Debate y Convergencia

LA ESPIRAL ENDIABLADA: MÁS INFLACIÓN, MÁS POBREZA, Y UN ESCENARIO ELECTORAL COMPLEJO

“Yo miraba los números de pobreza del segundo semestre del 2022 en la ciudad de Trelew, con 40 puntos y en 2019, con 39.5… Hay cinco puntos más —de pobreza— entre 2018 y 2022. El Frente de Todos no vino a esto (…) Cuando escuchan que esto es una interna por el poder, es mentira. Entre el 2003 y el 2015 nosotros supimos muy bien de qué se trataba eso y si nos bancamos todo con el macrismo, la persecución, los aprietes y los palos, no fue para contarle a los argentinos que no podemos».

Estas declaraciones pertenecen al diputado nacional Máximo Kirchner, quien las formuló hace algunos días en un acto en Trelew en apoyo al candidato a intendente Emanuel Coliñir de caras a las elecciones que hoy mismo tienen lugar en la capital Chubutense.

Si bien los números que mencionaba Kirchner refieren específicamente a la ciudad de Trelew, la situación puede extrapolarse a nivel nacional dado que los números muestran, a pesar de un crecimiento del empleo sostenido, un aumento de la pobreza que va de la mano con un alto nivel de inflación y una caída progresiva del poder adquisitivo del salario formal y fundamentalmente del ingreso de les trabajadores monotributistas e informales.

Los datos

32,9% de la población económicamente activa se encontraba por debajo de la línea de pobreza al cierre del 2022 según los datos difundidos por el Indec en la última semana del pasado marzo. El índice es 1,9% superior al mostrado al final del 2021, a pesar que la economía mostró un crecimiento del 5,2% y el desempleo pasó del 7 al 6,3% lo que muestra que el crecimiento económico tanto como del empleo no se traducen en una mejora de la distribución de la riqueza.

Puesto de otra manera, 18,1 millones de personas de las 46 millones que componen la población argentina son pobres, y de ellas, 3 millones 700 mil son indigentes.

4 vivos

18 de diciembre de 2020 en La Plata. Acto multitudinario en el estadio recientemente bautizado como Diego Armando Maradona encabezado por el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Allí, la dos veces presidenta de la Nación pronunció un discurso en el que no solo elaboró el habitual análisis coyuntural/contextual respecto de la situación argentina, sino que señaló los máximos desafíos que tenía por delante el entonces relativamente nuevo gobierno.

Respecto del primero de esos desafíos, analizó la situación del sistema de salud que fue revitalizado para atender las consecuencias de la pandemia y sobre el segundo, el que aquí nos ocupa, abordó la situación económica y social. Al referirse al crecimiento económico, señaló que “el otro desafío que vamos a tener, obviamente, va a ser la economía. Sergio decía que la economía va a crecer en el 2021. Pero ojo: yo no quiero que ese crecimiento se lo queden 3 o 4 vivos nada más.”

A este respecto, explicó la importancia de “alinear salarios y jubilaciones, precios -sobre todo los de los alimentos- y tarifas” y agregó en un hilo de twitter en el que repasó las principales frases de su discurso que “Argentina es el lugar donde mueren todas las teorías económicas. Acá la actividad económica la mueve la demanda. Y a la demanda no hay otra manera de hacerla que a través de salarios, jubilaciones, y con precios de alimentos accesibles.”

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A poco de finalizar el período de gobierno que lo tiene a Alberto Fernández a cargo de una primera magistratura que parece, por lo menos, difícil que mantenga reelección mediante, las palabras de Cristina Kirchner en aquel diciembre del 2020 resuenan dejando un eco descarnado. Es cierto que el nivel de empleo mejoró, pero el poder adquisitivo de salarios formales, jubilaciones e ingresos de les trabajadores informales siguió a la baja en la medida en que la inflación no ha detenido, ni siquiera morigerado su paso galopante pegando con especial dureza en alimentos e indumentaria.

El sentido de las declaraciones de Cristina Kirchner de aquel día se mantuvo a lo largo del tiempo en sus intervenciones. Por caso, el pasado 10 de marzo al recibir un Doctorado Honoris Causa en la Universidad Nacional de Río Negro, manifestó que «es cierto que la economía está creciendo y se crean empleos, pero son precarizados y de muy bajos salarios», analizó, a la vez que planteó que los salarios no son la causa de la inflación (lo que suele ser un latiguillo de la derecha): en el año 2015 cuando teníamos el salario más alto en dólares en América Latina, la inflación de ese año medida por la Ciudad fue del 24%. Me acuerdo que me daban lecciones, todos, propios y extraños”. Y agregó que “los que me dieron lecciones la llevaron al 52 por ciento. Está claro que los salarios no son la causa de la inflación, porque con los salarios más altos de América Latina teníamos 24%”.

La verdad de la milanesa es que la milanesa cuesta cada día más

El INDEC dio a conocer en los últimos días el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que arrojó para marzo una inflación del 7,7%, la más alta desde abril del 2002 que implica que la variación interanual alcanza el 104,3%, siendo para este guarismo el registro más alto en 32 años.

Las subas más importantes se dieron en educación, con un 29,1%, productos textiles, 9,4% y alimentos y bebidas, con 9,3% de incremento.

https://www.elciudadanoweb.com/wp-content/uploads/2023/04/gabriela-cerruti.jpgDesde el gobierno nacional a través de la portavoz Gabriela Cerruti explicaron que las causas de la escalda se explican en la continuidad de la guerra Rusia-OTAN y en los efectos de la prolongada sequía que afectó a la producción alimenticia.

“El número que vemos hoy representa el peor momento del impacto de la guerra de precios internacionales y la peor sequía en la historia del país. Sabemos, nos duele, nos ocupa, como afecta la vida cotidiana y la de cada familia”, aseguró Cerruti.

Es claro y atendible la afectación que tanto la guerra como la sequía afectan la actividad económica, la profundización de la espiral inflacionaria y la caída en el nivel de ingresos de les trabajadores, pero hay otro factor, indisimulable, y es que, efectivamente, el crecimiento económico se lo están quedando cuatro vivos.

Si. 4

Un informe elaborado por el Centro de Economía Política (CEPA) indica que «las empresas Ledesma, Aluar, Molinos Río de la Plata y Arcor tienen una facturación promedio en sus últimos ejercicios presentados todos en 2022 que se ubica 18,5% arriba de los ejercicios anteriores, medida en dólares”.

Este informe, citado por El Cronista Comercial en una nota titulada “Boom de facturación en 2022: las empresas que están en la mira del kirchnerismo” publicada en septiembre del año pasado, establece que “en términos de rentabilidad, CEPA sostiene que «si se consideran las cuatro empresas industriales seleccionadas, Ledesma, Aluar, Molinos Río de la Plata y Arcor, se observa que la rentabilidad (medida como resultado operativo sobre ventas) se incrementó de 9,1% a 12,5%».

“En ese marco (indica El Cronista), también incorporan a otras empresas al análisis como La Anónima, Clarín, Ternium y Tecpetrol y remarcan que estas firmas ‘mostraron en sus últimos ejercicios de 2022 una rentabilidad de 14,4%, también mejorando la situación del mismo período del año anterior’».

El informe aporta un dato que sintetiza todo lo que desarrolla explicando que lo que se verifica es un proceso de transferencia de ingresos de los sectores asalariados a las empresas: para las empresas seleccionadas por CEPA para el informe, el costo laboral se reduce de 17,8 a 16,7% en 2022 respecto de 2021.

Sobre esto, El Cronista señala que «la variación de ventas se mueve por encima de la variación del costo salarial, ilustrando la transferencia de ingresos derivada de tal proceso, determinan en un contexto donde el kirchnerismo marca que la participación de salarios en el PBI estaba por arriba del 51% después de 2015 mientras que cayó al 45% con el macrismo y siguió después su derrotero con la pandemia.”

Suma fija no, no y no

El pasado 22 de marzo en declaraciones al sitio web El Destape la Ministra de Trabajo de la Nación “Kelly” Olmos ante el deterioro del poder adquisitivo de los salarios aseguró que “las paritarias son muy vigorosas, hay que mirar cómo funcionan. Los sectores pelean a full por sus respectivos intereses y finalmente alcanzan un acuerdo.”

Sobre la posibilidad que el gobierno decida otorgar por decreto una suma fija a les trabajadores dijo “no me parece interesante lo que no ha hecho nunca el peronismo. Es intervenir y modificar esa regla de juego”, agregando que “cada vez que se ha fijado un aumento de carácter general como suma fija se ha hecho después de períodos cuando las paritarias no existieron”, analizó Olmos. Y recordó los casos de la presidencia de Néstor Kirchner -al principio de su mandato- y de Alberto Fernández. También indicó que el bono adicional que se fijó a fin del año pasado fue por única vez, omitiendo que muchas empresas todavía no lo abonaron y desconociendo que, en el caso de la suma fija, existe un reclamo de diversos gremios y de un importante sector dela CGT encabezado por Pablo Moyano para que se implemente.

En definitiva, Olmos no ha hecho otra cosa que sostener lo que para el gobierno parece ser una especie de máxima: no intervenir, dejar librada al mercado la resolución de las tensiones para después lamentar los resultados.


El pasado 16 de enero Oxfam, una organización internacional conformada por 19 organizaciones no gubernamentales que realizan actividades humanitarias en 90 países y cuyo lema es “trabajar con otros para combatir la pobreza y el sufrimiento” publicó su informe anual en el que hace foco en el proceso de concentración de la riqueza a nivel mundial. El informe sintetiza sus resultados en tres conclusiones:

  • “Durante la última década, los súper ricos han acaparado el 50% de la nueva riqueza generada, cifra que acaban de superar.
  • La fortuna de los milmillonarios está creciendo a un ritmo de 2700 millones de dólares al día, al mismo tiempo que al menos 1700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países en los que la inflación crece por encima de los salarios.
  • Con la aplicación de un impuesto a la riqueza de hasta el 5% a los multimillonarios y milmillonarios podrían recaudarse 1,7 billones de dólares anualmente, lo que permitiría que 2.000 millones de personas salieran de la pobreza.

Es evidente que Argentina no escapa a esta realidad con un agravante: el acuerdo del gobierno de Alberto Fernández con el FMI a cuento del endeudamiento concretado por Mauricio Macri, quien buscó plata del organismo multilateral cuando reventó las posibilidades del país de tomar crédito en el sector privado, es un elemento no menos que condicionante.

Para muestra, un botón: si bien se aprobó en el Congreso de la Nación la ampliación de una moratoria previsional para que miles de personas puedan acceder al derecho a jubilarse, el Fondo Monetario manifestó en reiteradas oportunidades su oposición a tal medida. Por otra parte, el paquete de medidas que exige se apliquen en el país no son otra cosa que un tradicional programa de ajuste que parece solo poner la mira en el déficit fiscal, la emisión monetaria y el nivel de reservas del Banco Central.

Ese tipo de programas de ajuste lleva a consecuencias conocidas por el pueblo argentino y por los pueblos del mundo que han sido sometidos al arbitrio de la influencia estadounidense en el Fondo e implican, normalmente, condicionamientos que impiden el desarrollo y crecimiento económico, el aumento de la pobreza como consecuencia, y la imposibilidad de llevar adelante políticas soberanas que garanticen autonomía y desarrollo.

Por eso, uno de los objetivos fijados y cumplidos por Néstor Kirchner durante su presidencia fue el de pagar la deuda para quitar el peso del Fondo de las posibilidades del país en una decisión que, compartida con Brasil, se transformó además en una política de alcance regional. Antes del pago de aquellos 10 mil millones en el 2005, Kirchner aseguraba que “los muertos no pagan sus deudas”, y que para pagar, Argentina debía crecer. En los últimos días, Cristina Fernández se ha manifestado en el mismo sentido, explicando que no se trata de no pagar, sino de crecer para poder hacerlo.

Con todo, en el marco de un año electoral, es fundamental pensar que para que Argentina crezca debe alejarse de las políticas de ajuste y aplicar otras que signifiquen una fuerte reversión del proceso de transferencia de renta de los sectores asalariados a los concentrados de la economía o, puesto de otra forma, poner plata en el bolsillo de la gente para promover la actividad económica, el crecimiento y la mejora de la situación social general.

No obstante, el escenario es complejo: la falta de resultados en materia de baja de la inflación y mejora de la situación social que se extiende en el tiempo profundiza el desencanto y, si bien las encuestas son encuestas y las urnas mostrarán la verdad, es preocupante el crecimiento de la intención de voto de la extrema derecha expresada por el candidato Milei y Juntos por el Cambio en su versión más reaccionaria (si es que hay una que lo sea menos).

A esto sumarle la incidencia de los discursos del odio promovidos por la prensa hegemónica pero algo es fundamental: en este escenario, el propio gobierno ha decidido hace tiempo sostenerse en una posición débil frente a los sectores concentrados apelando a políticas de acuerdos que nunca se cumplieron ni se cumplen, ha desoído el reclamo de vastos sectores sociales y cuando no, ha llevado adelante recortes (diversas excusas mediante) en programas sociales, los llamados “planes”, en medio de una situación de creciente crisis social.

Es triste ponerlo en estos términos, pero es el propio gobierno de Alberto Fernández el que cada día parece dinamitar las posibilidades electorales del Frente de Todos allanando la cancha para un nuevo desembarco de la derecha neoliberal.

Las expectativas se reducen hoy a saber si Cristina Kirchner, crítica desde un principio del rumbo económico, será candidata a la presidencia como piden a gritos desde innumerables sectores. De allí en adelante, bastará bastante más que decir que si vuelve la derecha las calles se llenaran de muertos (eso es una obviedad) para poder aspirar a un triunfo electoral que fije un piso de condiciones para trabajar en una recuperación plena de la situación económica, política y social de nuestro país.

Redistribuir para crecer y quitarse de encima el peso asfixiante del acuerdo con el FMI son las claves.

Fuente: El Agro digital, Argentina.

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