Viernes negro para los bonos argentinos: el mal clima internacional hacia los países emergentes y la desilusión con el acuerdo que envió Guzmán al Congreso después del mediodía se conjugaron y llevaron al riesgo país anotó su mayor marca desde que el 24 de enero, fecha en la que el mercado comenzó a descontar que se caía el acuerdo con el FMI y el país entraba en atrasos.
Contrario a la suba que es de esperar frente a un anuncio que despeja el horizonte de vencimientos de un país, este viernes los bonos derraparon hasta 4% en dólares. No estuvieron solos: el Merval en dólares retrocedió 2,1% y las acciones de los bancos en Wall Street se desplomaron hasta 7,6% como en el caso del Banco Francés.
Las explicaciones son múltiples. En primer lugar, el anuncio del acuerdo se vio ensombrecido por la negativa explícita del kirchnerismo a acompañar al Ejecutivo en la votación de los términos negociados por Martín Guzmán y Sergio Chodos con el staff del FMI. Así, el acuerdo no consiguió despejar las dudas respecto de la situación financiera argentina con los organismos multilaterales.
En segundo lugar, el desencanto de los acreedores: en las 137 páginas enviadas al Congreso, en ninguna de ellas se habla de políticas específicas tendientes a generar los dólares necesarios para atender los vencimientos de intereses de la deuda externa por sobre otros usos de los dólares en las reservas internacionales. En cambio sí se reitera la intención de incrementar año a año el gasto público en términos reales y se abarcan cuestiones monetarias, cambiarias, de reorientación del gasto y de promoción de la inserción laboral de beneficiarios sociales y disidencias sexuales, entre muchas otras.
Si bien entre los principales objetivos del nuevo Servicio Ampliado del Fondo (EFF) se enumeran dos objetivos vinculados a la sostenibilidad de la deuda y el acceso a los mercados internacionales voluntarios de deuda, en ningún momento se fijan metas concretas para la recuperación del acceso a los mercados ni medidas concretas que prioricen el pago a los bonistas con el superávit comercial proyectado. Todas estas políticas quedaron pendientes de elaboración y deberán presentarse a fin de año.
“Nuestra trayectoria fiscal, según la cual se logrará un balance primario en 2025 y un superávit primario de alrededor de 1¼% del PIB a mediano plazo, ayudará a situar la deuda pública en una firme tendencia descendente y a facilitar un retorno gradual a los mercados internacionales a partir de 2025” es todo lo que especifica el entendimiento presentado ante el Congreso, además del compromiso de presentar a fin de diciembre de 2022 una hoja de ruta para relajar más adelante los controles de capital y preparar en comunicación con el personal técnico del FMI, la “estrategia de gestión de la deuda a mediano plazo”.
Y el tercer conjunto de motivos tiene que ver con el frente externo. En efecto, este viernes fue malo para el conjunto de los mercados emergentes (-2%) y para las principales bolsas del mundo: el Dow Jones cayó 0,5% y el Nasdaq 100 perdió 2,4% por una combinación de noticias del Este y de Occidente.
De un lado, el asedio ruso a una central nuclear disparó el precio de los activos de refugio como los combustibles y los metales preciosos, pero también de otros commodities como los alimentos -lo que hizo volar 18,5% el ADR de Cresud en Wall Street por ejemplo.
Del otro, la presión de los demócratas sobre Powell para que tome medidas para frenar la inflación -el principal reproche de los votantes contra Biden- se tradujo en un inminente aumento de la tasa de interés de la Reserva Federal. Esto aceleró la salida de capitales del mundo emergente por más que solo sea de 0,25 puntos porcentuales a fin de este mes.
“En mi opinión, los bonos cayeron porque aunque hubiera habido certezas del acuerdo con el FMI, la suba de tasas de la Fed iba a golpearlos. Hoy la Argentina recibió hoy una combinación de vientos en contra desde el extranjero: por un lado, la suba de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos que aumentó el riesgo país; por el otro, un plan presentado ante el Congreso que no convence a nadie, sumado al agravamiento del conflicto bélico que llevó el oro a casi 2000 dólares la onza, el petróleo a los 115 dólares y los granos a precios exorbitantes”, dijo a LPO el analista de mercados Francisco Uriburu.
“Si bien el trigo ya no está a 500 dólares sino a 440 dólares la tonelada es lo suficientemente alto como para afectar toda la cadena y generar un salto en la inflación en un mes como marzo que ya viene sobrecargado con una inercia del 4% de febrero más el impacto del aumento de tarifas. Es más, la aceleración de precios internacionales genera dudas sobre el aumento de tarifas si el Gobierno ve que la inflación se va al 8%, podría estudiar desdoblar el 20% que anunció”, agregó.
Fuente: La Politica Online