– Me da miedo que le duela.
-Qué cosa.
– Ser tan boluda, cómo va a decir que renuncia cuando la echamos y encima lo pone en su carta, esta mina nunca entendió nada, un lastre menos, a seguir laburando.
La carcajada se escuchó desde Olivos hasta la Casa Rosada. Alberto Fernández decidió echarla cuando vio el manual del Mundial, donde llamaba a no ofender a otro por cánticos, y decidió llamarla: “vos no tenés la más mínima idea de fútbol, ese manual es un delirio, no tiene asidero”, le dijo sin vueltas, y le recordó un rosario de fracasos que había tenido Donda más allá de la gaffe de ofrecerle un contrato en el estado a su empleada doméstica para evitar contrapuntos a la hora de despedirla. Una costumbre rara en las fauces progresistas que decía habitar la exdiputada.