La actividad económica sigue en caída: en septiembre, el consumo, la inversión y la producción industrial muestran cifras negativas

Aunque el rebote de julio generó esperanzas en el oficialismo, la actividad económica continúa mostrando señales de recesión. En septiembre, el consumo volvió a contraerse un 0,5% respecto a agosto, en línea con la caída de salarios y el empleo. Además, otros sectores clave, como la producción automotriz y la inversión, también registraron bajas, lo que confirma que la recuperación esperada aún no se materializa.

En julio, la actividad económica había experimentado un crecimiento del 1,7% desestacionalizado en comparación con mayo, lo que generó optimismo entre las autoridades, especialmente tras la mejora mensual de los salarios registrados. Esto llevó a especulaciones sobre una posible salida del ciclo recesivo que afecta a la economía desde finales de 2023. Sin embargo, los datos de agosto ya marcaron un retroceso, y los primeros indicadores de septiembre muestran que no hay señales claras de una recuperación sostenida.

El consumo, uno de los principales motores de la economía, sigue mostrando debilidad. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en septiembre las ventas en comercios minoristas cayeron un 0,5% mensual desestacionalizado y un 5,2% interanual. Aunque la velocidad de la caída se desaceleró, cada retroceso se suma a las contracciones de los meses previos, lo que refleja un escenario donde no se vislumbra un “piso” para el consumo. En lo que va del año, el consumo acumuló una baja del 15%, lo que impacta directamente en la actividad económica general.

La CAME explicó que el comercio pyme tuvo un septiembre con poca actividad, con días de escasa circulación de gente en las tiendas. “El movimiento final resultó menor al del año pasado y también al de agosto, que ya habían sido meses malos”, señaló la entidad, destacando la falta de dinamismo en el consumo.

En términos de producción, la industria automotriz también sufrió una desaceleración. En septiembre, la producción cayó un 12,6% interanual y un 3,9% mensual. Aunque estos números están influenciados por factores estacionales, muestran un panorama poco alentador para el sector manufacturero, que no ha logrado sostener un crecimiento estable en los últimos meses.

Por otro lado, la inversión productiva, un área clave en la estrategia del Gobierno para revitalizar la economía, mostró una contracción significativa. Según el Índice de Inversión Bruta Interna Mensual (IBIM) de la consultora Orlando Ferreres y Asociados, la inversión cayó un 11,3% mensual en agosto y se encuentra un 14,2% por debajo de los niveles de noviembre del año anterior. Ferreres destacó que la inversión en bienes de capital y construcción fue particularmente afectada, y señaló que los inversores parecen estar adoptando una actitud de “esperar y ver” ante las decisiones del Gobierno sobre el control cambiario y la incertidumbre económica general.

En términos de recaudación, los impuestos relacionados con la actividad económica también mostraron un retroceso en septiembre. Según la consultora PxQ, los ingresos fiscales vinculados a la actividad cayeron un 7,8% interanual. Excluyendo los impuestos a los combustibles, la caída fue aún más pronunciada, alcanzando el 9,5%. Este descenso en la recaudación refleja la desaceleración generalizada de la economía y la dificultad del Estado para mantener sus ingresos fiscales en un contexto de contracción económica.

En este contexto, la consultora Orlando Ferreres y Asociados estimó una caída de la actividad económica del 0,6% mensual desestacionalizado durante agosto y prevé una mejora muy gradual para los próximos meses. Sin embargo, la recuperación será lenta y con altibajos, según la consultora, que proyecta un rebote más significativo recién para 2025, de la mano de mejores ingresos y una macroeconomía más estabilizada.

El panorama económico actual está marcado por la caída en el consumo, la inversión y la producción, lo que sugiere que la economía argentina continúa enfrentando importantes desafíos estructurales. A pesar de algunos indicios de mejora en julio, los datos de los últimos meses no han sido suficientes para revertir el escenario recesivo, y las expectativas de una recuperación sólida se postergan, al menos hasta el próximo año.

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