Los votantes de Massa o Milei perciben que estamos ingresando a una nueva época donde muchas cosas ya no serán como antes. Todos reconocen que es un momento decisivo en nuestra historia por varias razones, entre ellas, las características particulares que atribuimos a Javier Milei, independientemente de las descalificaciones. Es distinto a lo que estábamos acostumbrados; no es el político típico o tradicional, aquel que forma parte de un sistema donde todos actúan de manera similar y predecible.
Milei no se ajusta a ese patrón, es impredecible pero no carece de contundencia. Sus propuestas se caracterizan por prometer cambios radicales, asumir compromisos sin temor confiando en la fuerza de sus ideas. No parece ser un hombre conmovido por el poder, más bien, muestra con sus acciones que el poder pertenece a la gente y él es una circunstancia.
Los argentinos estamos acostumbrados a políticos estrellas, omnipotentes, incapaces de mostrar humanidad, humildad o reconocer errores. Parece que nunca se equivocan y siempre culpan a otros, incluso cuando las pruebas los condenan. Viven como si los problemas que enfrenta la gente no fueran reales, son como figuras intocables que nada les afecta.
Como mencionaba, parece que estamos ingresando a un tiempo crucial, no solo por las características ya mencionadas, sino por las medidas que se propone para sacarnos de la crisis. Todos somos conscientes, tanto los que lo votaron como los que no, de que en este país abundan los privilegios, las corporaciones que han consolidado su poder para ampliar sus ventajas. ¿Quién puede negar que los sindicatos son estructuras corruptas? La mayoría de sus dirigentes viven como millonarios.
Nadie puede desconocer las corporaciones empresariales que, aliadas con sectores políticos, obtienen concesiones de obras públicas o múltiples privilegios sin competir en precios ni calidad, manipulando el libre oferta del mercado. ¿Quién puede ignorar las corporaciones periodísticas que dependen de las pautas publicitarias, financiadas por nuestros impuestos, para realizar un periodismo no informativo sino partidista, atacando a algunos y beneficiando a quien paga? El gobierno utiliza estos medios para hostigar a la oposición, todos los conocemos. No daré detalles de quienes se han enriquecido a partir de esa práctica: medios y canales con producciones millonarias y sueldos desmedidos en relación al mercado.
Todos sabemos de La Cámpora, una organización destinada a generar empleo a sus militantes para consolidad a sus adeptos a través de los recursos públicos, cuyos dirigentes, ya no jóvenes, manejan grandes las mas abundantes cajas del estatales. Si bien sus principales dirigentes son millonarios, no tienen reparos en atribuirse la representación del pueblo.
Milei llega para realizar ajustes, ordenar la economía, acabar con el déficit fiscal, generar trabajo e inversión, no derrochar el dinero de la gente y retribuir con trabajo a la gran masa de individuos que, presos de la pobreza, son manipulados por líderes inescrupulosos hacia los actos que no entienden y que son, solo, una masa vulnerable y maleable. Nunca antes en la historia de este país se había manipulado tan vilmente a los pobres, marginándolos de la político y la económico, incautando, su voz y su voto.
Ya todos comprendemos que Milei está por fuera de todo eso, que su intención es cambiar este país, hacerlo creíble, donde cada uno aporte lo suyo para crecer como sociedad. Dos realidades se enfrentan por lo que depende de la capacidad política del nuevo gobierno para avanzar con los cambios y llevar a cabo las transformaciones necesarias, sabemos que no es una tarea fácil.
Superar las tormentas económicas y políticas es el reto que se nos presenta para decidir si queremos que este país sea viable, donde el trabajo, el estudio y el esfuerzo sean valorados y reconocidos, construyendo así un futuro y un proyecto en donde recuperemos la esperanza y el bienestar, erradiquemos la pobreza y fomentemos en los jóvenes la capacidad de volver a creer en su país.
Cedamos espacio; el futuro les pertenece a ellos. Tratemos de allanarles el camino, no hay marcha atrás, de lo contrario, no quedará ya Nación.
Osvaldo González Iglesias – Editor – Escritor