Aunque las elecciones provinciales en Buenos Aires están previstas para el 7 de septiembre, la política ya gira en torno al 9 de julio, fecha límite para la inscripción de alianzas. La posible ruptura del acuerdo entre el PRO y La Libertad Avanza (LLA) vuelve a tensar el escenario político, mientras Mauricio Macri analiza una jugada alternativa por fuera del oficialismo libertario.
El expresidente fue tentado por Emilio Monzó, diputado nacional y referente del armado bonaerense, a explorar una estrategia electoral que le permita conservar espacios de poder al margen de la alianza con Javier Milei. Monzó, férreo opositor a los libertarios y con relaciones rotas con Martín Menem y Santiago Caputo, propone una fórmula que capitalice el poder territorial de los intendentes. Según su visión, la separación de las elecciones provinciales de las nacionales redistribuye el peso político, dándoles mayor centralidad a los liderazgos locales.
El ofrecimiento contempla una alianza entre el PRO, la Unión Cívica Radical —liderada por el senador Maximiliano Abad— y el peronismo no kirchnerista. Juntos, esos espacios controlan más de 30 intendencias, frente a las apenas dos con las que cuenta LLA en la provincia (Tres de Febrero y 25 de Mayo). Macri escuchó el planteo y, aunque no lo avaló de inmediato, tampoco lo descartó.
Sin embargo, encargó que Monzó se reúna con sus interlocutores dentro del PRO: Cristian Ritondo, presidente del partido en la provincia; Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón; y Diego Santilli, diputado nacional. Los tres sostienen la viabilidad de continuar la alianza con los libertarios y consideran que la marca LLA es, hoy, el mejor vehículo electoral para el “cambio” que Macri encarna desde hace años.
En Balcarce 50, los rumores no pasaron desapercibidos. Una fuente con llegada directa al despacho presidencial minimizó la amenaza de ruptura: “No lo veo factible. Y si sucede, la verdad es que no me importa”. Desde el entorno de Milei aseguran que Macri «habla con todos» simplemente para tensar las negociaciones que sus alfiles mantienen con Sebastián Pareja, el armador bonaerense de LLA, a pedido de Karina Milei.
Las discusiones están empantanadas en el reparto de lugares en las listas provinciales. Los intendentes del PRO exigen una mayor participación que Pareja, por ahora, no convalida. Algunos jefes comunales del partido amarillo deslizan que, de no haber acuerdo, la vía propuesta por Monzó podría convertirse en una salida válida.
A pesar de las tensiones, el propio Pareja se comprometió recientemente con Ritondo y Santilli a garantizar la gobernabilidad de los distritos controlados por el PRO, especialmente en los Concejos Deliberantes. Aunque ese gesto calmó los ánimos, se esperan definiciones más concretas antes del cierre de alianzas.
Desde el oficialismo libertario minimizan los efectos de un posible quiebre: “Ojalá que muchos del PRO jueguen por afuera y demuestren cuánta fuerza tienen de verdad”, deslizan con ironía. Sostienen que, más allá de actores individuales, el pacto con Ritondo sigue firme.
Aun así, la desconfianza persiste. En la cena de la Fundación Libertad, Macri fue fotografiado entre risas junto a Santiago Caputo, una postal que contrastó con las tensiones que protagonizan sus entornos políticos. En la Casa Rosada, mientras buscan mostrar indiferencia, hay preocupación por una jugada del exmandatario que debilite al oficialismo en el Congreso. “Le aconsejaría a Mauricio jugar con nosotros si quiere que su primo termine su mandato”, advirtió con crudeza un funcionario de alto rango.
El foco no está solo en septiembre. En las próximas semanas, el Gobierno enfrentará votaciones clave, como los aumentos jubilatorios y en discapacidad, un paquete de leyes que representa casi dos puntos del PBI. Macri ya ordenó a nueve diputados abstenerse durante la media sanción. Si se repite esa conducta, el oficialismo podría perder la pulseada legislativa, complicando su plan de vetos y debilitando su estrategia fiscal.
En Economía advierten que una señal de debilidad en el Congreso afectaría los indicadores clave: desde el Riesgo País hasta la capacidad de renovar deuda. En un contexto de reservas escasas, cada movimiento político se traduce en una reacción del mercado.
Por ahora, todo indica que Macri sigue jugando en los márgenes, sin romper, pero con poder suficiente para condicionar. El 9 de julio será la fecha clave que defina si esas tensiones se traducen en una nueva arquitectura política bonaerense o en una reedición forzada de la alianza con Milei.