La alianza Irán-Venezuela: drones militares y el refuerzo de un régimen autoritario

El régimen venezolano refuerza su arsenal bélico con tecnología iraní

Un informe de inteligencia revela cómo el régimen de Nicolás Maduro ha establecido una red estratégica con Irán para desarrollar, ensamblar y operar drones militares en Venezuela. Estos vehículos aéreos no tripulados (UAV) representan una amenaza significativa para la estabilidad regional y las democracias del continente.

Tecnología bélica y represión

El informe destaca que desde 2007, Venezuela firmó acuerdos secretos con Irán para importar y producir drones Mohajer-2, conocidos localmente como “Arpía”. Aunque los primeros modelos presentaron fallas operativas, el régimen ha persistido en su desarrollo, aprovechando su alianza estratégica con Teherán.

En 2020, se creó la Empresa Aeronáutica Nacional de Venezuela (EANSA), que, junto con la aerolínea estatal Conviasa, ha sido clave para el transporte de componentes y ensamblaje de drones. Según las investigaciones, estos UAV están equipados con cámaras, misiles de precisión y estaciones móviles de control, lo que refuerza las capacidades militares del régimen.

Base de operaciones y opacidad

Los drones se encuentran en los galpones del Grupo Aéreo de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento Electrónico Generalísimo Francisco de Miranda, ubicado en la Base Aérea El Libertador, en el estado Aragua. La base también alberga instalaciones de EANSA, donde se desarrolla parte de esta tecnología bajo un velo de secretismo característico de los proyectos del régimen venezolano.

Una alianza peligrosa

El informe subraya que esta cooperación no solo busca mantener a Maduro en el poder mediante el uso de fuerza y represión, sino que también refuerza la influencia de sus aliados internacionales, como Irán, Rusia y China. Los drones, un componente clave de la estrategia militar iraní, han sido utilizados para operaciones terroristas y abastecimiento de fuerzas aliadas en la región.

El senador estadounidense Marco Rubio advirtió sobre los riesgos de esta alianza, señalando la instalación de fábricas de drones en Venezuela como una amenaza directa para la seguridad hemisférica. Además, se vincula al régimen con el suministro de pasaportes a miembros de Hezbollah, lo que refuerza sus nexos con el terrorismo internacional.

Fracasos iniciales y persistencia

A pesar de los problemas económicos y sanciones internacionales, el régimen ha invertido millones en la adquisición de tecnología bélica. Los primeros intentos de ensamblaje de drones en la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (CAVIM) se vieron obstaculizados por fallas técnicas y falta de recursos. Sin embargo, la cooperación con Irán y la transferencia de tecnología han permitido la modernización de los UAV, ahora denominados Antonio José de Sucre-100 (ANSU-100).

Implicaciones regionales

La producción y despliegue de drones militares en Venezuela refuerzan la capacidad del régimen para mantener el control interno mientras proyecta poder en la región. La utilización de estas aeronaves para fines bélicos representa una amenaza no solo para las democracias vecinas, sino también para la seguridad global.

La alianza entre Caracas y Teherán refuerza la preocupación internacional sobre el uso de tecnología avanzada con fines represivos y desestabilizadores, consolidando a Venezuela como un actor clave en la red global de patrocinio del terrorismo.

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