La otra conquista: cómo el mundo se globalizó hace 500 años y aún vivimos sus consecuencias

El descubrimiento y la conquista de América no solo fueron momentos cruciales de la historia, sino el punto de partida de un proceso que redefinió el mundo tal como lo conocemos. Fechas como 1492 y nombres como Cristóbal Colón se enseñan en todas las escuelas, aunque el navegante genovés ni siquiera supiera que había descubierto un nuevo continente. Pero más allá de la épica y los héroes, ¿qué sabemos realmente sobre los efectos de la conquista en América, Europa y el resto del mundo?

En realidad, la conquista no fue un evento puntual sino un proceso prolongado, diverso y complejo que se extendió durante siglos. Los historiadores continúan desentrañando sus múltiples capas, y uno de los enfoques más reveladores es el que ofrece el periodista científico Charles C. Mann en su libro 1493 (Capitán Swing). Con una investigación monumental, Mann propone que el verdadero impacto de la conquista fue ecológico y ambiental, incluso más que político o militar.

A través del estudio del intercambio de cultivos, enfermedades, esclavos y prácticas agrícolas, Mann rastrea cómo la llegada de Colón inició una transformación planetaria. “Quería contar esa historia que no aparece en los manuales escolares”, explica el autor, quien lleva décadas viajando por el mundo tras las huellas materiales de la primera globalización.

El punto de partida fue una broma: Alfred Crosby, el historiador que acuñó el concepto de “imperialismo biológico”, le dijo que si quería una actualización de sus estudios, la escribiera él mismo. Mann lo tomó al pie de la letra. Así nació primero 1491, un retrato de América antes de la llegada europea, y luego 1493, una continuación que le llevó más de 15 años y miles de “madrigueras de conejo” investigativas.

Lo que surge es una reinterpretación radical: la globalización, lejos de ser un fenómeno moderno, comenzó hace más de 500 años. Mann ofrece como ejemplo una imagen del siglo XVII de la plaza del Zócalo en Ciudad de México, donde aparecen africanos, europeos y asiáticos conviviendo en una ciudad tan diversa como las actuales. Esa escena lo impulsó a escribir un libro que explicara por qué eso ya era posible entonces.

La historia, sugiere Mann, se comprende mejor no desde los tronos ni las batallas, sino desde un jardín. En su propia casa en Nueva York, descubrió que ningún cultivo era originario de su región. La jardinería, creía, era una actividad doméstica, y terminó revelándole el largo viaje de las especies y las ideas.

Este enfoque conecta con la escuela de los Annales, que privilegiaba los procesos sociales y económicos por sobre los grandes hechos y figuras. “Debajo de los grandes nombres están las verdaderas olas históricas: enfermedades, electricidad, cultivos. Eso cambia el mundo”, dice Mann.

Uno de los conceptos clave es el “imperialismo biológico”: Colón no solo trajo personas, también trajo caballos, trigo, enfermedades, y de regreso llevó patatas, maíz y sífilis. Esta circulación de especies no solo transformó dietas, sino que hizo posible que Europa, azotada por hambrunas, pudiera alimentar a su población y, por lo tanto, construir imperios.

Mann reivindica la agricultura como la industria más importante de la historia. Desde los cultivos americanos hasta la Revolución Verde, el sistema alimentario mundial es un legado de ese primer gran intercambio ecológico.

A la pregunta de si la historia puede ser más interesante desde el punto de vista de una batata que desde el de Felipe II, Mann responde que sí: “Lo que cambia el mundo no siempre es lo espectacular. Muchas veces es lo invisible”.

Ecosistemas homogeneizados, ciudades mestizas, conflictos sociales por la diversidad, migraciones forzadas y globalización: todo estaba ya en marcha en el siglo XVI. Y según Mann, entender esto es fundamental para interpretar el presente.

Porque estudiar la historia, concluye, no es nostalgia. Es memoria activa. Es comprender que los problemas de hoy tienen raíces profundas y, tal vez, soluciones más sabias si se observan desde lejos.

Tags

Compartir post