León XIV revela su signo: la cruz de los agustinos y la herencia espiritual de su pontificado

El Vaticano dio a conocer este viernes la fotografía oficial del papa León XIV, en la que el flamante pontífice aparece por primera vez llevando la cruz pectoral que ha elegido como símbolo de su pontificado. La imagen, destinada a ser distribuida entre los fieles y utilizada en documentos y plataformas institucionales, condensa en sí misma una declaración de principios: la centralidad de la espiritualidad agustiniana en el camino pastoral del nuevo Papa.

Con una media sonrisa serena y el gesto sobrio que lo caracteriza desde su aparición pública el pasado 8 de mayo, León XIV –nacido Robert Francis Prevost, estadounidense y miembro de la Orden de San Agustín– sostiene con dignidad la cruz-relicario dorada que recibió como obsequio al ser creado cardenal. En la parte inferior de la imagen aparece su firma oficial, redactada en latín: Leo pp. XIV, siguiendo la tradición vaticana que abrevia Pontifex Pontificum.

Un relicario lleno de símbolos

La cruz pectoral elegida por el Papa no es un mero adorno litúrgico. Es un relicario que encierra fragmentos óseos de santos profundamente ligados a la historia, espiritualidad y martirio de la Iglesia, todos ellos vinculados a la tradición agustiniana. Fue un regalo personal del postulador general de la Orden, Josef Sciberras, quien seleccionó cuidadosamente las reliquias. “La víspera del cónclave, el martes pasado, le envié un mensaje recomendándole que llevara la cruz que le habíamos regalado, para tener la protección de los santos Agustín y Mónica”, explicó Sciberras a medios vaticanos.

La pieza central del relicario contiene un fragmento de San Agustín, figura fundamental en la historia del pensamiento cristiano y padre de la orden que lleva su nombre. En la parte superior de la cruz, un fragmento de Santa Mónica, su madre, cuya fe y perseverancia en la conversión de su hijo han sido modelo de devoción filial. León XIV ha manifestado públicamente su especial devoción por ella, una afinidad que también compartía su antecesor, el papa Francisco.

El brazo izquierdo del relicario contiene la reliquia del beato Anselmo Polanco, obispo agustino de Teruel y mártir durante la Guerra Civil Española, fusilado en 1939 por su fidelidad a la Iglesia en tiempos de persecución. En el brazo derecho, se encuentra un fragmento del venerable Giuseppe Bartolomeo Menochio, obispo de Porfirio y prefecto del Sagrario Apostólico durante la invasión napoleónica, reconocido por Juan Pablo II en 1991 por sus “virtudes heroicas”.

El mensaje detrás de la imagen

Más allá del simbolismo devocional, la cruz que porta León XIV anticipa el carácter pastoral de su pontificado. En ella se leen las huellas de una fe sufrida, de una Iglesia que resiste en tiempos de turbulencia política y social, y de una vocación marcada por la espiritualidad interior, la reflexión y la búsqueda de verdad a la manera de San Agustín. Es también una reafirmación de su identidad agustiniana, que probablemente marcará buena parte del rumbo eclesial que trazará desde Roma.

Al elegir esta imagen como su retrato oficial, León XIV no solo establece un gesto de continuidad con su historia personal y religiosa, sino que traza un programa espiritual: un papado enraizado en la tradición, sensible a la mística de los padres de la Iglesia y atento al sufrimiento del pueblo cristiano en contextos hostiles.

La foto, que comenzará a circular entre fieles y sedes eclesiásticas en todo el mundo, no es una simple postal. Es, como toda liturgia del poder, una señal. Y en este caso, una señal que apunta al corazón de la Iglesia, al legado de Agustín, y al deseo de un pontífice por guiarla con la fuerza de los mártires, la sabiduría de los doctores y la fe inquebrantable de las madres.

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