y la Ley Bases para marcar su distanciamiento. En las 72 horas siguientes, ejecutó un operativo separatista que comenzó con un crítico informe de la Fundación Pensar sobre la gestión libertaria, seguido por un pedido al Presidente para acatar un fallo de la Corte Suprema sobre la restitución de fondos de coparticipación, y culminó con la imposición de Martín Yeza como titular de la asamblea del PRO, reemplazando a Patricia Bullrich.
El PRO anunció oficialmente en sus redes que no se fusionará con otros partidos, tras una reunión partidaria marcada por gritos y la retirada de asambleístas leales a Bullrich. La ministra de Seguridad, furiosa por la decisión de Macri, supervisó la situación desde un bar cercano y avaló la fundación de una línea interna dentro del PRO.
En una entrevista reciente, Javier Milei destacó la posibilidad de una fusión con el PRO en las próximas elecciones, señalando que podrían obtener el 57% de los votos si fueran unidos.
Este quiebre entre Macri y Bullrich marca una nueva etapa en la dinámica interna del PRO, mientras ambos líderes redefinen sus estrategias de cara a las próximas elecciones.