Las luces y las sombras en el mundo cripto

El mundo cripto nació con Bitcoin y se sustentó en varios mitos. Uno de ellos era aquel que decía que podía existir un mundo del valor sin que existiera un gobierno o un poder judicial que cuidara los derechos de propiedad. 

Si hubo un ejemplo claro de la torpeza de esa ilusión fue cuando el exchange crypto.com (sí, el mismo que aparecía en las canchas del mundial) envió por error US$ 10 millones a una mujer y luego la denunció para que lo devolviera. Se suponía que la idea era que en el mundo de las blockchains descentralizadas no hubiese vuelta atrás, pero parece que no es tan así.

Claramente no es un caso tan grande como el de FTX, el cual manejaba un valor de US$ 30.000 millones. A medida que avanza la investigación, salen a la luz detalles más escabrosos. Aparentemente, en el exchange fundado por Sam Bankman-Fried habrían usado US$ 200 millones de sus clientes para hacer inversiones de riesgo. 

Para colmo, la SEC habría informado que también se usaron US$ 100 millones para rescatar al exchange BlockFi caído en desgracia luego del derrumbe de Terra Luna. Sí, en mejores tiempos FTX se mostraba como el lugar seguro para resguardar las criptos, al punto tal de salvar a otros competidores. 

El mismo Tom Brady, el multicampeón de fútbol americano, solía recomendar aquella plataforma y, ahora, algunos dicen que debería pagar por ello.

Los mitos y fraudes en el mundo cripto abundan.

Martin Walker, desde la famosa columna de David Gerard, describió la semana pasada otro de los mitos del ecosistema en un artículo que tituló “Return to nothingness” (El retorno a la nada). 

En el mismo explicó un concepto básico de la contabilidad. Para que haya un activo financiero, debe existir una contrapartida en un pasivo financiero, alguien que tenga una deuda, que le da valor a aquel. En el caso del dólar, por ejemplo, el Gobierno de Estados Unidos se obliga a recibirlo en concepto de impuestos. 

En el caso de Bitcoin, en cambio, no existe un deudor que sostenga el valor de esa moneda virtual. Es algo que claramente resuena con lo que puntualizamos cuando mostramos que la historia del dinero no convalida la filosofía Bitcoin.

  • Sin embargo, en el mundo cripto sí existen activos que representan una deuda. Es por ejemplo el caso de los NFTs lanzados recientemente por Donald Trump sobre la red de Polygon, los cuales permitirán almorzar con él, jugar al golf en sus canchas, recibir autógrafos y otros premios. Esos tokens no fungibles, que el ex presidente vendía a US$ 90 por pieza, llegaron a valer US$ 680 en el mercado.

Todos sabemos que aquellos tokens que “por excelencia” representan una deuda, son las stablecoins centralizadas, donde un ente resguarda (o promete resguardar al menos) activos líquidos para respaldar a aquellos. Con tasas de interés en aumento su modelo de negocio mejora cada día.

  • Circle, la emisora de USDC, informó un ingreso de US$ 274 millones en el tercer trimestre de 2022. Es más que todo lo percibido en su historia por aquel concepto. Será tal vez por eso que su principal competidor, Tether, prometió que reducirá el total de sus préstamos garantizados a cero para 2023.

Pareciera un momento promisorio para los cripto dólares. Japón levantó la prohibición para transaccionar con stablecoins extranjeras que había dispuesto en Junio del año pasado. Como indicó Cointelegraph, el medio especializado en criptomonedas, son 31 los exchanges registrados para operar en la tercera economía del mundo que ahora tendrán acceso a comerciar con USDT y USDC, entre otras.

  • Es importante, sin embargo, diferenciar entre los tokens y las blockchains en las que “viven”. Por ejemplo, las buenas noticias de USDT no siempre se distribuyen de manera pareja entre todas las redes descentralizadas. Es algo que se ve claramente en OMNI, la sidechain que depende de Bitcoin y que es aquella donde se originó Tether. Al día de hoy, como explicó en un tweet el especialista JP Koning, Omni sólo maneja el 0,4% de todos los USDT emitidos.

2023 será el año en el cual aprenderemos a diferenciar entre mitos y realidades, fraudes y proyectos serios, redes eficientes y no eficientes y, sobre todo, proyectos con futuro y aquellos que quedarán en el olvido.

Fuente: El Economista,

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