Por Osvaldo Gonzáles Iglesias
Los tiempos corren y el pensamiento evoluciona, la ciencia avanza y las ideologías van tomando un curso independiente dentro del sistema discursivo en su formación sin preocuparse de sus proposiciones que le dan objetividad y veracidad a una línea de pensamiento que se consolida a medida que toma las formas de la ciencia, aunque no la sea. Pero por el contrario la construcción del discurso está sustentado sobre un sistema de formación de objetos, de ciertos tipos de enunciados, basado en conceptos sobre una determinada elección teórica. Enunciados no son proposiciones, lo discursivo no tiene sustento y se apoya en objetos, pensamientos y subjetividades.
La práctica discursiva no coincide con la elaboración científica a la cual puede dar lugar el saber, el saber qué forma no es ni el esbozo, ni el subproducto cotidiano de una ciencia en continuidad, decía Michel Foucault en su tratado sobre la “Arqueología del saber”.
El discurso se institucionaliza, se sujeta a leyes, como una práctica discursiva que se impone como saber. El saber no entra solamente en la demostración, puede intervenir en ficción, reflexiva, relato. Funciona como un conocimiento, una ilusión, una verdad sometida. Consideraba el filósofo posmoderno francés.
Esta introducción un tanto fastidiosa de quien trabajó como nadie el concepto de micropoder, viendo en la práctica discursiva una forma de ese poder, pretende analizar los discursos desde un enfoque antropológico para buscar esos desvíos, que por tales, nos dan el quiebre, o el umbral del proceso compositivo, en la búsqueda de la verdad.
Nada más apropiado para nuestra realidad política, ahora sí, sumergiéndonos en el llano, o en el barro de las interpretaciones ideológicas contemporáneas.
El hijo de la señora dijo que los porteños votan a quienes no reconocen el genocidio de la dictadura, se atribuyen para si una fecha tan significativa para los argentinos como es el 24 de Marzo, como su genuino intérprete, cantan por las calles consignas que aluentan el culto a la personalidad, reivindican a quienes, en ese proceso tan oscuro se dedicaban a rematarle las casas de la gente que ya no podía pagar sus préstamos hipotecarios por una ley nefasta que ellos supieron aprovechar.
Ellos son los que juntan a Milani con Bonafini, aplauden a Boudou y reivindican a Milagros Sala, se hacen llamar la Cámpora sin considerar seriamente a esa figura que Perón defenestro. Dicen que están con el pueblo y tenemos los más altos niveles de desocupación, pobreza y marginalidad de toda la historia del país, mientras a su madre a él y a su hermana, lo persigue la ley por corrupción, los mismo que terminaron con medio gabinete preso.
Ayer he visto jóvenes saltar con las banderas celestes e intente descifrar sus rostros y a través de ello descubrir sus razones, pero no lo logre, ¿que persiguen?, si ellos saben que sus jefes gobernaron 12 años mientras el pueblo está cada vez más pobre y sus mandantes cada vez más ricos.
No creo necesario abundar sobre las cifras que mencione, solo quien vive en este país entiende que ya los pobres, es decir la inmensa mayoría de los argentinos no comen bien, no tienen clases y sus padres viven de planes sociales, la dignidad mancillada y el futuro definitivamente clausurado. Esos jóvenes lo saben, por ello repito. ¿Qué persiguen?
Acá es donde Michel Foucault no da algunas respuestas. La posmodernidad profundizó por un lado la búsqueda, las formas del conocimiento encarnando en las grietas, desestructurando los discursos, destruyendo los grandes paradigmas. La era de la razón absoluta entró en crisis y se descubrieron nuevos caminos que tantos intelectuales de la escuela de Frankfurt debatieron en plena época de crisis conceptual. Pero por otro lado están quienes sin sustento argumentativo comenzaron a retirarle sentido a las palabras, desvalorizando la experiencia y acomodando sus ideas a nuevos objetos, vacíos, huecos, sin sustento.
Ese es el nuevo discurso de esos jóvenes que proclaman ser la patria y son solo instrumento de una minoría poderosa que los sigue manipulando a su antojo, dicen estar con los pobres y obedecen a millonarios, justifican a estafadores, patrones feudales y punteros maltratadores, de esos que no solo viven de los pobres, sino que además, no se cansan de humillarlos.
¿Que persiguen?, algunos un cargo público, ¿otros? Solo consignas que no tienen su correlato práctico, consignas, solo consignas de las que no se hacen cargo, doble moral y nada de etica, un gran espectáculo, un circo que no conduce más que a buscar enemigos en un país que necesita definitivamente reconciliarse para crecer.
Pablo Moyano y Máximo Kirchner, en la foto de la polémica
La construcción del discurso como decía el filósofo francés es solo un conjunto de enunciados, un juego de conceptos, la elección de una teoría, funcionó como un conocimiento, una ficción, una verdad admitida (impuesta). Y si funciona, miles de joven marchan tras esas banderas, obedecen, se llaman pueblo, patria, compañeros, pero no saben diferenciar dictadura de democracia, represión de derechos, igualdad con imposición, pensamiento con consignas, debate con patota, sociedad con partidos, no saben diferenciar a los que murieron por lograr recuperar la democracia, con quienes se apropiaron de esos destinos para volver a asesinar sin pudor, para que su recuerdo (consignas y pensamientos) agonicen en un confortable sillón de la casa de gobierno en donde tres o cuatro millonarios decidan cuantos más pobres vamos a tener el próximo año y cuanto más ricos van a ser si logran mantenerse en el poder.
En conclusión Michel Foucault nos ayuda a entender, nada de eso tiene que ver con la verdad, es una construcción que por repetida se institucionaliza, se transforma en ley, lejos de la ciencia, de la deducción proposicional, de la comprobación empírica, de su correlato, de causa y efecto, de sus comportamientos y conductas se extrae la verdad.
En definitiva ¿como alguien puede pensar que Máximo Kirchner es un dirigente preocupado por el campo popular, por los pobres y marginados de nuestra nación? , perdón, son muy necios o solo unos ingenuos adormesidos y domesticados.
Gonzalez Iglesias
Editor – Escritor – gonzaleziglesias@debateyconvergencia.com.ar