La reciente caída del precio internacional de la soja por debajo de los USD 500 la tonelada ha obligado a revisar las proyecciones del potencial exportador de Argentina. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en comparación con las estimaciones realizadas en marzo, se estima que el país enfrentará pérdidas adicionales de USD 1.301 millones debido al deterioro de los términos de intercambio para la soja y sus derivados, sumándose a los USD 6.700 millones que el principal complejo agroexportador argentino ya había perdido debido a la sequía.
Por primera vez en cuatro años, Estados Unidos tendrá un volumen de producción que le permitirá abastecerse a sí mismo y además exportar un excedente que competirá con la producción de soja argentina en el mercado internacional. Los buenos rendimientos de la cosecha en Brasil ya habían establecido un límite al precio de la soja, lo cual hacía difícil imaginar que la disminución en los volúmenes cosechados podría compensarse con un mejor precio internacional. Ahora, las excelentes proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para su cosecha han agravado aún más la situación.
El futuro de la soja para fin de mes experimentó un quiebre el 17 de mayo, perdiendo el soporte de los USD 500 por tonelada en el mercado de Chicago y continuó descendiendo hasta llegar a los USD 486 este martes, precios que no se veían desde 2021. Esta situación se produce al mismo tiempo que se registran aumentos en las tasas de interés en los países centrales, lo cual desalienta la inversión en futuros de commodities y también deprime los precios internacionales.
“Esta caída no podría haber ocurrido en un momento peor para nuestro país, que debido a la feroz sequía, heladas intempestivas y olas de calor asfixiantes durante la primavera y el verano, ha experimentado la peor productividad de la soja desde 1996. Se estima que la cosecha del ciclo 2022/23 será de apenas 21,5 millones de toneladas”, señalaron Guido D’Angelo y Emilce Terré, autores del último informe de la BCR. Estos expertos consideran que esta nueva pérdida de divisas es un duro golpe para la economía argentina.
