Las mejores lecciones estoicas para enseñar a tus hijos a superar las dificultades

Desde hace un tiempo a esta parte se viene repitiendo un mantra colectivo bastante negativo que, de alguna forma, ha permeado en la mente de los jóvenes: “esta es la primera generación que vivirá peor que sus padres“. Tantos años de progreso humano, científico y tecnológico para que ahora haya unanimidad al pensar que estamos en claro retroceso, que vamos hacia atrás. Se trata de un mensaje catastrofista que puede conducir a la inmovilidad. De ahí que existan debates en torno a cómo informar sobre, por ejemplo, el cambio climático, ya que ser demasiado apocalípticos con el “ya no hay marcha atrás” puede hacer que efectivamente se den todos los esfuerzos por perdidos.

Sí, vivimos un punto de inflexión histórico, sobre todo a raíz de la crisis climática. Nunca antes las generaciones jóvenes habían estado tan movilizadas con respecto a un problema, que en este caso es global. Son muchos los estudios que hablan de la aguda ansiedad climática que a muchos niños y adolescentes les produce esta situación. También a los adultos. De hecho, posturas filosóficas críticas para el mantenimiento de la especie humana como el antinatalismo (la voluntad de abstenerse de procrear o no querer traer más hijos al mundo) han vivido una resurrección en estos últimos años.

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Enrique Zamorano

“Perdida la esperanza, perdida la ilusión / los problemas continúan sin hallarse solución“, cantaba un grupo de punk a mediados de los 80. Y “el pasado ha pasado y por él nada hay que hacer”, mientras tanto “el presente es un fracaso y el futuro no se ve”. ¿Acaso no hay mejor forma de describir el clima de pesimismo que inunda nuestra época? El hecho de que un estribillo de hace cuarenta años como este siga teniendo vigencia en el presente nos demuestra que el pesimismo también se reproduce entre las diferentes generaciones. Solo que parece que esta vez la situación es más crítica y urgente. El hecho de que los niños y adolescentes de ahora hayan crecido con Internet ha producido que los mensajes catastrofistas se hayan compartido mucho más rápidamente y con mayor intensidad.

La urgencia del estoicismo hoy en día

“Como padre, creo que es esencial empoderar a los niños y transmitirles el mensaje de que el mundo está en sus manos, que tendrán el poder de resolver sus problemas más acuciantes, y que hay mucha gente que ya está trabajando en ello, que está deseando que los niños aprendan y crezcan. La lucha contra el cambio climático forma parte de eso, y es importante y merece la pena que lo tengan en cuenta, pero no porque no vaya a haber un mundo en el que los niños no puedan vivir cuando sean mayores”. Estas palabras pertenecen a Kelsey Piper, periodista del medio de comunicación ‘Vox’, en un artículo reciente en el que pide un giro argumentativo a la hora de tratar la crisis climática por parte de los gobiernos e instituciones, a raíz de la ansiedad que crean los mensajes catastrofistas en los jóvenes.

“La mejor manera de que un niño de siete años mejore el mundo puede ser aprender y desarrollar nuevas habilidades que pueda aplicar frente a estos problemas cuando sea mayor”

Y ante toda esta situación, para que el pesimismo inmovilista no atrofie la necesidad de un cambio de rumbo efectivo y en la buena dirección en sus mentes, una buena opción podría ser educarles en valores filosóficos como el estoicismo, cuya máxima principal reside en pensar que no se puede controlar lo que sucede en tu vida, pero sí cómo se responde ante ello. Este puede ser un buen punto de partida.

Así lo manifestaba Epicteto, alumno de Musonio Rufo, uno de los fundadores del pensamiento estoico. Este dividía la experiencia humana en dos categorías: las cosas que podemos controlar y las que no. Si atendemos a emergencias como la del cambio climático, esta se puede antojar como el problema más acuciante e incontrolable de todos. ¿Qué respondería Epicteto si viviera en nuestra época? Es difícil de imaginar, pero básicamente llamaría a concentrarse en la forma de reaccionar individual y colectivamente para reducir la ansiedad y conseguir cierta autonomía frente a situaciones de caos.

Foto: El filósofo estoico más 'feminista'.

Musonio Rufo, el filósofo estoico del siglo I con perspectiva ‘feminista’

Enrique Zamorano

Esto, de alguna forma, es lo que también propone Piper en su artículo: “Los niños a los que les preocupan estos problemas en su infancia saben que no son Greta Thunberg y, por tanto, no tienen posibilidades de llegar a ninguna parte, al igual que cuando sean adultos. La mejor manera de que un niño de siete años mejore el mundo probablemente no sea suplicando a los adultos”, como hace la activista, quien se erige como icono de su generación, sino “aprendiendo y desarrollando nuevas habilidades que pueda aplicar frente a estos problemas cuando sea mayor”.

Los hábitos y la ataraxia

Y “habilidades” se parece lingüística y semánticamente a otra palabra que obsesionaba a los estoicos: “hábitos“. Aplicado al tema del cambio climático, inevitablemente concluimos que hay que instruir a los niños en formas de estar en el mundo respetuosas con el medio ambiente: reciclar, contaminar lo mínimo… Como es obvio, todo esto es positivo en el día a día para enfrentar esta gran amenaza. Pero habría que ir más allá y educar en el hábito de reflexionar y pensar sobre cómo mejorar su vida y la de los demás.

Al fin y al cabo, el estoicismo no solo se basa en un “soporta y renuncia”, sino en buscar la virtud, que ellos veían en la ataraxia, que es ese estado de ánimo tranquilo en el que ya no existe el deseo o los temores. En este sentido, abogaban por una vida sin influencia de los agentes externos que se antojan como más deseables, como vienen a ser la riqueza o el poder, para ahondar más en un modo de vida ascético basado en la consabida frase de “no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”. Esto, en la educación con los hijos, podría aplicarse a instruirles en huir de los mantras de la sociedad de consumo.

Estoicismo en problemas concretos

Más allá de las luchas que se juegan en un plano más general, cabe detenerse en los problemas que puedan presentarse en su día a día. El mayor de ellos que podemos pensar es sin duda el del acoso escolar o ‘bullying‘. A este respecto, la postura estoica les invita a pensar y reflexionar sobre su situación para saber decidir de la mejor forma posible cómo reaccionar.

“Puedes ser poderoso si puedes elegir cómo responder a todo. Tendrás la mejor vida y nadie podrá mandar sobre ti, serás el jefe de tus pensamientos, sentimientos y decisiones”

Así lo explican desde la web ‘Eres Estoico’: “¿Recuerdas cuando tu amigo fue malo contigo la semana pasada? Eso no fue agradable por su parte, pero tampoco había nada que pudieras hacer al respecto. Si alguien quiere ser malo, será malo. Pero después de que fueran malos, tuviste una opción. Debías decidir si ibas a ser malo, si ibas a golpearlos, o a correr al maestro y explicarles lo sucedido, o si ibas a seguir jugando y olvidarlo”. Cuanto mejor sea la respuesta que tomes, “más felices seremos y menos triste estaremos”. A este respecto, “puedes ser tan poderoso como los soldados y héroes y los adultos grandes y fuertes, ya que puedes elegir cómo responder a todo. Si puedes aprender eso ahora y abrazarlo, tendrás la mejor vida y nadie podrá mandar sobre ti, serás el jefe, el jefe de tus pensamientos, sentimientos y decisiones”.

Foto: 'Marco Aurelio distribuyendo pan al pueblo', de Joseph Marie Vien.

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Por tanto, podemos extraer de este consejo que el valor estoico más positivo para enseñar a un niño o adolescente que se siente el marginado de su clase es empoderarle para que no se sienta el débil o la víctima. Y, la mejor forma de empoderamiento es fomentar su capacidad de decisión sobre su propia vida, sus pensamientos y sus decisiones. Esto puede resultar un poco abstracto de explicar a edades tempranas, pero seguramente lo entienda, ya que los niños son más listos de lo que los adultos tendemos a pensar.

En este sentido, nunca está de más leer con él algunos de los libros que recojan enseñanzas filosóficas o, directamente, de la escuela estoica. Aunque pueda parecer demasiado complejo de comprender, las ‘Meditaciones‘ de Marco Aurelio pueden ser una buena puerta de entrada a este pensamiento. O ‘Cartas de un estoico’ de Séneca, el cual les iluminará en el proceso de toma de decisiones. Del mismo modo, al ser nativos digitales seguramente prefieran contenidos adaptados a estos canales. Por ello, en Instagram hay perfiles como Eres Estoico, de la citada web, que pueden ser muy útiles para reflexionar con tus hijos sobre citas que tienen que ver con esta corriente filosófica. La clave es transmitirles la pasión por el pensamiento y la costumbre de hacerse preguntas que estén dirigidas a querer tener una vida más plena, más consciente y más activa.

Por

Enrique Zamorano

Fuennte: ACV,

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