La decisión de Jair Bolsonaro de evitar una condena a la invasión de Ucrania, generó un inesperado escenario en la politica brasileña, con Lula cuestionando a Putin, en el marco de una condena a “todos los imperialismos”, atajo que tomó en la Argentina la ex presidenta Cristina Kirchner.
Las diferencias de los dos principales líderes de la potencia sudamericana en un tema neurálgico de la política internacional, en alguna medida desdibuja el rol de Brasil como actor relevante en la escena global y en cierta medida va a contramano de la consistencia que caracterizó durante décadas a la diplomacia brasileña.
Bolsonaro que no anduvo con vueltas y se negó a confrontar con su par ruso, confirmando el giro que inició con el viaje del mes pasado a Rusia y Hungría en donde se mostró a favor de “los defensores de la paz” y llenó de elogios a Putin por su perfil conservador. Ambos, entre otras posiciones, comparten un rechazo a las políticas de género y los gays.
La gira internacional de Bolsonaro expone su mala relación con Biden
Como adelantó LPO, ese viaje de Bolsonaro expuso la mala relación del gobierno brasileño con la administración del demócrata Joe Biden. Con el inicio de la guerra, esa tendencia de gestualidades a Moscú se profundizó, primero con la abstención en la OEA a una condena impulsada por la administración Biden y luego con la frase: “Nosotros queremos la paz, estamos por la neutralidad, no queremos traer sufrimiento a nuestra nación” y luego completó que “es una exageración hablar de masacre”.
Lo que se observa es que la diplomacia y la política corren por veredas distintas. Itamaraty acompañó la condena de la ONU (aunque hasta último momento se barajó la abstención), planteó la necesidad de respetar la integridad territorial pero Bolsonaro evita mencionar todo lo que sea ofensivo contra el Kremlin.
Nosotros queremos la paz, estamos por la neutralidad, no queremos traer sufrimiento a nuestra nación. Es una exageración hablar de masacre.
En otra señal de la decisión política del gobierno, Bolsonaro y su canciller Carlos Franca desautorizaron al vicepresidente, Hamilton Mourao, luego que planteara que “Brasil no está de acuerdo con una invasión del territorio ucraniano”. “Quien habla sobre esas cuestiones se llama Jair Mesías Bolsonaro y quien tenga dudas, que consulte la Constitución”, aseguró Franca.
El especialista en Relaciones Exteriores de la Fundación Getulio Vargas, Guilherme Cesaroes, dijo a LPO que “bajo una supuesta postura de neutralidad, la posición brasileña es ambigua y errática. El posicionamiento neutral solo tiene sentido entre dos partes implicadas en un conflicto de forma más o menos simétrica: en una guerra en la que un bando ataca y el otro es atacado, la neutralidad solo favorece al más fuerte”.
“La tradición diplomática de Brasil se rige, desde Barão do Rio Branco, por un principio diferente, el de la solución pacífica de las controversias”, agregó.
A su vez, el politólogo brasileño aseguró que “siempre que ha habido conflagraciones militares, el país se ha mostrado en contra del uso de la fuerza ya favor de la diplomacia. En este caso, el silencio ante los ataques rusos, unilaterales y sin ningún respaldo del Derecho Internacional, posiciona a Brasil como, si no alineado, al menos complaciente con la acción del gobierno de Vladimir Putin”.
“Esto tiene que ver con la trampa en la que Bolsonaro se ha metido a sí mismo y al país: cuando viajó a Moscú en vísperas del conflicto, tomó cierta posición en relación con Rusia, que ahora le está pasando factura. Lo peor de todo es que la vacilación brasileña refleja una profunda disputa interna: con declaraciones contradictorias de Carlos França, Braga Netto, Mourão y Bolsonaro, nadie sabe exactamente cuál es la posición oficial de Brasil en este conflicto”, consideró Cesaroes.
Esto tiene que ver con la trampa en la que Bolsonaro se ha metido a sí mismo y al país: cuando viajó a Moscú en vísperas del conflicto, tomó cierta posición en relación con Rusia, que ahora le está pasando factura. La vacilación brasileña refleja una profunda disputa interna, nadie sabe exactamente cuál es la posición oficial en este conflicto.
Para el Partido de los Trabajadores es un tema complejo de abordar. Entiende que Rusia es un jugador importante en el contexto multipolar que dio lugar a los BRICS, del que forman parte, y al mismo tiempo un contrapeso para la hegemonía de Estados Unidos. Como sucede con otras fuerzas progresistas de la región, la condena a la invasión rusa es leída como ser funcional a Estados Unidos y la OTAN.
La presidenta Gleisi Hoffman fue quien tomó la postura oficial partidaria y planteó en un comunicado : “El PT siempre ha defendido que las relaciones internacionales se guíen por el respeto a la libre determinación de los pueblos y el diálogo democrático entre los países, con miras a la construcción de la paz, el progreso y la justicia social para todos”.
“La resolución de los conflictos de interés en la política internacional debe buscarse siempre a través del diálogo y no de la fuerza, ya sea militar, económica o de cualquier otra forma”, continuó.
“En este momento, entendemos que la solución del diferendo entre Rusia y Ucrania debe hacerse de manera pacífica, utilizando todas las posibilidades de mediación en foros multilaterales”, finaliza el texto firmado por Hoffman y el secretario de Relaciones Internacionales, Romênio Pereira.
Lula no tuvo tanto reparos para la condena. “Estamos acostumbrados a que las potencias resuelven las cosas de esta manera. Estados Unidos invadió Afganistán e Irak sin pedir permiso a nadie, Francia y Reino Unido hicieron lo mismo en Libia y ahora Rusia hace lo mismo con Ucrania”, planteó el ex presidente quien también pidió reformar el Consejo de Seguridad de la ONU.
A pesar de las buenas relaciones entre Lula y Putin, que quedaron patentes en las gestiones del expresidente brasileño para comprar suministros y vacunas rusas, tanto él como su principal asesor internacional, Celso Amorim, fueron tajantes en condenar la invasión rusa.
En relación a la postura de Lula, Guilherme Cesaroe, afirmó que “a pesar de las buenas relaciones entre Lula y Putin, que quedaron patentes en las gestiones del expresidente brasileño para comprar suministros y vacunas rusas, tanto él como su principal asesor internacional, Celso Amorim, fueron tajantes en condenar la invasión rusa”.
“Siguen así las tradiciones pacifistas de la diplomacia brasileña e indican que, en un posible nuevo mandato, buscarán relaciones más equilibradas entre Rusia, Europa y Estados Unidos”, culmina.
Fuente: La Politica Pnline