La fuerte agresión de Rusia sobre Ucrania ha tenido profundas e irreversibles consecuencias políticas, económicas y sociales en el país liderado por Volodymyr Zelensky.
Pero mientras las tropas combaten en suelo ucraniano, un conflicto subterráneo y menos visible también se está gestando en el país.
Se trata de una rebelión religiosa que, según expertos, no tiene precedentes y que afecta directamente a la tan popular Iglesia ortodoxa rusa, altamente influyente en Kiev.
Desde que comenzó la invasión, diversos obispos y sacerdotes fieles a dicha Iglesia han manifestado su rechazo hacia Kirill, el patriarca de Moscú y máximo representante de esa institución religiosa.
Incluso muchos creyentes ucranianos han dejado de orar por él durante los servicios, lo que representa el signo más fuerte de desobediencia en el mundo ortodoxo.
Pero ¿por qué son importantes estas señales de desacato? ¿Qué tan relevantes son en el contexto de la guerra? Y ¿por qué Ucrania es tan crucial para la Iglesia ortodoxa rusa?
Aquí te lo contamos.
Kirill, un aliado de Putin
Actualmente, existen dos grandes comunidades ortodoxas en Ucrania: la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú (UOC-MP) —que está bajo la juridicción de la Iglesia ortodoxa rusa (ROC)— y la Iglesia ortodoxa de Ucrania (UOC).
Esta última se estableció en 2018, luego de separarse de su contraparte rusa tras pasar más 300 años vinculada a ella, lo que representó un paso importante para romper con la subordinación religiosa hacia Rusia.
Ucrania tiene la tercera población ortodoxa más grande del mundo (por detrás de Rusia y Eriopía).
Pero según los últimos datos oficiales, la UOC-MP sigue siendo la más grande del país, con unas 12.000 parroquias. La UOC, en cambio, tiene unas 7.000.
Hasta antes de la invasión, esto significaba que Rusia continuaba ejerciendo una influencia sustancial en el ámbito espiritual ucraniano.
Lo anterior es aún más importante si se considera que Ucrania tiene la tercera población ortodoxa más grande del mundo (por detrás de Rusia y Etiopía), según Pew Research.
En este país, 8 de cada 10 adultos (78%) se identifica como ortodoxo.
Pero la agresión liderada por Vladimir Putin —que, de paso, ha destruido cientos de iglesias con sus ataques aéreos— vino a sacudir el poder de la UOC-MP.
El punto de quiebre se desató luego de que el patriarca de Moscú, Kirill, no condenara las acciones bélicas. Al contrario, bendijo a las tropas rusas y, hasta el momento, no ha solicitado un alto al fuego.
Y es que el máximo representante de la Iglesia ortodoxa rusa es un antiguo aliado de Putin. En 2012, de hecho, dijo que su gobierno era un “milagro de Dios”.
“El patriarca ruso ve la guerra con Ucrania como una especie de guerra cultural entre una concepción occidental de la vida y una concepción oriental de la vida”, le explica a BBC Mundo Thomas Bremer, profesor de teología ecuménica e investigador de la Iglesia ortodoxa rusa de la Universidad de Münster, Alemania.
De acuerdo con diversos académicos, Kirill, al igual que Putin, comparten la visión de un “Russkiy Mir” (o “Mundo Ruso”) donde los ucranianos y rusos son un “mismo pueblo”.
Su misión, entonces, es volver a unirlos para hacerle frente a las amenazas que vienen del exterior.
“Kirill le ha proporcionado a Putin ideas, ideología”, le dice a BBC Mundo Cyril Hovorun, sacerdote ortodoxo ucraniano que enseña eclesiología, relaciones internacionales y ecumenismo en la Universidad de Estocolmo.
“Personalmente, creo que sin el aporte de la Iglesia ortodoxa rusa, la guerra hubiera sido imposible porque de esta forma se justifica. Putin tiene esta confianza en sí mismo también porque la Iglesia lo animó a hacerlo”, agrega.
Rebelión interna
La actitud de Kirill —y de otros líderes religiosos que lo apoyan— ha generado un amplio rechazo entre los creyentes ucranianos.
Incluso, el metropolitano Onufriy Berezovsky de Kiev —que representa a la UOC-MP en Ucrania— condenó enérgicamente las acciones rusas y apeló directamente a Putin, pidiéndole el fin inmediato de la “guerra fratricida”.
También ha hecho un llamado al propio Kirill para que ayude a resolver este conflicto.
“Es una rebelión interna, una fragmentación de la Iglesia bastante singular”, dice Hovorun.
“Kirill parece ignorar por completo todas las muertes, la destrucción. No ha pronunciado ni una sola palabra en apoyo a las víctimas ucranianas”, agrega el académico.
Lo anterior ha provocado que varias diócesis de Ucrania dejen de orar por el patriarca, lo que constituye un importante acto de desobediencia.
“Por lo general, en la liturgia, se menciona al jerarca más alto, se ora por él. Pero muchos dejaron de hacerlo. He visto videos en Internet donde los sacerdotes dicen: ‘nos defraudó y ya no es nuestro patriarca, no podemos confiar en él'”, comenta Thomas Bremer.
“Y eso es un paso muy audaz”, añade.
Esta rebelión ha traspasado las fronteras ucranianas y ha desatado una inédita oposición interna a Kirill en la propia Iglesia ortodoxa rusa.
Unos 300 sacerdotes y diáconos rusos firmaron recientemente una carta abierta titulada “sacerdotes rusos por la paz”, donde piden un “alto al fuego inmediato”.
“Pensamos con amargura en el abismo que tendrán que superar nuestros hijos y nietos en Rusia y Ucrania para volver a ser amigos, respetarse y quererse”, se lee en la carta.
“Toda la Iglesia rusa está un poco conmocionada. Aunque muchos apoyan la guerra, hay una creciente disidencia hacia las políticas de su patriarca”, explica Cyril Horovun.
“Y en otros lugares, en las estructuras de la Iglesia rusa fuera de Rusia, también está pasando algo similar. En los países bálticos, por ejemplo, están intentando distanciarse de Moscú, expresando su desconfianza hacia el patriarca”, agrega.
¿Por qué Ucrania es tan importante?
Ucrania no es un país más del mundo para Vladimir Putin o para la Iglesia ortodoxa rusa.
La visión dominante del nacionalismo ruso es que Ucrania es una nación hermana y, más aún, que es el corazón de la “nación rus”.
En particular, la capital Kiev, tiene un significado espiritual de suma relevancia para los ortodoxos.
En 2019, Kirill comparó a Kiev con el significado de Jerusalén para el cristianismo global, según el medio ruso TASS.
“Así es. Lo que Jerusalén significa para el cristianismo, Kiev significa para la ortodoxia rusa”, asevera Thomas Bremer.
“Ucrania constituye una parte muy importante de la metodología rusa. Para ellos, este país es parte del mito fundacional”, explica por su parte Cyril Horovun.
Debido a lo anterior, Kirill ha justificado lo que ellos llaman la “operación militar especial” sobre Ucrania como un modo de “salvar” a este país del mundo occidental y sus valores.
En uno de sus sermones, de hecho, el patriarca señaló que una de las razones del conflicto es la supuesta oposición de su gente a “desfiles gay”.
“La Iglesia de Kirill presenta a Rusia como la defensora de los valores tradicionales y familiares en contra de Occidente, supuestamente decadente y corrupto que apoya al grupo LGTB y todo tipo de distorsión ética”, explica Horovun.
“Para ellos, Occidente es casi como una encarnación de la fuerza del mal. Y Putin también tiene esta imagen en su mente”, agrega.
¿Qué podría pasar?
Diversas diócesis al interior de la UOC-MP ya han manifestado su intención de independencia de la Iglesia ortodoxa rusa.
Algunos, incluso, quieren convocar a un consejo de obispos con el fin de tomar una decisión que los encamine a abandonar su histórica relación con la institución liderada por Kirill.
Sin embargo, según el servicio ucraniano de la BBC, hay otros que piden mantener la “mente fría”, señalando que es imposible montar una catedral nueva mientras dure la guerra.
Lo que sí está claro es que, tras la invasión, habrá un antes y un después en las relaciones entre los ortodoxos rusos y ucranianos.
“Si los rusos ganan el control de Ucrania, lo cual es posible, tendrán una iglesia en Ucrania que no es de confianza para ellos. Tendrás obispos que han dicho ‘ya no confío en ti'”, explica Thomas Bremer.
“Posiblemente, tendrán que cambiar el episcopado y muchos de los obispos. Y creo que muchos sacerdotes y fieles ya no irán a la iglesia pues ya no tienen confianza en la ortodoxia rusa”, concluye.
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